En los 80’, una empresa sueca pagó a una empresa chilena por deshacerse de residuos tóxicos resultantes de la minería de suecia. Los residuos, que no fueron tratados y se enterraron en las afueras de la ciudad de Arica, siguen enfermando a quienes viven en las cercanías.
Un reportaje publicado en los últimos días por la edición internacional del diario El País, releva las historias de niños y adultos que viven con cánceres, malformaciones, dificultades respiratorias o dolores crónicos, producto de la contaminación con plomo y arsénico.
La publicación también denuncia la falta de acceso a la justicia de los habitantes de Arica, que están en una batalla legal hace años contra la empresa sueca, que no ha tenido resultados. Las y los vecinos también denuncian inacción por parte del Estado.
Ya en el 2021 un grupo de relatores de la ONU visitaron el lugar y urgieron a Suecia y Chile a hacerse cargo de los residuos, que continúan en una edificación sin aislamiento por lo que la contaminación se sigue propagando.
La empresa chilena Promel, que importó los residuos desde Suecia prometiendo tratarlos y almacenarlos adecuadamente, también es parte de otro caso en que residuos mineros importados por la misma empresa y abandonados, fueron removidos en otro lugar de Arica, generando riesgos de salud a la población. El caso llegó el año pasado a la Corte Suprema, que ordenó medidas a organismos públicos.
La empresa sueca que vendió los residuos a Chile, Boliden, está siendo juzgada también en españa este año, por un vertido de residuos mineros de la misma empresa en una ciudad de Sevilla.