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Opinión

Trump & Piñera

Por: Octavio Avendaño | Publicado: 02.10.2020
Trump & Piñera Trump Piñera | Archivo / Agencia Uno
Trump y Piñera gobiernan sobre sociedades marcadas por un profundo malestar social, al mismo tiempo que despolitizadas en cuanto a su relación con los partidos y en su participación electoral. Ambos, además, ejercen el poder haciendo gala de todo su narcisismo.

En el debate presidencial efectuado el pasado martes 29 de septiembre, Donald Trump se dio el lujo de tirar el mantel. Puso en tela de juicio la validez de las elecciones en EE.UU. Se mostró indiferente frente al racismo, la violencia policial, el atropello a los derechos humanos, los problemas ambientales y el cambio climático. Sólo insistió en que lo importante era el crecimiento económico y volver a ser grandes como nación. Tras esa actitud cínica existe una aguda radiografía de la sociedad norteamericana, integrada de ciudadanos/as individualistas, indiferentes, consumistas, personas homofóbicas y racistas. Muchos/as de ellos/as, además, rechazan a los partidos, a la política e incluso se muestran contrarios/as a la derecha tradicional. En el fondo, Trump representa el estado de ánimo de parte importante de la población y por ende sabe que su agresiva actitud le puede traer importantes réditos electorales.
En Chile, por su parte, Piñera pareciera haber olfateado hace un tiempo los efectos de esa actitud y advertido un comportamiento similar en parte de la población. Su gobierno ha estado marcado por un estilo de gestión autoritario. E intensifica la represión después del 18 de octubre. En la actualidad, vivir bajo violencia policial y bajo Estado de Excepción se convirtió en parte del paisaje cotidiano. Los/as ciudadanos/as parecieran aceptar esta realidad, con resignación, con indiferencia o de manera repulsiva, pero aceptarla al fin. Pocos han puesto el reparo en que Piñera se ha dado el lujo de permitir que se lleve a cabo un plebiscito manteniendo el toque de queda. ¡¡¡Ni Pinochet se atrevió a tanto!!! Previo al plebiscito de octubre de 1988, en el mes de septiembre, Pinochet se vio obligado a terminar con el estado de excepción, a permitir el ingreso de muchos exiliados –que no habían sido autorizados antes de esa fecha– y autorizar la realización de manifestaciones públicas, como aquella memorable y multitudinaria concentración opositora (de más de un millón de personas) en la Panamericana norte-sur.
Si se toman en cuenta estos antecedentes, cabría preguntar: ¿qué ocurre entonces hoy? ¿A nadie le importa? ¿A pocos les importa? ¿Muchos no se dan cuenta? Podríamos responder de manera afirmativa a todas estas interrogantes y, además decir, que todas ellas serían válidas al mismo tiempo. ¿Y qué ocurre con la oposición? Ha brillado por sus desaciertos, viviendo muchas veces de una realidad paralela, como sucedió recientemente a propósito de las discusiones sobre las alianzas y las omisiones. Incapaz de rechazar y hacer frente al actual orden de cosas e imposiciones del gobierno. ¿Culpa de la clase política? En parte. Pues también es cierto que el grueso de la población hace como si no le importara. Y cuando eso sucede, finalmente, nadie vela por ella.
En definitiva, Trump y Piñera gobiernan sobre sociedades marcadas por un profundo malestar social, al mismo tiempo que despolitizadas en cuanto a su relación con los partidos y en su participación electoral. Ambos, además, ejercen el poder haciendo gala de todo su narcisismo.

Octavio Avendaño