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8M: El empoderamiento de mujeres y niñas para el desarrollo

Publicado: 08.03.2019

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Yo no sé si somos las nietas de las brujas que no pudieron quemar, pero estoy segura que la mayoría si somos las tátara nietas de las primeras obreras que salieron a trabajar durante la revolución industrial y que no recibían el mismo salario que sus colegas hombres, seguramente bajo alguna excusa de que como tenían menos fuerza o estaban embarazadas no producían lo mismo.
A mediados del siglo XIX comenzaba a gestarse el capitalismo y en la sociedad se definían las categorías de empresarios, obreros y obreras. Sí, las mujeres obreras constituyeron otro escalafón, porque ya desde entonces las mujeres no recibían el mismo trato ni la misma remuneración que un hombre en el mercado laboral. Un siglo y medio después la brecha salarial persiste pese a que hoy en día hay muchas formas de medir la equivalencia de formación y de trabajo realizado por un hombre y por una mujer. En Chile, según la OCDE, las mujeres con estudios superiores ganan un 35% menos que sus pares hombres.  ¿Cuánto afectaría a la economía si las mujeres abandonáramos los puestos de trabajo donde no hay igual remuneración por igual trabajo?
La industrialización generó cambios en la economía doméstica y en la vida social. En muchos hogares pobres al no alcanzar el sueldo las mujeres tuvieron que salir a trabajar. Comenzó así la separación del trabajo y del hogar, o más bien, el trabajo remunerado fuera del hogar y el trabajo no remunerado en el hogar. Hoy en día, las labores domésticas siguen siendo realizadas mayoritariamente por mujeres y aún sin remuneración en la mayor parte de los países. Si las mujeres no hicieran este trabajo: ¿Qué pasaría? ¿La mayoría de las familias saldrían a comer afuera? ¿Abrirían más lavanderías? ¿Todos los niños tendrían una sala de cuna garantizada?
Ciertamente este es un debate muy amplio y complejo y que su resolución implicará un nuevo trato social, donde la educación desde una perspectiva no sexista debiera ser el punto inicial de este cambio cultural. Niños y niñas deben incorporar desde la formación inicial los mismos énfasis en las distintas áreas, dejando de lado los estereotipos imperantes, que en gran medida van determinando el desarrollo de los individuos. La educación no sexista abre la puerta para empoderar a las niñas y promueve la cooperación para realizar el trabajo doméstico.
En la medida que se incluyen al mundo laboral, más mujeres con formación superior, mayor es el desarrollo de los países. Proyecciones realizadas por la Unión Europea indican que la incorporación de más mujeres con formación científico tecnológica a la fuerza laboral significa un importante incremento en el PIB de los países.
Si bien la educación es el principal factor de cambio cultural, también se necesitan métodos que aceleren el empoderamiento de la mujer, pues prácticamente están excluidas de los cargos  más relevantes en las distintas organizaciones. En Chile, la participación de las mujeres en directorios de empresas que cotizan en bolsa es de apenas el 7%. Ante la magnitud de esta realidad, las leyes de cuotas pueden actuar como mecanismo acelerador, garantizando la incorporación de mujeres en la toma de decisiones tanto en el sector público como en el  privado. El incluir mujeres en las instituciones y empresas incorpora una perspectiva diferente para enfrentar la revolución social y tecnológica por la que estamos atravesando. Algunos reportes del 2014 (McKinsey and Company, Women Matter) indican que las empresas donde tres o más mujeres ejercen funciones ejecutivas superiores registran un desempeño más alto en todos los aspectos de la eficacia organizacional. Es emblemático el caso de Islandia donde en 2008 la mayoría de los bancos quebraron mientras que el banco dirigido por mujeres no perdió el dinero de sus clientes. Se estima además que la incorporación de mujeres en puestos de alta jerarquía, contribuirá a disminuir la brecha salarial que ha persistido a través del tiempo.
La implementación de la educación no sexista es un trabajo conjunto de la sociedad y las Instituciones competentes, mientras que la implementación de las cuotas es una decisión política que no puede demorar más. Por eso el 8 de marzo paramos, para que las personas tomen conciencia de la situación de precarización laboral de muchas mujeres, para que se reflexione sobre la necesidad de igualdad de derechos para las mujeres trabajadoras y se valorice su aporte para el desarrollo económico del país.
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