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Opinión

Superar la brecha de las mentiras

Por: Simón Rubiños | Publicado: 06.10.2020
Superar la brecha de las mentiras Foto: Sebastián Beltrán | AGENCIA UNO
Lo expuesto es suficiente para evidenciar el uso del gobierno del decálogo de Goebbels para manipular la opinión pública. Con ello buscan descartar sus responsabilidades en el contexto constituyendo un enemigo interno que justifique su guerra híbrida, simbolizado en el 18 de octubre, y que en este caso somos quienes estamos en desacuerdo y disconformidad con el modelo neoliberal en su capítulo chileno, y que claramente no estamos en guerra con el país.

“Por ningún motivo Carabineros arrojó a esta persona al lecho del río”, señaló el teniente coronel Rodrigo Soto. “La imagen que nosotros tenemos (…) es que (…) uno de los carabineros intenta detener a este joven en la proximidad de la baranda, pierde el equilibrio y cae”, señaló el general Enrique Monrás Álvarez, más de 12 horas después de ocurrido el hecho.

Los videos y la evidencia muestran otra cosa. En la audiencia de control de detención y formalización contra Sebastián Zamora Soto, carabinero que en los videos se ve cómo empuja a la víctima, la fiscal Ximena Chong señaló que “el imputado se abalanza en diagonal contra el adolescente, tomándolo con sus brazos e impulsando de tal forma que lo eleva sobre la baranda y lo hace caer de cabeza hacia el río Mapocho”. Y, además, que éste “no realiza ninguna acción orientada a evitar la caída”. El carabinero quedó en prisión preventiva.

Al momento de escribir esta columna, el gobierno no había tomado contacto con la víctima ni con la familia o siquiera reprochado el hecho y, por el contrario, respaldaron una vez más el actuar de carabineros. El ministro del Interior, Víctor Pérez, desde La Moneda salió a empatar el hecho, resaltando la cantidad de policías heridos el último tiempo, y señalando que el 18 de octubre no debiera ser celebrado como una fecha alegre sino como una génesis de violencia.

El uso de la mentira y la negación de la realidad han sido recursos permanentes durante la segunda administración Piñera. Tres ministros del Interior han pasado, y en todos el discurso y las acciones se repiten. Represión, persecución de un enemigo interno, condenar movimientos sociales, desmentir acciones que tienen evidencia de ser ciertas, respaldar el actuar de las Fuerzas Armadas y de Orden y otras estrategias, comunicacionales y prácticas, han sido la tónica. Sin embargo, estas no le pertenecen a este gobierno y más bien se repiten tanto desde los tiempos de la dictadura como a nivel mundial.

Al revisar en clave histórica las tácticas de la administración actual, podemos enmarcarlas en algo conocido como guerra híbrida. Esta corresponde a la integración de medios convencionales y no-convencionales, medidas militares abiertas, encubiertas y no-militares, paramilitares y civiles por parte de actores estatales y no-estatales con el fin de lograr objetivos políticos sin emplear la fuerza militar de manera cinética. Para ello, se explotan debilidades políticas, sociales, jurídicas, morales, económicas, demográficas o militares de sus adversarios.

La declaración repetida de Sebastián Piñera de estar en guerra no es casual, y para hablar de esta categorización podríamos revisar cada una de las estrategias en detalle, pero a la luz de los últimos eventos nos centraremos en la mentira y la negación de la realidad. Uno de los dispositivos utilizados en este tipo de conflicto híbrido corresponde al uso de los once principios de Goebbels, los cuales explicaremos mientras caracterizamos las acciones del gobierno:

  1. Simplificación y enemigo único. En su momento, y en más de una ocasión, Piñera señaló que Chile se encontraba en guerra contra un enemigo poderoso, al que jamás identificó. Sin embargo, en cada alocución oficialista se acusa a la protesta social de ser causal del estado de catástrofe del país, sin reconocer las responsabilidades al respecto.
  2. Método de contagio. Redujeron todas las expresiones del descontento, y a los partidos de izquierda, a los desmanes o bien a ser una expresión del castrochavismo internacional.
  3. Transposición. Toda negligencia de la administración ha sido aducida al gobierno anterior, al parlamento o a las protestas, sin asumir ninguna responsabilidad. Además, se promueve la desinformación para deslegitimar demandas y opciones políticas para corresponderlas.
  4. Exageración y desfiguración. El oficialismo ha recogido cada tropiezo de la izquierda, actual, anterior, e incluso de otras latitudes e históricas para asustar y manipular.
  5. Vulgarización. Han adoptado estrategias comunicacionales reduccionistas y un mensaje sencillo para convencer a las personas menos educadas, por ejemplo, de que la crisis económica y social es responsabilidad exclusiva de las protestas.
  6. Orquestación. En los debates previos a su elección, Piñera señaló algo que se convirtió en eje comunicacional de su administración: “miente, miente que algo queda”. La repetición sostenida de un mensaje, por falso que sea, y la construcción del discurso y acciones a su alrededor, permite sembrar al menos la duda sobre el tema.
  7. Renovación. Las estrategias políticas del gobierno han sido reactivas. No obstante, desde una perspectiva comunicacional, emiten contenidos para intentar desviar la atención.
  8. Verosimilitud. Construyen argumentos desde diversas fuentes para legitimar su posición, así salgan a declarar desacertadamente en más de una ocasión como fue con el Informe de Inteligencia y la influencia del pop coreano en las protestas.
  9. Silenciación. En los debates, cada vez que el oficialismo se ha visto acorralado, han buscado empatar o desconocer los méritos de las respuestas políticas promovidas por la oposición y la sociedad a los problemas resaltados en el último tiempo.
  10. Transfusión. El uso de recursos como Allende, el castrochavismo, los migrantes, la caricatura del feminismo, e incluso de Argentina, entre otros, son recursos para caricaturizar toda oposición a su programa e ideología.
  11. Unanimidad. En sus discursos se muestran como representantes de una inmensa mayoría de chilenos y chilenas que condenan los desmanes.

Lo anterior sólo es una fotografía y en cada punto podemos profundizar o usar otros argumentos. Sin embargo, lo expuesto es suficiente para evidenciar el uso del gobierno del decálogo de Goebbels para manipular la opinión pública. Con ello buscan descartar sus responsabilidades en el contexto constituyendo un enemigo interno que justifique su guerra híbrida, simbolizado en el 18 de octubre, y que en este caso somos quienes estamos en desacuerdo y disconformidad con el modelo neoliberal en su capítulo chileno, y que claramente no estamos en guerra con el país.

Comenzamos octubre y se aproxima el primer aniversario del estallido y, una semana después, el plebiscito. Las campañas están en marcha y la derecha está cohesionada bajo su mentira, mientras la izquierda desaprovecha la oportunidad de asestar un golpe histórico buscando responsables individuales cuando todos se restaron, evidenciando la falta de tacto con las demandas del país.

Mientras la derecha dogmática siga en el poder, su guerra híbrida continuará y por tanto el uso de la mentira también. Esto, junto al monopolio de los medios, genera una brecha entre la realidad y la del gobierno, una donde la policía empuja a un joven de un puente en un operativo de dispersión y despeje, y la otra donde el carabinero fue a detenerlo y perdió el equilibrio. De cara al proceso electoral que se viene debemos estar conscientes de dicha brecha y trabajar en su superación, sin caer en la manipulación de la realidad promovida desde La Moneda.

Simón Rubiños