No a Dominga, ¿sí a qué? Comunidades de La Higuera se organizan para un futuro no minero

Por: María del Mar Parra | Publicado: 28.08.2023
No a Dominga, ¿sí a qué? Comunidades de La Higuera se organizan para un futuro no minero Puestos de trabajo artesanales y ofrecidos por Dominga. / Puestos de trabajo artesanales y ofrecidos por Dominga.
A siete meses de que se rechace el proyecto minero portuario Dominga, comunidades de La Higuera siguen adelante con un plan de desarrollo alternativo a la minería, potenciando actividades artesanales en torno al valor natural del sector, en un área protegida de múltiples usos que acaba de ser aprobada.

Tras una larga tramitación, en enero de este año el Comité de Ministros rechazó el mega proyecto minero portuario Dominga de Andes Iron. Éste buscaba instalarse en el Archipiélago de Humboldt entre las costas del norte de Coquimbo y el sur de Atacama, en un espacio que es considerado hotspot (regiones del planeta que contienen la máxima variedad de especies en un lugar determinado ) mundial de biodiversidad.

Y mientras ambientalistas, comunidades y científicos celebraron la decisión, por considerarla un triunfo para la naturaleza, otras voces se levantaron en temor por la pérdida de desarrollo y oportunidades laborales que ofrecía la instalación del proyecto. “¿Cuándo vamos a hablar del hombre y dejar de hablar de los pajaritos y pescaditos?”, se preguntó incluso el alcalde de La Higuera; una de las comunas donde se emplazaría el proyecto.

Archipiélago de Humboldt.

Foto: Alianza Humboldt

Pero las comunidades de La Higuera sí piensan en las personas, y tienen una propuesta de desarrollo alternativa para la zona: buscan valorizar aún más las actividades artesanales que han sido históricamente el sustento de miles de familias, que se pueden practicar de forma sustentable, y que se verían perjudicadas de instalarse un proyecto industrial. 

Saben que las condiciones únicas de este espacio natural ofrecen las áreas de manejo pesquero más productivas del centro norte del país, oportunidades invaluables para los turistas amantes de la biodiversidad marina, y tierras fértiles para potenciar la histórica producción de olivos.

Área marina costera de múltiples usos

El primer paso de este plan es proteger oficialmente el archipiélago, lo que se logró hace pocas semanas tras años de lucha ciudadana: el Consejo de Ministros para la Sustentabilidad aprobó crear un área marina protegida de múltiples usos en la zona. 

La figura de protección no es casual: fue elegida por las mismas comunidades, ya que permite proteger el espacio y también las actividades que se pueden desarrollar gracias a su valor natural y en armonía con éste. 

El afán de proteger la naturaleza de este lugar tampoco es un capricho: el paso de la corriente de Humboldt por la superficie de sus costas lo hace un lugar único donde especies migratorias paran a nidificar y alimentarse y otras miles lo hacen su hogar. El valor es tal que decenas de organizaciones chilenas y extranjeras, con científicas reconocidas en el mundo como Jane Goodall o Sylvia Earle son parte de la Alianza Humboldt, que trabaja por su protección. 

Pingüinos de Humboldt

Foto: Lucas Zañartu / Alianza Humboldt

Un paraíso para la pesca artesanal

En las costas del archipiélago ocurre un fenómeno peculiar: la surgencia. La corriente fría de Humboldt se encuentra aquí con una superficie baja y con vientos de sur a norte que la hacen surgir a la superficie, llevando consigo oxígeno y krill. Se trata de una verdadera fuente de alimento y por eso cientos de especies migratorias , como el 80% de la población mundial del pingüino de Humboldt, eligen este lugar para nidificar. 

“La corriente surgente, los vientos de sur a norte y la topografía del archipiélago convergen, y hacen que la larva del loco permanezca de dos a tres meses en la superficie y sea arrastrada por el viento hasta varar en estas costas. Por eso las áreas de manejo más productivas de locos en el centro norte del país están aquí”, explica Nancy Duman, vecina de La Higuera, ambientalista y vocera de Alianza Humboldt. 

Y se trata de una actividad con tradición. “Mi familia lleva 70 años en el mar, soy la tercera generación de pescadores y en mi gremio estamos en contra de Dominga y Cruz Grande. Estamos organizados para hacer nuestra actividad cuidando el recurso. Lo que más me gusta de aquí es nuestra organización y nuestro estilo de vida. No vamos a bajar nunca los brazos por defender este hermoso lugar”, declara Ernesto Fredes, representante gremial de pescadores de Los Choros.

Puestos de trabajo directo en pesca artesanal.

Puestos de trabajo directo en pesca artesanal. Foto: Eduardo Sorensen.

La actividad pesquera en la zona está en un momento pujante luego de algunos años de merma ya que la sobreexplotación de machas hizo que desaparecieran los bancos. Ante esto, los pescadores se organizaron para sembrar machas y también establecieron áreas de manejo con cuotas y medidas de protección, por lo que surgieron nuevos bancos de esta pesquería que ahora es casi tan importante como el loco.

Además están trabajando para potenciar su actividad. En el gremio de Ernesto Fredes, por ejemplo, hace 5 años cuentan con una planta de desconche y maquilado de mariscos y están trabajando para certificarse y poder exportar al mercado asiático eliminando intermediarios. 

Ernesto, como muchos pescadores de la zona, tiene claro que su actividad se sustenta en las especiales condiciones del lugar, y teme que cualquier intervención grande, como la instalación de un puerto al sur del área o el paso de grandes embarcaciones bloquée los vientos, contamine las aguas o genere otros impactos que desequilibren el sustento de las pesquerías. 

