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Comunidad agrícola Tunga Sur: Migrar o resistir a la crisis hídrica

Publicado: 30.08.2020

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Aurora Godoy Loza es madre de nueve hijos. Nació en Agua Amarilla, en la comuna de Los Vilos y posteriormente migró a otras zonas de la región como Casuto y al sector de El Remolino, en la Provincia de Choapa.

“Estuvimos varios años en El Remolino hasta que crecí y luego nos vinimos a vivir al cerro en Coyuntagua Sur (Choapa). Ahí estuvimos más de 50 años. Después falleció mi marido y nos vinimos hasta donde estamos ahora”, relata.

Fue criancera. En el período en que vivió en Coyuntagua, tuvo ovejas y alrededor de 50 cabras y con la leche de estas últimas, se dedicó a la fabricación de queso.

“Vendíamos poco queso, pero se vendía. Después los animales se empezaron a morir, hasta quedar sin nada”, recuerda Godoy.

“No podía tener más cabras, porque tenía muchos hijos y con las ovejas no es tanto el sacrificio. A las ovejas uno las cría, se van al campo y después llegan solitas a la casa”, agrega.

Mientras se dedicaba a la crianza de animales y a cuidar de sus hijos, su marido trabajó en la minería, en una ciudad en el norte grande de Chile. Fue un período complejo -dice Aurora-, mientras observa el paisaje a su alrededor.

“Batallamos harto para tener para comer y ahorrar para ir a Illapel a comprar las cosas. Él hacía dedo o pagaba de repente, para el traslado”, detalla.

La mujer recuerda que en ese entonces “había agua por las quebradas”. “Yo dejaba a mis hijos en la casa, cuando mi marido bajaba de la mina y venía a buscar el agua en burro. Cruzaba el río para acarrearla”, precisa.

Terreno donde se emplazó la vivienda en la que Godoy residió por más de 50 años. Foto: Sebastián Palma

Entre los años 2010 y 2012, Aurora comenzó a recibir agua a través de un camión aljibe. Tiempo después, en 2017, su marido falleció y decidió trasladarse. La falta de agua en el río y la muerte lenta de sus animales la impulsaron a abandonar el hogar donde residió por casi 50 años.

En el actual sitio donde vive aún no tiene agua potable. Tampoco cuenta con servicio eléctrico.

Al recordar los tiempos de antaño y compararlos con el presente, señala que ahora no llueve en la fecha que corresponde. También dice que no hay suficientes recursos hídricos “para salvar a los animales” de que mueran por falta de alimento.

Proyecta que si para abril de 2020 no cambia esta situación, “se generará una guerra por este recurso básico. Ya no vamos a tener agua porque se va a secar todo”, sentencia la ex criancera y reclama: “tenemos derecho a vivir con agua”.

La escasez del recurso y la dificultad de acceso a servicios básicos provocaron que cada uno de sus hijos migrara desde la zona rural a centros urbanos de la comuna.

“Todos nos apartamos por el problema de la sequía. Los niños -sus hijos- tuvieron que irse a las minas del norte del país a trabajar. Mi marido se murió, ellos me venían a ver, pero por la falta agua no podíamos vivir en el cerro”, subraya.

Añade que como no cuentan con una escuela en el sector “los niños se van de aquí (al cursar) el quinto básico. Se tienen que ir internados a Illapel”.

Durante la conversación la acompaña uno de sus hijos, quien prefiere mantener su identidad en reserva. El hombre emigró desde el campo hacia zona urbana de Illapel. Sus motivos personales para trasladarse fueron la búsqueda de una fuente de trabajo y el acceso a la educación de sus hijos.

“Nadie se queda porque en el campo es muy difícil generar dinero”, precisa la campesina.

El terreno donde se encuentra emplazada su actual vivienda pertenece a la Comunidad Agrícola “Tunga sur” y está compuesta por 145 comuneros. La familia de Aurora tiene derechos en el lugar donde está su nuevo hogar.

Sin embargo, a pesar de ser propietarios, hoy deben lidiar con la instalación de la “Nueva Línea Transmisión 2×220 kV Nueva Pan de Azúcar-Punta”.

El proyecto a nombre de Centella Transmisión S.A., contempla la construcción de una línea eléctrica de una extensión de 252 kilómetros y considera 633 estructuras construidas en las comunas de Ovalle, Canela, Illapel y Salamanca, en Coquimbo. El monto estimado de inversión para su ejecución alcanzará un total aproximado de US$ 140 millones.

Aurora acusa que este proyecto pasará por donde está construida su casa, lo que puede perjudicar su salud y bienestar. “¿Por qué no pasan la torre por un lugar donde no nos afecte?”, se pregunta. “No podemos cambiar las casas, porque ya tenemos nuestro hogar acá. Hemos tardado mucho en trasladar todas las cosas”, agrega.

Otro problema al que la ex criancera atribuye la falta del agua, es a la plantación de paltos. “En Pintacura -un sector que se ubica a 12 kilómetros del centro de Illapel-, están construyendo un tranque para regar todos los paltos que están distribuyendo en el cerro”, sostiene. Añade que “en los lugares donde hacen las norias profundas, sacan toda el agua y terminarán secando la zona”.

Banderas negras en protesta por plantaciones de palto en Illapel (2019). Foto: Sebastián Palma

Su hijo manifiesta su preocupación sobre una futura plantación de esta especie en los cerros. Alerta que los ríos puedan secarse, como ocurrió en Petorca, en la región de Valparaíso.

“La zona de la región porteña fue gravemente afectada por la plantación de estos frutos y ha mantenido una latente lucha por la recuperación del agua”, precisa la campesina.

En este contexto, indica que en el sector de El Maitén, de Illapel, las vecinas han instalado banderas negras y mensajes que aluden a las grandes plantaciones de palto en dicha zona.

“¿Por qué a los grandes empresarios no les prohíben plantar en épocas de sequías? Tenemos el derecho a vivir con agua. Es lo principal”, enfatiza.

*Este articulo forma parte del proyecto transmedia “Desterrados del agua: migrantes del cambio climático en Chile” que puedes revisar acá.

https://www.eldesconcierto.cl/2020/07/05/la-desigualdad-hidrica-en-chile-y-su-impacto-en-la-region-de-coquimbo/

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