Publicidad

La ONU exige compromisos reales en cumbre por cambio climático ¿Ad portas de un nuevo fracaso?

Publicado: 22.09.2014
Publicidad

Más de 120 jefes de Estado o de Gobierno confirmaron su asistencia a la cumbre climática que se desarrollará el día de mañana en la sede de Naciones Unidas en Nueva York. La delegación chilena, además del ministro de Medio Ambiente (MMA), Pablo Badenier, y el canciller Heraldo Muñoz, estará encabezada por la presidenta Michelle Bachelet.

El objetivo de la cumbre, cuya celebración se enmarca en la asamblea 69 de la ONU, es que los compromisos que cada país anuncie en Nueva York se reflejen en la negociación del nuevo tratado sobre el cambio climático, sentando las bases para el diseño de un nuevo protocolo que reemplace al de Kioto, cuyas negociaciones se iniciarán en diciembre de este año, en Lima, y concluirán en París, en 2015. Será el primer encuentro de alto nivel tras el fracaso en Copenhague, hace cinco años.

El secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, fijó la lucha contra el cambio climático y el calentamiento del planeta como la gran prioridad de su mandato. Ban, promotor del encuentro mundial del martes, parte de la premisa de que todos los países entienden ahora que el clima es un problema mayor “que afecta a todos los aspectos de nuestras vidas”. Por eso, considera que los líderes mundiales deben afrontar el reto sin esperar un día más. La asamblea de Naciones Unidas es, desde ese punto de vista, una oportunidad única de reunirlos a todos y extraerles un mayor grado de compromiso.

Lord Stern, una de las voces más reconocidas en el ámbito de la lucha contra el cambio climático, señala que “cada día que pasa la amenaza es mayor”. El consenso general de la comunidad científica es que si para 2020 no entra en vigor una convención con nuevos recortes de emisiones, se agotará cualquier esperanza para contener el calentamiento del planeta por debajo de los niveles considerados muy peligrosos. Las evidencias científicas están ahí. La subida del nivel del mar desde 1992 fue el doble que en todo el siglo pasado, porque los casquetes polares se derriten más rápido, hasta el punto de haberse perdido el 70% de la masa helada entre 1991 y 2010. La subida de las temperaturas también afecta a la producción de cereal, debido a las sequías más frecuentes.

Por su parte Selwin Hart, director del equipo de apoyo de Ban Ki-moon en el área climática, reconoce que la cumbre no va a resolver la amplia brecha que hay entre lo comprometido por los países y lo que realmente se está haciendo. “Ese no es el propósito”, comenta el funcionario, “pero sí puede sentar la base de la negociación que comenzará en Lima”. La cumbre, además, cojea por las grandes ausencias. Rusia, China, India, Canadá, Australia o Arabia Saudí no estarán representadas por sus primeros ministros. Y como adelantan en el entorno de Ban, lo previsto es que al cierre de la reunión se haga un resumen para enumeren los aspectos más relevantes de las intervenciones.

Robert Orr, asistente del secretario general en cuestiones estratégicas, asegura que hay que ver la cumbre como unas «negociaciones informales» diseñadas para que los nuevos líderes que no estuvieron en Copenhague conozcan a sus interlocutores y sienten una base de discusión. “Copenhague fue un fracaso por varios motivos. Se preparó mal y se celebró en plena crisis financiera internacional. Entonces, la lucha contra el cambio climático se veía como un gasto adicional y un freno a la economía. Ahora, sin embargo, es una oportunidad de negocio. “El dinero se mueve muy rápido. Hay una competencia real por invertir”, asegura Orr, que explica que a la cumbre se invitó a representantes de compañías energéticas.

“Todos los que son parte del problema deben ser parte de la solución”, repite el funcionario. La ONU teme que si no se cambia el patrón de inversión en los próximos 15 años, “se vivirá una catástrofe continua”. Pero el abandono de la economía basada en fuentes fósiles de energía no sucederá en un día. El propósito es que grupos de compañías en sectores como la energía, el transporte y la agricultura marquen un estándar de sostenibilidad para el resto.

Cumbres Ambientales ¿Un fracaso sin fin?

