Experto en desarrollo agrícola: “No son las grandes empresas las que nos dan de comer en Chile, Bolivia ni Haití, son los pequeños productores”

Por: Francisco Parra | Publicado: 26.02.2019
Experto en desarrollo agrícola: “No son las grandes empresas las que nos dan de comer en Chile, Bolivia ni Haití, son los pequeños productores” jesusquintana1 /
Es una agencia de inversiones, donde el dinero de Naciones Unidas es dirigido a los países menos desarrollados para la inclusión de los territorios más rezagados. En medio del consejo general de FIDA en Roma, Italia, El Desconcierto conversó con Jesús Quintana, a cargo de la oficina sudamericana del organismo. Consciente de los peligros que enfrentan los pequeños agricultores de la región, llama a aprovechar también un momento único: “Muchos se sorprenden cuando descubren que esa papa rica que comen la brinda la gente, no viene del gran conglomerado donde todo es uniforme y no tiene sabor. Esa es una oportunidad”, dice.

Con palabras del Papa Francisco I, del director de la FAO, José Graziano y con un mensaje transversal a luchar contra la pobreza y el hambre a través de la agricultura sostenible. Así comenzó el pasado jueves, en Roma, el 42º Consejo General del Fondo Internacional para el Desarrollo Agrícola (FIDA).

Con más de 40 años de historia, el FIDA es, en palabras simples, una especie de banco. Es un fondo de inversión que escinde de Naciones Unidas y trabaja en todo el mundo promoviendo el desarrollo rural en los territorios rezagados. En medio de su consejo general en Roma, Italia, El Desconcierto conversó con Jesús Quintana, director del FIDA para la región andina, en tiempos donde en América Latina sufre de los efectos del cambio climática, la escasez de agua y vive el boom de la preocupación por una alimentación saludable.

– ¿Cómo defines el trabajo de FIDA en América Latina?
– El Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola es un organismo de Naciones Unidas cuya misión principal es trabajar con los pequeños productores, lo que nos diferencia de todos los demás. Nuestro mandato es único. Sabemos lo que hacemos, el foco es muy claro, lo que nos da una ventaja inmensa. Los pequeños agricultores, la inmensa mayoría, son pobres, casi siempre por debajo del límite de pobreza y eso es en la mayor parte de América Latina. Desde hace 40 años que trabajamos en esto, trabajar con los gobiernos, la sociedad, decir que aquí hay un nicho importante de gente que vive del agro y que necesita atención, porque no la tienen, porque son pequeños, están aislados, ni el Estado ni las empresas llegan. Pero lo curioso es que ellos son fundamentales. No solo las grandes empresas nos dan de comer, ni en Chile, ni en Bolivia ni en Haití, son los pequeños los que nos dan la mayoría. Los grandes tienen una función, claro, pero ellos exportan, hacen commodoties, pero al fin del día, la papa que tú comes, que yo como, viene en su inmensa mayoría de los pequeños. Esa doble situación, un grupo que desde el punto de vista social necesita apoyo y desde el económico tiene una gran función. Ayudarles a ellos es la solución del problema. Eso es lo que intenta hacer FIDA, dar elementos al Estado y poner recursos para eso.

– Vivimos en tiempos de urgencias graves como la escasez hídrica y el cambio climático. Vivimos también en una época donde la gente se preocupa del consumo sustentable, de qué está comiendo, donde se es consciente incluso del agro-negocio. ¿Cómo dialogan estas situaciones de contexto con el trabajo de FIDA?

– Para los que conocemos el desarrollo rural, sabemos que todo ha cambiado muchísimo. Sabemos que ya no podemos aplicar la receta del pasado, cuando aplicábamos herramientas puramente económicas o puramente sociales. Hoy tenemos nuevas tendencias, algunas a favor y otras en contra. En contra tenemos la vulnerabilidad climática, nos afecta a todos, pero sobre todo a los más pequeños, porque tienen menos herramientas y porque suelen estar en las zonas más vulnerables, son los que más sufren. Los favorecidos son los que están en sitios mejores, o, si no estuvieran, tienen herramientas, como seguros. También enfrentamos el despoblamiento. Ahora nos van quedando los agricultores mayores, que tienen menos agilidad, menos recursos, menos contactos. Está el tema de la desconexión, la conectividad física y digital, que también agrava. Está la feminización de la agricultura, se van quedando mayores y mujeres, los jóvenes son las jóvenes, que por temas familiares no se pueden ir.

