Del papel al itrofill mongen: El legado verde del pueblo mapuche en la nueva Constitución

Por: Ignacio Espinoza | Publicado: 02.07.2022
Del papel al itrofill mongen: El legado verde del pueblo mapuche en la nueva Constitución / Imagen: Romina Gutiérrez
Una filosofía que palpita en las demandas de este pueblo originario: el respeto a todas las formas de vida. El itrofill mongen es la esencia detrás de la restitución de tierras, de la lucha contra empresas forestales y de leyes que las comunidades han conseguido para cuidar la biodiversidad del territorio. El borrador de la carta magna acogió elementos de este concepto indígena y abre una oportunidad histórica para proteger el medio ambiente de acuerdo a una cosmovisión que sea reconocida por la vía institucional del Estado chileno.

El pasado 28 de mayo, en la comuna de Limache y en el marco del Día del Patrimonio, Elisa Loncon y Gastón Soublette participaron en la charla “Diálogo para el buen vivir”. Sentada frente a la audiencia, la ex presidenta de la Convención Constitucional confesó que tiene un sueño: “Me encantaría tener unas 500 hectáreas de tierra donde pudiéramos reformar, reforestar, reinstalar la biodiversidad. Tener una universidad, la más avanzada en cuestiones de investigación científica para trabajar el estudio de la biodiversidad, la recomposición y el pensamiento de los pueblos”. La constituyente habló de una aspiración personal, pero con un trasfondo que forma parte de una filosofía de vida para el pueblo mapuche, el itrofill mongen.

“Es respetar todas las formas de vida que cohabitan en un lugar determinado. Y ahí el ser humano es uno más dentro de un espacio determinado que interactúa con los otros elementos de la naturaleza. Es un principio de vida”, afirma Adolfo Millabur. Para el constituyente, electo por escaños reservados y que pertenece al pueblo mapuche, hoy la sociedad está en crisis con un serio desequilibrio entre la persona y la naturaleza. Por eso, parte del trabajo que han realizado en la Convención Constitucional ha sido el de inculcar y consagrar el itrofill mongen. “Creemos que como pueblo indígena podemos ayudar a reflexionar e integrar elementos que permitan comprender y enfrentar la crisis de manera distinta a como lo miran las culturas occidentales desde el antropocentrismo”, afirma Millabur.

De las 499 normas que conformaron el primer borrador de la nueva Constitución, solo 47 mencionaron a los pueblos originarios. Uno de esos artículos, que tiene relación con el itrofill mongen, es el de la restitución de tierras y que en el nuevo texto Constitucional dice: “La propiedad de las tierras indígenas goza de especial protección, El Estado establecerá instrumentos jurídicos eficaces para su catastro, regularización, demarcación, titulación, reparación y restitución. Frente a esta normativa, la Comisión de Normas Transitorias, en materia de pueblos y naciones indígenas, aprobó la creación de una Comisión Territorial Indígena. El órgano deberá estudiar y proponer acuerdos para regularizar, demarcar, y restituir territorios para los pueblos originarios. Cuatro años durará la comisión y podrá extenderse por dos años más.

Por otra parte, una de las últimas actualizaciones que tuvo el borrador Constitucional, antes de que sea entregado este 4 de julio, fue la ubicación del artículo que aborda el reconocimiento del Estado de las tierras, territorios y recursos indígenas: la Comisión de Armonización propuso colocarlo al final de la lista de derechos. Pero la indicación fue rechazada por el pleno de la Convención y finalmente la norma quedó después del derecho de propiedad y las reglas de expropiación.

Pero el concepto de itrofill Mongen no solo está presente en el borrador de la nueva Constitución, también ha sido inherente en la historia del pueblo mapuche. Forma parte de la defensa de las tierras que enarboló contra la colonización española, la invasión del Estado chileno en la “Pacificación de la Araucanía” y posteriormente en la dictadura militar cuando el órgano estatal continuó con el despojo del territorio.

