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Reimaginando a Lennon

Por: César Tudela | Publicado: 08.12.2019
Reimaginando a Lennon | Michael Putland/Getty Images
A 39 años del asesinado de John Lennon, y en medio de un mundo envuelto en protestas sociales, hacemos un análisis de una de sus obras cumbres: ‘Imagine’. Una lectura política cercana al anarquismo del considerado himno mundial de la paz.

La noche del ocho de diciembre de 1980, en las afueras del Edificio Dakota en Nueva York, John Lennon fue asesinado por cuatro tiros a manos de Mark Chapman, un fanático perturbado del ex Beatles que señaló personificar la personaje Holden Caufield de la novela The Catcher in the Rye de J.D. Salinger.

Treinta y nueve años después, el nombre de John Lennon no se ha olvidado y parece estar más vivo que nunca. Su música sigue sonando fuerte y la angulosidad de su obra es un territorio cada vez más incógnito, a pesar de haber sido transitado una y otra vez. Sobre todo en nuestros tiempos de inestabilidad social a nivel global, donde la bandera de la paz se enarbola sin mucha reflexión de lo que provoca el caos. En medio, canciones como ‘El derecho de vivir en paz’ de Víctor Jara o, más aún, ‘Imagine’, son (mal) usadas comos instrumentos pacificadores sin entender o, al menos, analizar en profundidad los textos y mensajes de sus compositores.

El fantasma de Lennon, a pesar de la distancia y el tiempo –lejos de permitirles descansar más o menos en paz– visita cada tanto discursos políticos a través de uno de sus himnos. ‘Imagine’ ha sido, con los años, la banda sonora de innumerables declaraciones de paz, mientras que esa paz solamente es buscada a través de la violencia (guerras u otras formas de represión a los pueblos). Nada más lejos de la ideología que el inmortalizado icono de rock profesaba a través de sus canciones.

Pacifismo, religiosidad, revolución. Las letras en el catálogo autoral de Lennon nos invitan a la profundidad de sus pensamientos e ideales, esos que por sobre todo hablan de amor y libertad. “Mi rol en la sociedad, o la de cualquier artista o poeta, es intentar expresar lo que sentimos todos. No decir a la gente cómo sentirse. No como un predicador, no como un líder, sino como un reflejo de todos nosotros”, le dijo una vez a la prensa de la época, a la vez que no tuvo miedo en decir lo que pensaba sin importar el destinatario de sus palabras. El mayor ejemplo es cuando, estando en Estados Unidos, se refirió acerca de Guerra de Vietnam. Sus dichos lo convirtieron en un hombre peligroso para los gobiernos estadounidense (primero para el republicano Eisenhower y luego para el demócrata J.F. Kennedy), por lo que sufrió una silenciosa persecución política por parte del FBI. El documental The US versus John Lennon (2006) investiga y trasparenta esa situación.

Barrie Wentzell

Ya encausado en su carrera solista tras la disolución de The Beatles, Lennon no dejó su bandera de lucha y usó la canción para oponerse al sistema capitalista. En una entrevista concedida a un paskín trostkista inglés  en 1971, decía: “Siempre he tenido conciencia política y he estado contra el statu quo». Ahora bien, lo que hay que entender de sus palabras es que su resistencia siempre la buscó por la vía de la paz, tanto en la calma espiritual personal, como en la estabilidad pública de los pueblos. Estas ideas, al menos, son las que se pueden desprender haciendo una relectura e interpretación de ‘Imagine’ (1971), quizás la canción más popular y a la vez paradigmática del guitarrista armónico de The Beatles, que desde 2017 comparte autoría con su esposa Yoko Ono, donde incluso manifiesta ideas más cercanas al anarquismo que a las ideologías políticas de izquierda.

Puedes decir que soy un soñador

“Todo lo que una persona pueda imaginar, otras podrán hacerlo realidad”
Julio Verne

Para el periodista argentino Rodrigo Fresán, ‘Imagine’ es una canción «tan fácil de mal interpretar que muchos prefieren entender como el definitivo e insuperable single pacifista cuando en realidad es una llamada a ir borrándolo todo hasta convertirse en un perfecto “nowhere man”, fuera y lejos de todo. En ‘Imagine’, Lennon –como en lo mejor de sus obras– apuesta por una virtual eliminación de todo. La receta que nos ofrece es ir descartando el cielo y el infierno, los países y las religiones, y las posesiones materiales, hasta que lo único que quede sea él. Un soñador flotando en un limbo donde “nada es real y no hay nada por qué preocuparse”, como lo dice explícitamente en el por siempre idílico ‘Strawberry fields’”.

