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Opinión

La cuenta chica de Piñera

Por: Mirko Macari | Publicado: 23.10.2020
La cuenta chica de Piñera Sebastián Piñera | Fotografía de Agencia Uno
Toda esta novela delirante y garciamarquiana esconde una de las causas más profundas de la crisis que atravesamos: la pequeñez política. Todos se quieren salvar solos. Incluyendo al presidente Sebastián Piñera.

El domingo pasado, día conmemorativo del estallido social, El Mercurio informaba que según fuentes en off del Palacio La Moneda, «el ex ministro de Defensa Alberto Espina, hipertrofió la tesis de la injerencia extranjera en la revuelta del 18 de octubre». Y que el presidente Sebastián Piñera consideraba que esta información «tenía muchos datos inconexos».

Todo esto ocurrió casualmente, después de que la semana pasada la famosa tesis del ataque de agentes castro chavistas se cayera como castillo de naipes tras los dichos del fiscal Manuel Guerra. Este señaló que no hubo coordinación en los incendios de las estaciones del Metro y que los informes de inteligencia de Big Data, con evidencia de grueso calibre como los grupos de kpop coreano, aportados como pruebas por el gobierno, eran puro humo.

De todos los desaciertos que en este último año ha cometido el presidente Piñera, sin duda el más grueso es el discurso del domingo 20 de octubre en la noche, por cadena nacional de televisión, donde rodeado de militares señaló que “estábamos en guerra contra un enemigo poderoso e implacable”.

Si es cierto lo que señala El Mercurio, que Piñera no estaba convencido de la versión del ataque, nunca debió dar ese discurso que terminó por cortar todo vínculo de la autoridad presidencial con los ciudadanos, mandándolo directo al sótano de las encuestas con ese miserable 6% de aprobación que mostró la encuesta CEP de diciembre del año pasado.

Y si es cierto que Espina hipertrofió los datos, ¿cómo se explica que el propio Piñera lo haya sondeado para seguir en el gabinete como ministro a cargo de la Segpres en el último cambio donde entró Victor Pérez a Interior?

Si su percepción de la realidad estaba tan alterada, la de Espina, entonces debía irse mucho antes.

El trascendido de La Moneda más bien habla del oportunismo del Presidente, de intentar sacar una pequeña ventaja ahora que Espina está fuera del juego. Algo similar a lo que ocurre con los servicios de inteligencia, que ante la constatación de que el “enemigo poderoso e implacable” era más bien una proyección de deseo, se acusan entre sí en una ridícula guerra de trascendidos a través de la prensa. Si la Dirección de Inteligencia del Ejército le vendió al Presidente el famoso informe donde se sindicaba a un youtuber como responsable que Chile ardiera por los cuatros costados, ¿por qué el general Iturriaga, de la misma arma, salió al día siguiente a apagar el fuego diciendo que él no estaba en ninguna guerra?

Toda esta novela delirante y garciamarquiana esconde una de las causas más profundas de la crisis que atravesamos: la pequeñez política. Todos se quieren salvar solos. Incluyendo al Presidente.

Comenzando los 90 y la transición, Andrés Allamand, líder de RN, llamó a Francisco Javier Cuadra para pedirle que él negociara con Boeninger y Correa, los ministros de Aylwin, la futura ley de TVN y del CNTV. Cuadra le dio el okey, pero le señaló que lo haría sólo si representaba también a la UDI, es decir, a la derecha unida.

Cuadra habló con Jaime Guzmán, el fundador del gremialismo aún vivo. Este le dijo que bueno, pero con una condición: “Francisco, yo te apoyo hasta que entre Piñera en la negociación. En ese momento, te tengo que quitar el piso”. Guzmán le confesó a Cuadra que no confiaba en Piñera, que lo encontraba peligroso. ¿Qué peligro veía el agudo Jaime Guzmán, ideólogo de la dictadura, arquitecto de la Constitución del 80 -que tendrá acta de defunción definitiva este 25 de octubre- , hombre preocupado siempre de los asuntos de Estado y profundo conocedor de la naturaleza del poder? ¿Lo zigzagueante y oportunista de Piñera, que había votado por el No y ahora era senador de la derecha? ¿Que ya entonces se sabía que quería entrar al negocio de la televisión? ¿Que buscaba en la política más oportunidades para sí mismo que adscribir a un proyecto de país?

Las pulsiones de los líderes siempre nos dan claves para entender la magnitud de una crisis. Y aunque, por cierto, Piñera no es responsable completo de los 30 años, su naturaleza sin duda complica aún más las cosas, pues como nunca se necesita mirada de Estado y no el mero cálculo de un trader de la Bolsa.   

Mirko Macari