En el caso concreto de la Biofábrica, los investigadores bucean cerca de los arrecifes, buscando fragmentos que puedan ser cuidados y que no estén enfermos o muertos. Para ello trabajan con dos especies: los corales de fuego (Millepora alcicornis) y coliflor (Mussismilia harttii) que tengan por lo menos la pérdida de un 50% de su esqueleto calcáreo.
Luego de hacer la colecta, los investigadores llevan a los ejemplares al laboratorio de la Universidad Federal de Pernambuco. Allí los limpian, les entregan cuidados específicos y les crean una base propia, surgiendo así la innovación brasileña. Cada coral tiene una clase de soporte hecho específicamente para él – en una impresora 3D – que se adapta a su crecimiento y desarrollo.
Impresora 3D. Foto: João Paulo Spínola
En ese sentido, la Biofábrica ha sido el único proyecto en Brasil que logró un modelo de manejo de coral a escala, es decir, que puede ser replicado en diferentes escenarios del país.
Corales Millepora alcicornis. Foto: Thalia Santana (@santanathalia)
Después de ser seleccionados e instalados en dichas bases, los corales son devueltos al mar, al mismo lugar donde estaban anteriormente. Por ahí se quedan por lo menos 3 meses para que desarrollen una una estructura calcárea saludable y fuerte, bajo el monitoreo constante de las y los científicos.
Biofabricante realizando el mantenimiento del vivero en la zona de trasplante. Foto: Filipe Cadena / Biofábrica de Corais
Una vez que están bien firmes — con la ayuda de la mencionada base para fortalecer su estructura — los corales son llevados a las rocas y evaluados por más de 6 meses hasta que, por fin, sea posible trasplantarlos en su ambiente natural. Cuando llega ese momento, son acompañados por más de 2 años. Todo este proceso busca, justamente, resguardar su salud y mejorar su adaptación al océano.
La Biofábrica aún no está en APA Costa de los Corales. Fue creada muy cerca en la región de Porto de Galinhas, pero con apoyo de WWF-Brasil planean llegar pronto y empezar el proyecto titulado “Coralizar”. La Biofábrica trabaja directamente con comunidades locales que dependen del turismo y de la pesca. “Ellos nos ayudan muchísimo en el monitoreo, porque entienden que es su futuro y el de sus hijos mantener saludables a los corales”, añade Fernandes.
En efecto, la comunidad local tiene un rol fundamental en el desarrollo del proyecto ya que permite la incorporación de otros conocimientos y habilidades, incluyendo los saberes transmitidos por generaciones y también el impulso de dichos esfuerzos, ya que se trata de su territorio ancestral.
El proyecto se convirtió en una startup al percibir que podrían explorar el turismo sostenible, generando conciencia en los turistas sobre los diversos impactos humanos y la necesidad de restaurar los arrecifes — llevando a conocer los corales y las comunidades de pescadores, además de asistir a seminarios de conservación de regiones costeras — más allá de solamente bucear, sacar fotos y regresar a sus casas sin aprender nada.
Turista conociendo las guarderías. Foto: Biofábrica de Corais
Por ello, mientras se demanda mayor compromiso y acción climática por parte de los gobiernos y otros actores alrededor del mundo, iniciativas locales como la de Brasil pueden contribuir a la resiliencia de los corales y ecosistemas marinos, entregando así un poco de esperanza para el futuro.
Para Nora, “la iniciativa no es una fórmula mágica, pero sus resultados nos ayudan a ganar tiempo para las batallas contra la crisis climática de los próximos años”.
Este artículo fue publicado originalmente por Climate Tracker y re-publicado en alianza por Bienes Comunes de El Desconcierto. Puedes leer el artículo original en el siguiente link.