En el litoral central, los balnearios de El Tabo y Las Cruces están cada vez más poblados. Pero entre ambos hay uno de los pocos espacios despejados de la costa, con más de 270 hectáreas de dunas que desde el pasado 20 de febrero están protegidas oficialmente en un Santuario de la Naturaleza.
Se trata de las dunas de la Chépica, también conocidas como gota de leche. Y aunque parece un borde costero común y corriente, este espacio es el único lugar en todo el mundo donde crece una especie herbácea en peligro crítico de extinción: la hierba del Tabo.
Esta particular planta es parte de un intricado ecosistema con más de 233 especies de flora terrestre que habitan en las dunas. 94 de estas son endémicas (sólo crecen en Chile) y 17 están en categoría de conservación.
La combinación de especies hace de este espacio un hábitat para 88 animales, incluyendo aves migratorias, zorros chilla, chungungos y gatos guiña entre otros. La zona alberga humedales, pequeñas lagunas saladas y sitios arqueológicos de culturas Bato, Llolleo y Aconcagua.
Puja por las dunas
La declaratoria de Santuario de la Naturaleza no fue un logro fácil. Requirió de años de lucha ciudadana y ambiental ya que se trata de un espacio de alto interés inmobiliario y de extracción de áridos.
El trabajo comunitario por proteger las dunas se gatilló a raíz del estallido social, en el marco de un cabildo ciudadano. Desde ese entonces, vecinos y ambientalistas de la comuna han hecho talleres, limpiezas de playas y denuncias para frenar actividades que depredan el lugar, como la extracción de áridos y las competencias de jeepeo.
En febrero de 2020, el ex alcalde de El Tabo, Emilio Jorquera, fue removido de su cargo por participar en una empresa de extracción de áridos en la zona. En octubre, la Superintendencia del Medio Ambiente (SMA) formuló cargos por daños gravísimos contra otra empresa similar, por el daño generado en el ecosistema.
Pero el esfuerzo cúspide de la organización fue levantar toda la información necesaria para crear un expediente que solicitara proteger el lugar bajo un Santuario de la Naturaleza; afán que se acaba de materializar.
Sin embargo, la puja por el espacio muestra señales de continuar, ya que propietarios del campo dunar han expresado su rechazo ante la creación del santuario, reclamando ante servicios públicos para revertir la decisión, según revela el medio La Tercera.