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‘Bring a little lovin’’: La historia del hit español que revivió Tarantino

Por: César Tudela | Publicado: 11.12.2019
‘Bring a little lovin’’: La historia del hit español que revivió Tarantino Los Bravos | Billboard
La música siempre ha sido un elemento primordial en el cine de Quentin Tarantino. En «Reservoir Dogs», se dio licencia para narrar un monólogo sobre ‘Like a virgin’; 17 años después, en «Inglourious Basterds», se dio el lujo de poner ‘Cat people’ de David Bowie mientras Shoshanna perpetuaba su golpe maestro. Estas son solo algunas pruebas contundentes de que el director es un avezado musicalizador de sus propias fantasías cinematográficas. En esa lógica aparece ‘Bring a little lovin’’, un éxito beat de fines de los 60 de un grupo español que Tarantino revivió en su último film «Once Upon a Time… in Hollywood», y cuyo ritmo lo conocemos por la contagiosa reversión bailable en clave pop latino que grabó un joven Ricky Martin. Acá su historia.

No fue sorpresiva la nominación de Once Upon a Time… in Hollywood a la versión 77 de los Globos de Oro como mejor película. La novena cinta de Quentin Tarantino –y penúltima en su carrera–, fue su carta de amor a Los Ángeles de 1969, donde reflejó viejas nostalgias de su niñez, aparte de enganchar con su relato alternativo entre realidad y ficción sobre ese panteón de estrellas que es la meca del cine. Por supuesto, el inquieto director vuelve a hacer un trabajo arqueológico musical y desempolvó éxitos de artistas olvidados para traerlos de vuelta al presente, revitalizándolos y, de paso, presentándoselos a nuevas generaciones .

Tarantino, desde su ópera prima con Reservoir Dogs, ha sabido explorar los rincones más olvidados de la música pop, echando mano al baúl de los recuerdos sonoros de los 60 y 70, convirtiendo en himnos una buena tanda de canciones perdidas en el limbo del tiempo. Tal es el caso de ‘Little green bag’ de George Baker Selection, original de 1970, y de ‘Stuck in the middle with you‘ de Stealers Wheel editada en 1972, cuyo impacto mediático fue gracias a la película recién en 1992.

De ahí en más, la curatoría del cineasta oriundo de Knoxville ha propiciado la popularidad de las más diversas canciones a través de su inclusión en sus bandas sonoras. Desde ‘Misirlou’ (1962) de Dick Dale al inicio de Pulp Ficiton (1994) a ‘Goodnight moon’ (1999) de Shivaree, la canción de los créditos finales de Kill Bill 2 (2004). Y en esa categoría entra su último gran acierto: la maravillosa ‘Bring a little lovin’’, un hit de finales de los 60 interpretado por el grupo español Los Bravos que posee un irresistible ritmo y un estribillo universal.

La canción fue utilizada desde marzo para ambientar uno de los teasers liberados antes del estreno de Once Upon a Time… in Hollywood (en el que aparecía con otra joya del pasado como ‘Straight shooter‘ (1966) de The Mamas & The Papas). La infecciosa línea de bajo, un beat de batería trepidante y un órgano de inequívoco espíritu psicodélico potenciado por unos arreglos de viento típicos de la época, hicieron de ‘Bring a little lovin’’ la banda sonora perfecta para la presentación de los personajes de Margot Robbie (Sharon Tate), Leonardo Di Caprio (Rick Dalton) y Brad Pitt (Cliff Booth), los protagonistas de la comedia dramática, y cuya historia es digna de alguna de las películas del director.

Trae un poco de amor

Los Bravos fueron el único grupo de pop que logró traspasar las fronteras de la España franquista. Y lo hicieron con ‘Black is black’, una canción de 1966 que cosechó un éxito inusitado y que logró lo hasta entonces imposible: que una banda española cruzara el charco y alcanzara el éxito en los mercados más importantes: fue #2 en los charts británicos y #4 en Estados Unidos, una conquista tremenda en la edad de oro del beat, y en el mismo año de canciones inmortales como ‘Eleanor Rigby’ (The Beatles), ‘Sunny afternoon’ (The Kinks), ‘Wouldn’t it be nice’ (The Beach Boys), ‘Paint it black’ (Rolling Stones) o ‘California dreamin’’ (The Mamas & The Papas), por citar algunos de los clásicos inmortales de aquella temporada.