El cambio climático constituye para muchos el desafío más importante del sistema de las Naciones Unidas, y uno de los mayores problemas ambientales de nuestro tiempo. El fenómeno exhibe varias de las complejidades que informan transversalmente el derecho internacional ambiental moderno: la gobernanza mundial del medio ambiente, la equidad intrageneracional e intergeneracional, la existencia o aplicación del principio precautorio, y en particular las dificultades que existen para alcanzar acuerdos multilaterales y eficaces sobre los bienes comunes a toda la humanidad o «global commons». En términos más amplios, lo que está en el centro de la discusión es la concreción misma del concepto de desarrollo sustentable.

La complejidad que supone lograr un acuerdo planetario en torno al cambio climático quedó de manifiesto tras la COP 15 (XV Conferencia sobre el Cambio Climático de las Naciones Unidas) realizada en Copenhague, Dinamarca, en diciembre de 2009.

Después de dos semanas llenas de incertidumbre, en el que millones de personas tenían puestas sus expectativas en la COP 15, la mayor reunión sobre el cambio climático de la historia, el resultado no pudo ser más insatisfactorio. El manifiesto final no fue vinculante y no estableció cómo se deberá proceder para llevar a cabo la reducción de emisiones.

Todos los discursos ambientalistas y  el show mediático realizado en torno a la conferencia concluyó con una simple declaración de intenciones en las que los países participantes pusieron de manifiesto que quieren que la temperatura del planeta no se incremente más de 2ºC con respecto a los niveles que había antes de la Revolución Industrial.

Dos de los principales países responsables de los niveles de emisiones más altos, como son EEUU y China, y que no participaron en el Protocolo de Kyoto, lideraron  las negociaciones para finalmente no llegar a ningún acuerdo. La reducción que proponía Obama, era insuficiente, un 4% respecto a los niveles de 1990, y China no estaba dispuesta entre otras cosas a que la Organización de las Naciones Unidas auditase sus emisiones.

Los activistas defensores del medio ambiente protestaron indignados en la cumbre sobre el cambio climático celebrada en Copenhague en 2009, cuando el Presidente Obama hizo fracasar las negociaciones de la ONU al mantener reuniones a puertas cerradas con los países más contaminadores del planeta. En aquel entonces, la ONU respondió expulsando a los activistas.

Tras veinte años de cumbres y protocolos, los funcionarios de las Naciones Unidas aparentemente se dieron cuenta de que, si se dejan las negociaciones en manos de los sospechosos de siempre, es decir, de los gobiernos y las empresas, jamás se logrará un acuerdo legalmente vinculante sobre el cambio climático, previsto para la cumbre que se celebrará en París en diciembre de 2015. Ahora se considera que la movilización popular es un elemento fundamental para el éxito de las negociaciones.

Las negociaciones sobre el cambio climático de la ONU se realizan en diferentes partes del mundo, pero siempre dentro de establecimientos con máxima seguridad, lejos de la gente que sufre los efectos directos del cambio climático y lejos de los activistas.

Para la escritora la Naomi Klein, una de las principales oradoras de las manifestaciones contra el cambio climático que se desarrollaron en Wall Street y todo el mundo el domingo recién pasado, el fracaso de las políticas ambientales a nivel global ocurren “Porque no tenemos líderes preocupados por el cambio climático reunidos en la ONU, es que la ONU solo ha logrado reunir fracasos. Y algunos de ellos ni siquiera asisten, como el Primer Ministro de mi país, Steven Harper (Canadá), que es un delincuente climático tan grande que ha decidido saltearse todo el proceso y solamente aparece en las cenas después de la conferencia”.

“Creo que el sentido de urgencia expresado en las calles se transmitirá y creo que será entonces que la gente lo llevará más lejos, lo llevará a quienes son realmente responsables de bloquear el avance. A muchas de las personas que están organizando ‘Flood Wall Street’ las conocí en el contexto de ‘Occupy Wall Street’ y entienden que nuestro sistema económico está sacrificando a la gente en nombre de las ganancias. Ya saben eso. Lo que nos dice el cambio climático es que esta misma lógica de lucro y crecimiento por encima de todo lo demás está sacrificando los propios sistemas vitales de los que todos dependemos. Y esa es una conexión evidente y hace que el movimiento tenga aún más urgencia. No se trata de un nuevo movimiento, son todos nuestros movimientos unidos. Aún es posible detener ese resultado catastrófico, pero eso implica cambiar todo nuestro sistema económico. La buena noticia es que, para mucha gente, ese sistema no está funcionando”.

Publicidad
Contenido relacionado

Chile, Venezuela y Cuba: Los países que aún no han firmado el Acuerdo de Escazú

VIDEO | ¿Por qué el jaguar está en la mira de los traficantes?

Publicidad