Pero también hay oportunidades. Esa migración sí se puede revertir si damos un poco de inversión en conectividad. La carretera sigue costando lo mismo, pero la digital no tanto. Si se le deja a la empresa privada, aplica criterios puramente económicos, pero ahí el Estado puede subvencionar.

Y también tenemos el boom gastronómico de las clases medias de Chile, Perú, Guatemala, México. Están informadas, demandan y quieren saber de dónde viene ese alimento. Y se sorprenden cuando esa papa rica que comen lo brinda la gente, no viene del gran conglomerado donde todo es uniforme y no tiene sabor, y que impacta en el medio ambiente. Esa es una oportunidad, porque hay mayor conciencia, mayor capacidad de consumo y eso puede beneficiar a los pequeños productores que si se asocian, por ejemplo, pueden avanzar en cosas comoautocertificaciones, como lo que hace SlowFood, Mistura en Perú, pueden llegar incluso a etiquetados sociales que los ayuden a vender mejor.

– Si uno ve los Objetivo de Desarrollo Sostenible, muchos están muy relacionados al trabajo de FIDA, reducción de pobreza, hambre cero. Son conceptos que nadie dirá estar en desacuerdo. ¿Teniendo eso en cuenta, cuáles son los logros concretos de FIDA en América Latina?

– Todos los ODS son relevantes, pero como nosotros somos especializados, nos toca directamente los primeros dos: Reducción de pobreza y hambre cero. También nos toca el de género, el ambiental. En la parte nutritiva hemos trabajado con muchos gobiernos, en alianzas no solo con Agricultura, que es nuestro socio principal, sino también con Ministerios de Salud, ministerios sociales. Cuando se habla de anemia o desnutrición infantil, ahí decimos: nuestros pequeños productores no solo producen para el mercado, sino también trabajamos para que una vez que tengan ingresos, no se lo gasten en productos basura. Una mejora de ingresos no se traduce automáticamente en una mejora alimentaria, primero porque hay necesidades distintas y porque puede haber falta de información. Y tú puedes, irónicamente, decidir producir un producto sano y acabar comprando un producto no sano que está en el mercado, con mucha azúcar, o desequilibrados calóricamente.

-¿Qué pasa cuando los gobiernos, en la práctica, les cierran las puertas?

– Te lo digo: nuestra agenda no es neutra, pero sí intentamos convencer a los gobiernos de que la lucha contra la pobreza es de todos, es sin color político. Recuerdo pocos casos en que hemos tenido conflictos. Donde sí hay un riesgo es la utilización política. Nosotros no estamos tan activos en la agenda de Derechos Humanos, no porque no nos preocupe, sino porque trabajamos con los pequeños. Es en la utilización política, por exclusión o cooptación, donde somos muy cuidadosos, para evitar que un gobierno X nos utilice. No nos preocupa tanto si nos utiliza a favor, lo que queremos evitar que un grupo quede excluido por razones políticas. Un grupo que por tener una visión política distinta, sea la que sea, pueda quedar excluido. Y en ese sentido somos contundentes. Ante cualquier problema siempre hemos apostado por el diálogo y siempre explicamos que los fondos de FIDA, que son para el país y no para un partido o un gobierno, tienen que utilizarse consistentemente para todos, siempre que se comparta el objetivo.

– En el foro de Pueblos Indígenas, un representante habló y agradeció la oportunidad de estar acá, en Roma, de escucharlos. Y dijo: «para nuestros gobiernos somos un obstáculo, nos ven como un obstáculo para el desarrollo». En América Latina, la agricultura y el desarrollo rural están muy ligados a comunidades indígenas en todos los países.

– Lo que ocurre es que durante mucho tiempo la agenda ha sido reivindicativa y de lucha. Y lo ha sido con justicia, viendo lo que ha pasado en la región. Pero siento que ya bastante ha cambiado. Siempre hay que estar vigilante, claro, pero creemos que la agenda de los pueblos indígenas y afro originarios, la propuesta es más proactiva porque las condiciones lo permiten. Pero también hay más receptividad en los gobiernos. Desde nuestra óptica, en FIDA y Naciones Unidas no tomamos partidos, hay otras agencias que sí lo hacen, como el Comité de Derechos Humanos. Nosotros intentamos mantener un equilibrio, acercar posturas, buscar consensos. Es claro que siempre hay disensos, pero buscamos los consensos y las oportunidades, que siempre las hay porque hay gente bien intencionada en todos los gobiernos, incluso en los que nos parecen peores. Y buscamos inversiones también. Respecto a la consulta previa, cuando existe institucionalmente, decimos que hay que usarla porque es una herramienta. Si el país no la ha instalado, recomendamos que lo haga, que hable con la OIT para promoverla. Siempre buscamos acercar posturas.