‘Black is black’ colocó a Los Bravos en la órbita mundial pese a su limitada proyección, tanto por razones geopolíticas (de su procedencia) como musicales: no eran compositores brillantes y su vocalista, Mike Kennedy, era un alemán con carisma y acento marroquí capaz de interpretar en inglés y español. Sí eran una banda de correcta ejecución y gran performance. Por eso, las luces de esa fama no duraron mucho y sus siguientes singles –‘I don’t care’ y ‘Going nowhere’– no tuvieron la misma suerte. Debido a aquello, su productor, el suizo Alain Milhaud, se esforzó para que la banda pudiera seguir cosechando un futuro internacional, y lo hizo recurriendo a una práctica común de la época: comprando los derechos de canciones de otros.

A principios de 1967, Milhaud viaja a Cannes, Francia, para asistir a la feria MIDEM, un espacio que funcionaba como punto de encuentro para ejecutivos, productores, compositores y discográficas pertenecientes a la gran industria musical, en donde se compraban y vendían composiciones. Es acá donde el suizo se topa con The Easybeats, un grupo australiano que también había tenido su catapulta a las grandes ligas en 1966 gracias a ‘Friday on my mind‘, canción que fue #1 en Inglaterra y los convirtió en un grupo tremendamente popular en la época. A diferencia de Los Bravos, los Easybeats –ya radicados en Londres– tuvieron una primavera compositiva exquisita al ser extremadamente prolíficos, al punto de ser incapaces de publicar todos los demos que grababan. Uno de ellos, ‘Bring a little lovin‘’.

A pesar que The Easybeats alcanzaron a tocarla un par de veces en vivo y que tenían una maqueta muy pulida en el estudio de dos minutos y medios de pura electricidad pop, sus compositores, los guitarristas Harry Vanda y George Young, decidieron venderle los derechos a Milhaud, quien pensó que la canción tenía los ingredientes precisos requeridos por Los Bravos para volver a conquistar a una audiencia internacional. Pero por alguna extraña razón, los españoles recién la ensayaron a finales de 1967 y la grabaron en febrero de 1968, dilatando su publicación hacia abril de aquel año, como single de su tercer disco “Dame un poco de Amor”, editado en abril.

El impacto en España fue inmediato: alcanzaron el top de las listas, convirtiéndose en un ferviente fenómeno pop, llegando incluso a grabar películas al más puro estilo de The Beatles. Sin embargo, la recepción en el resto del mundo distó mucho de lo conseguido por ‘Black in black’: #51 en el ranking Billboard de Estados Unidos y nula presencia en suelo británico. Finalmente, el ciclo de Los Bravos había terminado, disolviéndose ya para 1969. Por otro lado, The Easybeats incluyó la canción solo en la versión australiana de su quinto álbum «Vigil», lanzado en julio de 1968, sin siquiera ser elegida como single.

El pulso frenético, irascible, pegajoso y juvenil de ‘Bring a little lovin’’ encajó perfecto en el universo creado por Tarantino para Once Upon a Time… in Hollywood y, de alguna forma, también sintetiza el espíritu de la corta pero intensa carrera de Los Bravos. Un cruce impensado y poco probable, tanto como el que se produjo 23 años después de su publicación, cuando fue despojada de su esencia original y análoga para transformarla en uno de los primeros éxitos del entonces desconocido joven puertorriqueño Ricky Martin, que incluyó su deconstruida versión en su primer álbum homónimo de 1991.

Dime que me quieres’ (que puede que el link directo no lo tenga con la canción de Los Bravos sino con una versión en español que hizo el grupo mexicano Las Moskas en 1968 titulada ‘Amor chiquito‘) es un contagioso pop latino de inequívoco sello noventero: una base de baterías programadas, unos teclados abrillantados y un sintetizador que marca su categórico beat bailable (trabajo que llevó a cabo el productor Mariano Pérez), todo acompañado de un estribillo que, hasta en el cine, se escuchaba susurrar cuando ‘Bring a little lovin’’ suena en una de las escenas de carretera del personaje de Brad Pitt: “Ven y ven y ven y / Dime que me quieres / En la intimidad”. Ni Tarantino lo hubiese imaginado.

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