Una demanda histórica

Aunque el itrofill mongen ha permeado en el proceso constitucional, fue en 1992 cuando comenzaron los primeros atisbos para plantear una demanda por los derechos de la naturaleza a través de la vía institucional. “Este primer debate en el mundo mapuche lo va a plantear sobre todo la Identidad Territorial Lafkenche (ITF) en su lucha por incorporar las 200 millas marítimas en un espacio de biodiversidad. Ese fue uno de los aspectos que lo logró incorporar el mundo lafkenche –gente del mar en mapuzugun– y es que la vida de ellos depende del océano”, afirma Fernado Pairican, historiador mapuche, sobre la Ley Lakenche –20.249 de la Constitución vigente–, que crea el Espacio Costero Marino de los Pueblos Originarios (ECMPO). Un avance en materia legal pero que conlleva otro problema: pudieron inscribir el mar, pero no el acceso a los recursos.

De hecho, Millabur formó parte de la Identidad Territorial Lafkenche y expresa lo que es el mar para el pueblo mapuche: “Es parte del itrofill mongen. Es parte de la interdependencia que tenemos los seres humanos con una parte importante que es lo que produce la vida. Por primera vez vamos a estar mirando, si es que se aprueba la nueva Constitución, la interdependencia que tenemos con el mar, pero también verlo como un ecosistema. Actualmente no hay normativa que regule las formas de relacionarnos con el mar”.

El mar no es el único elemento que forma parte del itrofill mongen que se ha visto afectado. Y lo plantea Loncon al recordar su infancia. Ahí le enseñaron la importancia de los cerros Trengtreng, lugares sagrados dentro del territorio mapuche que tienen un poder especial y donde hay comunidades que realizan Nguillatun, ceremonia en el pueblo mapuche donde conectan con el mundo espiritual.

“En esos cerros hoy en día están las forestales. Están tapados de pino, entonces necesitamos cuanto antes que esos espacios vuelvan a ser comunitarios y colectivos”, afirma la constituyente en la charla “Diálogo para el buen vivir” sobre las bases de un conflicto que tiene el pueblo mapuche con el Estado chileno. Este problema se acentuó cuando la dictadura usurpó los terrenos a las comunidades y los vendió a las empresas forestales. En diciembre de 2017, la Revista Mexicana de Biodiversidad publicó un estudio donde reveló que, entre 1986 y 2011, la Cordillera de Nahuelbuta tuvo una pérdida del 33,2% del bosque nativo. La Corporación Nacional Forestal (Conaf) también entrega datos sobre el tema. En julio de 2021, el Catastro de los Recursos Vegetacionales Nativos de Chile, informó que las plantaciones forestales –principalmente entre las regiones de O’Higgins y Los Lagos– constituían 3,11 millones de hectáreas, el 17,27% del total de bosques del país. 

Millabur, alcalde de Tirúa desde 1996 hasta 2008 y desde 2012 a 2021, concuerda con la causa del problema y que también fue avalado en 1974 por el Decreto de Ley 701 que permitía entregar bonificaciones a los dueños de empresas forestales con el rótulo de Forestación, Recuperación de Suelos degradados y Forestación y Estabilización de Dunas y Forestación.

“Hace 30 o 40 años no había problema de agua en la zona, hoy en día tenemos problemas de agua, porque el monocultivo lo que hace es que seca las napas subterráneas y genera crisis hídrica en la zona. Con respecto al itrofill mongen ahí hay un problema”, afirma Millabur. Por eso es tajante en destacar uno de los artículos que quedó en el borrador de la nueva Constitución. “Nosotros impulsamos que la naturaleza sea considerada como sujeto de derecho, no como un objeto, no como una cosa. En el propio Código Civil chileno dice: uso, goce y disposición de la cosa. O sea, el río, la tierra, el mar, los recursos de la naturaleza son cosas. Y en el concepto de itrofill mongen no son cosas. Son uno más dentro de la naturaleza”, agrega.

El itrofill mongen en la nueva Constitución

Pilar Moraga, directora del Centro de Derecho Ambiental de la Universidad de Chile (CDA), explica la situación actual de las normas ambientales. “Hoy muchas veces las propuestas pueden ir en contra de ciertos principios constitucionales, como el orden público, la propiedad o el libre desarrollo de la actividad económica. Sin embargo, con la nueva aproximación que propone el borrador de la nueva Constitución, la propiedad y el libre ejercicio de la actividad económica sí van a tener que considerar la protección del medio ambiente”, afirma.