– ¿Cuál es el rol de la sociedad civil en todo esto?

– Algunos son complementarios, porque también invierten, como las ONG de desarrollo, otros son veedores o cuidadores de que ciertos derechos o visiones se defiendan. Esto que viste en el foro de Pueblos Indígenas, es un foro único, porque ocurre en una agencia de inversión, y no en un foro de defensa de derechos, donde tiene más sentido tenerlo. Ahí no vienen ONGs, vienen representantes de pueblos indígenas, no se ha planteado. Es bi anual, porque el otro año es con representantes de organizaciones campesinas, con sus visiones y demandas. Eso nos refresca como organismo, porque es cierto que tenemos mucha burocracia dentro de Naciones Unidas.

– Eso es interesante, porque estrictamente ustedes se relacionan con gobiernos para beneficiar a la gente.

– A ellos tenemos que escucharlos, colectivamente, porque nos presentan demandas, pero también nuestro trabajo puede ser muy burocrático, por la forma de trabajar que nos protege, pero también nos deja pegados a papeles, reglas y procedimientos. El riesgo es que nos alejemos de la realidad.

– El trabajo de FIDA y otras organizaciones ha permitido evidenciar las desigualdades territoriales en la región. Sabemos qué pasa con las mujeres rurales, con los jóvenes, hay evidencias de qué forma es más eficiente promover el desarrollo de las comunidades rurales, se sabe cómo avanzar en agricultura sostenible, pero las desigualdades siguen siendo tema de cada día. ¿Qué falta?

– Mucho. Nos faltan herramientas nuevas porque la situación es muy fluida, ha cambiado. Por ejemplo, Rimisp nos ayuda mucho, porque nos permite decir no cosas genéricas como ‘los jóvenes están mal’ o ‘las mujeres están mal’. Podemos hablar de migraciones, cambio climático, cosas concretas que pueden ser analizadas caso por caso. Nos faltan más de esas herramientas y fondos para llevar todo eso que dices a cabo. Las estrategias sin recurso son papel mojado. Te pongo dos ejemplos: En Colombia, con Rimisp hemos trabajado la economía de la ilegalidad. Minería ilegal, la coca, cultivos ilegales, extracción de áridos. Eso se puede hablar genéricamente: que hay que dar una solución, que tenemos que tener cultivos alternativos. Cuando uno baja a esas regiones, Nariño, una región que tiene más coca que todo Perú, ves cosas chocantes. ¿Sabes qué hemos descubierto gracias al trabajo de Rimisp? Que la gente que está alrededor de la economía de la coca en realidad está igual o más pobre que la de otras regiones. Y eso pasa porque hay una explotación de esas personas, y no un beneficio como uno habría pensado, siendo simplista. Pero sabemos ahora que están explotados y el plus grande se lo llevan las mafias. Sí, hay mucho dinero, pero no llega a esos jóvenes agricultores, los que han ido migrando porque hay circulación, no porque hayan mayores ingresos. Ese conocimiento, tan concreto, pero tan importante, le da al Estado de Colombia una herramienta poderosísima. Ellos ya no están con las manos atadas o con el lamento de ‘cómo vamos a combatir la coca’. Sí se puede, porque los agricultores no tienen más ingresos, tienen los mismos o menos. Por lo tanto cualquier programa social o económico que hagas ayuda.

Lo que hacemos también con los Grupo de Diálogo Rural, una herramienta poderosa que tenemos en México, Colombia, Ecuador y Perú. Se hizo un trabajo sobre mujeres jóvenes, desagregado por etnias. Descubrimos cosas llamativas en temas de educación, salud, qué es lo que piden las mujeres, que tienes que tener políticas muy diferenciadas en los grupos étnicos, donde el tema de salud reproductiva es lo que más les preocupa, junto a la educación y no tanto lo económico. FIDA es una agencia de inversión, de apoyos técnicos, entonces no estamos equipados para todo esto. Por eso la alianza con socios que hacen investigación aplicada, con la academia, como Rimisp, nos da una herramienta para llegar ante los gobiernos y decirles: esto es lo que hay que hacer, no es tan costoso, tiene que ser focalizado.

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