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La permanente (des)unión de la izquierda

Por: Jaime Ahumada | Publicado: 01.10.2020
La permanente (des)unión de la izquierda izquierda |
La polémica vuelve a estallar cuando el Frente Amplio descarta realizar primarias con la ex Nueva Mayoría. Las críticas llegaron incluso desde dentro de sus propias filas, pese a que los motivos de esta decisión son más que comprensibles; la unidad por el fetiche de la unidad, por el sólo “ganarle” a la derecha, sin ningún programa común real, es una de las cosas que ha hundido a la izquierda en el estado en que se encuentra hoy. Todo esto patrocina la confirmación de la imagen infantil que mantiene el FA y de desorganización, improvisación y oportunismo que mantiene el espectro político en general.

La unidad de quienes se dicen de izquierda nunca ha existido. O no se ha visto en unos 50 años, por lo menos en Chile. Esta pulsión de conflicto viene latiendo desde las diferentes estrategias para enfrentar la dictadura militar en los 70 y 80, el cómo afrontar la “vuelta a la democracia” y su periodo de transición en los 90, y el cómo relacionarse con los crecientes movimientos sociales durante las dos últimas décadas, siendo su punto más álgido, claramente, el pasado 18 de octubre. Los motivos de estas grietas, permanentemente al límite del quiebre total, son más que variados, y van desde diferencias tácticas y estratégicas hasta diferencias no menores en definiciones valóricas e ideológicas.

Su última expresión ha sido la franja electoral para el plebiscito del 25 de octubre, probablemente el hito más importante de la política institucional chilena desde el fin de la dictadura. La propaganda presentada por el Apruebo –si bien es superior en contenido y forma discursiva a la del Rechazo– es confusa en su dirección y poco cohesiva. Esto podría explicarse de forma simplista por las diferencias antes mencionadas, pero ¿qué es lo que hace que estas diferencias se mantengan tan vigentes, si existe la meta de común de aprobar una nueva Constitución, redactada por una Convención Constitucional?

Se espera que el próximo plebiscito tenga una participación mayor a las elecciones previas, dado a la intención de votar de los segmentos más jóvenes, quienes hasta hace no mucho mostraban una tremenda desafección por la política, y no sin motivo. La comprensión de la necesidad de aprobar parece ser transversal, y más aún el ímpetu de ver cambios en el país y las formas de construir este. “El nuevo Chile lo construimos todas y todos”: son palabras que han sonado en la boca de todo el espectro político. Sin embargo, la polémica vuelve a estallar cuando el Frente Amplio descarta realizar primarias con la ex Nueva Mayoría. Las críticas llegaron incluso desde dentro de sus propias filas, pese a que los motivos de esta decisión son más que comprensibles; la unidad por el fetiche de la unidad, por el sólo “ganarle” a la derecha, sin ningún programa común real, es una de las cosas que ha hundido a la izquierda en el estado en que se encuentra hoy. Todo esto patrocina la confirmación de la imagen infantil que mantiene el FA y de desorganización, improvisación y oportunismo que mantiene el espectro político en general.

Pese a todo esto, las críticas para crear titulares y no aportar nada ya agotan, así como también las polémicas fáciles y categóricas en las salas del Congreso (faltaría espacio para nombrar a todos y todas quienes incurren en estas prácticas). Hay que buscar crear cohesión, aunque sea en puntos mínimos. Si se quiere hacer una oda a la Unidad, primero sería bueno realizar un trabajo serio en torno a esta, que comience antes del periodo de elecciones y se proyecte más allá de estas. Trabajo que, además, debe darse desde las bases y sus territorios, escapando a la institucionalidad y desbordando ésta. No puede ser a puertas cerradas y por direcciones políticas, práctica que el FA adoptó como propia sin problemas, pese a criticarla en el resto de los partidos. La receta es vieja, pero no por eso sencilla: crear organización estable, y darse el tiempo de discutir y formar un programa común. Si no se logra, se tomarán caminos separados, sólo el intento habrá valido el tiempo perdido. En qué cosas se hacen compromisos, o si se transa o no, se verá en la discusión, no antes. La política discursiva ya fracasó: es tiempo de volver a la acción.

Jaime Ahumada