Turismo marino y ancestral

La misma surgencia que hace del archipiélago una meca de la pesca artesanal, también ofrece oportunidades únicas para quienes quieren ver de cerca a cientos de especies marinas que como en pocos lugares se acercan a las costas y las vuelven su hábitat temporal o permanente.

Circulan por la zona 14 especies de cetáceos incluyendo la ballena azul (el animal más grande del mundo) y la única colonia de delfines nariz de botella del país. El lugar es hábitat de 21 especies de mamíferos marinos, como la foca elefante y el pequeño chungungo en peligro de extinción. También aloja a gran parte de la población mundial del pingüino de Humboldt y otras cientos de aves marinas. 

Así, ha ido creciendo el número de personas que se dedican al turismo de avistamiento de biodiversidad marina, con embarcaciones y tours que salen a recorrer las costas y la Reserva Nacional Pingüino de Humboldt. Campings, albergues y restaurantes acompañan esta actividad, que se estima da sustento a por lo menos 800 personas de forma directa. 

Visitas a reserva Pinguino de Humboldt

Diseño: Elaboración propia.

Las especies marinas son las claras protagonistas del turismo en esta zona, también hay tres comunidades del pueblo changa que están en pleno proceso de rescate de sus costumbres ancestrales y que ofrecen rutas turísticas arqueológicas y culturales. 

Los changos habitan desde tiempos prehispánicos las costas entre Camaná en Perú y el Río Elqui, y se desarrollaron en la pesca usando embarcaciones hechas con piel de lobo marino y arpones de hueso. En Chile fueron reconocidos como pueblo originario en el 2020 y la comunidades que quedan en el país trabajan por revalorizar sus costumbres ante la amenaza a sus modos de vida por mega proyectos industriales como Dominga.

La Higuera y los olivos

El presidente del gremio de pescadores Ernesto Fredes es nacido y criado en La Higuera y su familia también se dedica a los olivos. “Los Choros es un pueblo antiguo y los olivos los pillaron mis abuelos, son muy viejos, centenarios. Siempre hemos trabajado la aceituna y el aceite en mi familia”, cuenta. La comuna de La Higuera es parte de la provincia de Elqui, cuyo clima mediterráneo favorece al olivo.

Puestos de trabajo directo en plantaciones de olivo.

Puestos de trabajo directo en plantaciones de olivo. Foto: INDAP

Se trata de una actividad tradicional del sector, que este último invierno festejó la 21° versión de la Fiesta de la Aceituna donde los productores familiares exponen sus aceitunas y productos derivados del olivo. Mientras hay algunos que producen a mayor escala, otros siguen haciéndolo de forma artesanal, y lo comercializan a los turistas que llegan a la zona y también a lugares más poblados como La Serena. 

Esta actividad no se desarrolla sin dificultades: el costo de extraer agua es alto, y para llegar a una producción de mayor escala es difícil competir con las aceitunas que llegan del Perú donde la mano de obra es más barata. Los agricultores de la zona trabajan con programas del Instituto de Desarrollo Agropecuario (INDAP) para invertir y agregar valor a su producción.

El camino por delante 

En esta transición hacia un modelo de desarrollo alternativo a la industrialización, las y los vecinos siguen atentos ante las amenazas que puedan surgir para sus actividades. 

El principal es el proyecto Dominga, cuya empresa titular presentó una reclamación para rechazar la decisión tomada por el Comité de Ministros de cerrar la puerta al proyecto. El recurso fue admitido este mes por el Primer Tribunal Ambiental. 

“De instalarse un mega puerto aquí, se considera el atraque de embarcaciones de gran escala que trasladan minerales. Una de las principales amenazas es la introducción de especies exóticas que pueden ser nocivas para el equilibrio de un ecosistema como este. Esto porque aunque las aguas de lastre se vierten al mar, siempre queda un porcentaje más que suficiente para introducir especies invasoras al ecosistema”, ejemplifica Nancy Duman. 

El ruido de las embarcaciones, la colisión con cetáceos y el vertimiento de mineral y combustible son otras de las consecuencias que puede tener este desarrollo, y que tendrían un impacto negativo sobre el ecosistema de actividades artesanales que se busca fortalecer.

Para Felipe Pino, Coordinador de Proyectos de ONG FIMA y especialista en asuntos de transición justa, La Higuera puede ser un caso paradigmático de transición socioecológica justa, si las autoridades locales y nacionales se disponen a asumir el desafío. 

“El primer paso para comenzar procesos de transición ecológica justa es identificar aquellas actividades de las cuales queremos dejar de depender, y aquellos lugares en los que debemos priorizar su protección y recuperación. En el caso de La Higuera tanto la comunidad como las autoridades ya se han pronunciado claramente. Ahora queda el paso siguiente, y quizás el más complejo: definir alternativas de desarrollo que representen las necesidades y anhelos de las comunidades locales, sin comprometer el bienestar de ecosistemas prioritarios a escala global. Para ello, será clave establecer procesos participativos innovadores, que vayan más allá de la consulta, y permitan establecer instancias de gobernanza multiactor que permitan definir colectiva y democráticamente el futuro del territorio”, reflexiona.

Por otra parte, las organizaciones gremiales y ambientales están atentas a la tramitación del área marina protegida recién creada, para asegurar su participación al elaborar el plan de manejo de este sector, que definirá las actividades que se pueden realizar y las que no.

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