Sí, ‘Imagine’ es un himno por la paz, un estado de plenitud espiritual al que se llegaría a través del amor, como canta en ‘All you need is love’, pero esa paz no se puede alcanzar por medio de religiones ni de partidos políticos. Eso es lo primero que nos da a entender. ¿No son acaso estos los principios fundamentales del anarquismo?

Imagine there’s no heaven
It’s easy if you try
No hell below us
Above us only sky
Imagine all the people
Living for today

Ya en las primeras líneas, encontramos una fuerte presencia de su visión contraria al dogma religioso, de la que bien ya se sabía en su etapa como Beatles (“La religión es sólo una manera de sacarle el diezmo a los ignorantes”, dijo alguna vez). Lennon nos habla desde el pragmatismo terrenal, nos dice que imaginemos que no existe un cielo diáfano ni un infierno desolador, y que imaginemos a todas las personas viviendo el presente, no en el pasado ni en el futuro. Estos versos nos hablan de combatir el miedo, la coartación de nuestra libertad para así ser capaces de vivir todos juntos en plenitud y felicidad, sin pensar en castigos por nuestras acciones.

En esta primera estrofa, podemos leer vestigios de las palabras que el filósofo y teórico anarquista ruso Mijaíl Bakunin escribió en 1871 en su obra Dios y el Estado: “Si Dios existe, el hombre es esclavo; ahora bien, el hombre puede y debe ser libre; por consiguiente, Dios no existe”. En este sencillo silogismo de Bakunin, podemos leer un razonamiento parecido al que hace Lennon: si Dios no existe, no existe el llamado “reino de los cielos” y menos el lugar donde se castigaría a los pecadores. Sólo existe este mundo. Nos libramos así del yugo de las consecuencias, de la moral impuesta, de los principios dogmáticos. Puede que esta comparación suene antojadiza, pero es el propio Lennon el que, en otra canción –‘God’, de 1970– reafirma su negación a la existencia de un dios todopoderoso y omnipresente: “God is a concept / by which we measure / our pain”.

Si profundizamos más sobre su pensamiento sobre la religión, y sobre todo su opinión sobre el cristianismo, encontramos una de las más polémicas frases del rock, cuando en una conferencia de prensa en 1966 declarara que “El cristianismo se irá. Desaparecerá y se contraerá. No necesito argumentar sobre eso; estoy seguro y se comprobará. Ahora somos más populares que Jesús; no sé quién se irá primero, el rock n’ roll o el cristianismo”.

Imaginemos que no hayan religiones, que no haya más que nosotros mismos viviendo en armonía, libertad, paz y felicidad, sin condicionantes doctrinales, sino más bien, como una espiritualidad propia y personal. La invitación que nos hace Lennon es para que reflexionemos hacia donde nos condice nuestra existencia acorde a nuestros propios valores.

Imagine there’s no countries
It isn’t hard to do
Nothing to kill or die for
And no religion too
Imagine all the people
Living life in peace

Luego, nos invita a imaginar un mundo donde no hay países, donde no hay razones para matar o morir. Estos versos vienen desde el imaginario de la realidad utópica de Lennon, él mismo dice que es un soñador, pero recalca que esta utopía es posible y que algún día, quizás cuando las personas estén cansadas de tanta guerra, de tanta muerte, de tanta hambre, de tanta injusticia social… de tanto, nos unamos a esta esperanza. Es algo así como las consignas anarquistas que dicen “la utopía es posible” o las pancartas del Mayo Francés en 1968: “seamos realistas, pidamos lo imposible”. O, sin ir más lejos, los rayados y carteles que vemos en las actuales protestas en Chile desde el estallido social: “hasta que vivir valga la pena”.

En esta estrofa, aparecen –de forma implícita– los postulados de otro ilustre anarquista, el teórico estadounidense Henry Thoreau, que en su obra Desobediencia Civil (1848) escribe: “Creo de todo corazón en el lema «el mejor gobierno es el que tiene que gobernar menos», y me gustaría verlo hacerse efectivo más rápida y sistemáticamente. Bien llevado, finalmente resulta en algo en lo que también creo: «el mejor gobierno es el que no tiene que gobernar en absoluto». Y cuando los pueblos estén preparados para ello, ése será el tipo de gobierno que tengan. En el mejor de los casos, el gobierno no es más que una conveniencia, pero en su mayoría los gobiernos son inconvenientes y todos han resultado serlo en algún momento”.

