¡Nos ponemos de acuerdo o nos ponemos de acuerdo!

No es justo pactar con personajes de la antigua política. Sí, no es justo, como tampoco es justo que los partidos políticos tengan las llaves del futuro de nuestro país, sabiendo que ha sido la ciudadanía la que corrió el cerco de lo que nos decían imposible.

Ahora bien, el asunto es que las circunstancias son graves y los acuerdos son muy importantes y se deben hacer los máximos esfuerzos. Mientras más polarizados nos encontremos, seremos incapaces de trasformar esta sociedad.

La política se juega en los lugares más íntimos y afecta profundamente en la vida de las personas. “Lo personal es político”, decía en los años 60 el movimiento feminista, entendiendo que en todos los espacios se juega ese poder y ese poder es muy relevante, ya que permite cambiar lo escenarios futuros de un país, forjando el camino a una nueva sociedad.

En este contexto, también se presentan nuevas oportunidades para las futuras generaciones, derechos básicos que pueden quedar consagrados en la nueva constitución si existe

¿Dónde nos detenemos entonces, en lo posible o en lo imposible? ¿Cuál de estas acciones afecta más a la ciudadanía en este momento histórico?

En efecto, si algunos piensan que la antigua Concertación es lo mismo que la ultraderecha, que nos ha estado violentando estos últimos meses, déjenme decirles que eso es una visión muy inmadura, políticamente hablando. Con esto, tampoco quiero decir que representen el bien cristalinamente, pero existen matices y diferencias que, aunque sean muy tenues, existen.

Hago esta reflexión para que la izquierda en su conjunto se salga de la comodidad de sus aposentos y piensen que una simple decisión puede dar el paso a la ultraderecha y eso puede significar mucho en el futuro de nuestro país. El llamado es a la unidad, evitemos que nuevamente quienes paguen está factura sean los más vulnerables.