Si el nuevo texto constitucional permitirá una mayor protección por parte de los tribunales ambientales frente a las demandas interpuestas por las comunidades, la abogada afirma que esto está por verse. Lo que sí asegura es que el borrador establecerá un resguardo ambiental a nivel transversal. En materia de derecho, deberes y principios de organización. “Lo que sí sabemos es que van a haber más tribunales ambientales con otra conformación”, agrega Pilar Moraga.

Ninón Zalaquett Olmos, abogada de la ONG Defensoría Ambiental y especialista en derecho ambiental e indígena, también destaca el borrador de la nueva Constitución. “Hay una amplia espalda para sostener nuevas leyes ambientales más proteccionistas de la naturaleza entendiendo ahora cómo sujeto de derecho y cómo vínculo especial e inseparable de la identidad indígena”, afirma. Y sobre una posible legislación frente a las empresas que dañen el territorio dice: “Puede ser que la ley declare cómo delito a las empresas dañen el ecosistema. Pero no hay una obligación que emane de la carta magna que indique que corresponde detener el funcionamiento de una actividad industrial en ese caso, pero sí es una de las opciones que el legislativo podría tomar”.

De esa forma, estamos frente a un puzle de varias piezas donde todo tiene que ver. Eso es lo que sostiene Pairican sobre la nueva Constitución y lo plantea en el libro “La vía política mapuche” recién lanzado por la editorial Paidós. Se trata de la plurinacionalidad, pluralismo jurídico, interculturalidad y autonomías territoriales indígenas: elementos constitucionales ligados a la relación de las personas con la naturaleza. “Es generar esos mecanismos para lograr el itrofill mongen. Y eso va desde respetar a las distintas especies, los distintos tipos de agua, generar un equilibrio entre la producción y el desarrollo y también la distribución económica”, agrega el doctor en historia y postdoctorante del Centro de Estudios Interculturales Indígenas por la Pontificia Universidad Católica de Chile.

Elisa Loncon también aclaró, en el conversatorio sobre el buen vivir, que una de las normas que ha generado críticas por parte de la oposición al borrador de la nueva carta magna, la restitución de tierras. “Hoy en la nueva Constitución se protege la propiedad privada, eso es lo que se ha tratado de decir. Va a haber expropiación, pero lo que no se dice es que la expropiación la hace el Estado. No es que nosotros vamos a ir a expropiar las tierras a los que las tienen hoy en día. Va a ser un proceso organizado como siempre ha ocurrido”, sostiene la ex presidenta de la Convención.

Adolfo Millabur valora que la nueva Constitución sea ecológica, un concepto que cimente las bases para cuidar los territorios y el medio ambiente, pero esta vez sumado a la perspectiva de los pueblos originarios y, en su caso, desde el pensamiento mapuche. “Chile es un Estado social de derecho, plurinacional, intercultural y ecológico. Esos son los grandes conceptos que deberían definir el carácter del Estado que vamos a construir. Lo importante es que bajo el concepto de itrofill mongen, las normas que se puedan dictar en adelante por parte del parlamento tienen que considerar ese principio. Las leyes particulares, en materia de inversión y desarrollo, tendrán que respetar a la naturaleza como uno de los pilares fundamentales de nuestra existencia”, afirma Millabur.

Aunque el borrador de la nueva Constitución incluya conceptos permeados por la filosofía del itrofill mongen, Millabur también asegura que todo puede quedar en letra muerta si la ciudadanía no lo entiende así y no lo lleva a la práctica: “Va a ser evolutivo, va a ser a mediano y largo plazo. Ojalá otras generaciones vean los frutos de la impronta de esta Constitución, especialmente en materia medioambiental”.

Por su parte, Fernando Pairican comparte una opinión similar. “Yo siento que en lo indígena está un poco el futuro de la especie humana”, sentencia.


Este trabajo fue producido en el marco del proyecto Cambio Climático y nueva Constitución de Climate Tracker y FES Chile.


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