Esto es lo que, al parecer, Lennon desea en el fondo, porque reconoce que son los Estado nación las instituciones confeccionadas por y para el poder. ¿Qué necesidad hay de etiquetarnos como ciudadanos de un país? Esa es la pregunta que sugiera John, que lo único que desea es que sólo existan las personas viviendo en paz. Es algo que pide que nos imaginemos y lo sopesemos contra lo que tenemos: un mundo colapsado por la desigualdad. Entonces, sus palabras no son más que el impulso para que comencemos a construir una sociedad igualitaria, en donde la etiqueta de un país no implique nada, y así, deshacernos del poder que nos imponen para ser verdaderamente libres, sin ataduras chovinistas.

Stephen Quick

Bakunin también intentó imaginar esto: “rechazamos toda legislación, toda autoridad y toda influencia privilegiadas, paternales, oficiales y legales; aunque salgan del sufragio universal, convencidos de que no podrán actuar sino en provecho de una minoría dominadora y explotadora, contra los intereses de la inmensa mayoría”. ¿Para qué queremos un Estado que no cumple con sus funciones básicas de garantizar el bienestar de su pueblo? Tanto Thoreau como Bakunin –y Lennon– creían que sin Estado podemos estar mejor, vivir mejor.

El desencanto que le produce el modelo político a Lennon lo manifiesta también –cómo no– en otra de sus canciones: ‘Gimme some truth’ (1971): “I’ve had enough of reading things / By neurotic, psychotic, pig-headed politicians / All I want is the truth / Just gimme some truth”. En esta canción, pone de manifiesto su más profundo desencanto con el sistema. Dice estar cansado de leer las promesas de “políticos neuróticos, psicóticos y estúpidos”, y remata con unos versos tan honestos como indolentes: “todo lo que quiero es la verdad. Sólo dame algo de verdad”. Thoreau, en su obra, se expresa con la misma intención que el grito principal de esta canción: “antes que el amor, el dinero, la fe, la fama y la justicia, dame la verdad”.

Imagine no possessions
I wonder if you can
No need for greed or hunger
A brotherhood of man
Imagine all the people
Sharing all the world

Casi finalizando, Lennon escribe una fabulosa y hermosa reflexión: imagina que no hay posesiones, ni necesidad de codicia ni de hambre, una hermandad de hombres, imagina a todas las personas compartiendo el mundo. Una comunidad que se maneje a sí misma, sin posesiones, pues de éstas se derivan el dolor, la pobreza, la desigualdad, la codicia, el odio, el egoísmo. ¿No está acaso hablando del capitalismo salvaje que nos sigue azotando e impulsando al abismo? Dicho de otras forma, Lennon lo que nos pide que nos desapeguemos de las instituciones, ya sean políticas, religiosas, económicas; deslegitimizar la superestructura que nos mantiene encadenados.

Nuevamente encontramos en las obras de los teóricos anarquistas los resabios de las palabras de Lennon: “Esclavos de Dios, los hombres deben serlo de la Iglesia y del Estado, en tanto que este último es consagrado por la iglesia”, dice Bakunin; “El Estado, pues, nunca confronta a conciencia la razón de una persona, intelectual o moralmente, sino sólo su cuerpo, sus sentidos. No está equipado con un ingenio superior o una honestidad superior, sino con fuerza superior. Yo no nací para ser forzado. Respiro a mi manera”, manifiesta por su lado Thoreau.

You may say that I’m a dreamer
But I’m not the only one
I hope someday you’ll join us
And the world will live as one

La canción termina con la estrofa que sirve de estribillo. En esos últimos versos, Lennon se declara un soñador, nuevamente, pero sabe que no es el único, y de una forma muy inteligente interpelar a los oyentes para encontrar identificación en otros soñadores e incluso en los indecisos. “Espero que algún día te nos unas”, dice sin metáforas. Pero, ¿a qué causa? A una sociedad donde podamos vivir todos juntos en amor y paz. Lennon intencionalmente cierra la canción con su proclama de una sociedad justa, igualitaria y libertaria, donde el mundo esté compartido y no delimitado, donde la libertad propia rija nuestro propio destino y no interfiera en el de los demás. Un mundo donde, al fin, el ser humano pueda merecer esa calificación.

Pablo Stanley

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