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Alienados y alienígenas

Por: Laurence Maxwell | Publicado: 25.10.2019
Alienados y alienígenas aliens | Foto: Agencia Uno
Corren los cómplices del modelo a La Moneda, todos preocupados por la propiedad privada, por sus intereses individuales, por sus privilegios. No saben lo que significa la palabra comunidad. Tal vez por eso no entienden. Han ensayado montajes, luchas entre vecinos, conspiraciones ácratas, recurrieron a los antimotines, pero nada les resulta. El presidente trae a un ejército de ocupación, pero los muertos porfían, los aliens resisten. Desatan una guerra psicológica, traen a expertos, el rector de una universidad da cátedra de arrogancia y desprecio. Algunos férreos partidarios del negacionismo, niegan; negaron todo antes, y niegan todo ahora. Parece que en las elites se desata una competencia por quien es más soberbio, quien es más egoísta, quien saca la porción más grande. Se afilan los colmillos.

El laboratorio experimental de la Escuela de Chicago se está quemando desde hace una semana. Los Doctores en Economía se preguntan qué es lo que falló, cual fue la variable que no consideraron. Contaban con la desidia, con la lobotomía, con la alienación. Pero algo se salió de control. Los ratones han desatado el caos. El presidente declara una guerra contra un “enemigo poderoso”, y saca a los militares a la calle, mientras su esposa siente que sus privilegios están siendo amenazados por alienígenas y le recomienda a sus amigas que se abastezcan ante una posible invasión. El 1% más rico de la población percibe al resto, a losotros, a los marginales, como enemigos. Ese 1% ha saqueado el país durante cuarenta años y sus empresas han evadido impuestos millonarios, pero no aguantaron que los estudiantes quisieran evadir el pasaje del metro por un alza en sus tarifas. “Evasión” es una de las palabras clave. “Robo”. “Saqueo”. ¿Quién es ese enemigo? ¿De dónde vienen los alienígenas? Los patrones durante años han gobernado como si se tratara de administrar una empresa. Maximizando sus beneficios, abriendo una brecha social profunda y ancha. Tan profunda y tan ancha que se quedaron viviendo del otro lado, sin escuchar, sin ver, sin
capacidad de entender. Mientras Santiago se quema el presidente come pizza con su familia en el barrio alto. No entienden. No quieren entender.

La respuesta siempre ha sido la soberbia. “Son vándalos, violentistas, delincuentes, los aplastaremos”. Pero ya no funciona la
formula de la criminalización. De tanto usarla se gastó. Hay un ser extraño en las calles. No se explican de dónde viene. Ese ser extraño tiene miles de cabezas, hace años que no tiene voz, lo dispersan en una esquina y aparece en otra, no tiene representante con quien pactar, tiene una estructura amorfa, ¡sin lideres corruptos!, está esparcido por todo el territorio, tocan insistentemente un patrón rítmico (negra, negra, corchea, corchea, negra). “¿Qué querrá decir?”, se pregunta el presidente, “¿será un mensaje encriptado, como en Encuentros cercanos del tercer tipo?” El gobierno no sabe con quien hablar. Convocan a los viejos
políticos profesionales, pero esos están sumamente desacreditados y perdidos. Los desempolvan igual. Tienen sueldos millonarios, trabajan para los patrones.

Los políticos hablan otro idioma. Salen en la tele haciendo mímicas. Pero los aliens ya no creen en ellos, ni los escuchan. El presidente sale pidiendo perdón por no haber entendido. Se victimiza. Pero no es un problema comunicacional, a pesar de que hablen otro idioma, porque está bien claro lo que los aliens piden, pero es inaceptable. No, no. Pero el fuego sigue desparramándose. ¡Ah! Que orgulloso de nosotros estaría Michimalonco si nos viera, piensan los aliens. El presidente ofrece algunos premios. Habla de manera paternal.Para sus adentros se lamenta que esto ocurra justo ahora, cuando él, sus hijos y familiares estaban haciendo tan buenos negocios; por otro lado, no sabe si lamentarse o estar orgulloso de que lo comparen con el dictador: “¡Ah! ¡Pero si él estuviese aquí!” Con él aprendió, con él se enriqueció. Trata de emularlo. Sigue sin darse cuenta que es una crisis estructural del modelo neoliberal.

Hay políticos que intentan sacar partido de la crisis. Hay analistas en la televisión, todos pagados por el capital. Afuera los ratones del laboratorio están por doquier. Siguen encendiendo barricadas en cada esquina. Les ponen veneno, les disparan, y ahí siguen. Desafiando el toque de queda. Insisten en el patrón rítmico. Lo percuten con ollas, sartenes, cucharas. “¿Se comunicarán así entre ellos?”, se pregunta el presidente. Hay un festival de fascismo en la televisión, sacan a las momias más antiguas, intentan diversos tonos, primero amenazan, después infunden miedo, después tratan de empatizar con los aliens, dicen que tienen razón, el presidente hace su mea culpa en horario prime: “Ah! ¡Sabíamos que había desigualdad, pero nunca nos imaginamos que les molestara tanto, discúlpenos!”. Don Francisco llora por el quiebre de la familia chilena, y nada. Ratones y aliens copan Plaza Italia.

Corren los cómplices del modelo a La Moneda, todos preocupados por la propiedad privada, por sus intereses individuales, por sus privilegios. No saben lo que significa la palabra comunidad. Tal vez por eso no entienden. Han ensayado montajes, luchas entre vecinos, conspiraciones ácratas, recurrieron a los antimotines, pero nada les resulta. El presidente trae a un ejército de
ocupación, pero los muertos porfían, los aliens resisten. Desatan una guerra psicológica, traen a expertos, el rector de una universidad da cátedra de arrogancia y desprecio. Algunos férreos partidarios del negacionismo, niegan; negaron todo antes, y niegan todo ahora. Parece que en las elites se desata una competencia por quien es más soberbio, quien es más egoísta, quien saca la porción más grande. Se afilan los colmillos. El ministro entra en una espiral de enajenación, tiene problemas psiquiátricos el pobre hombre. En el parlamento han montado un circo. Ofrecen un show en horario de matiné, rasgan sus camisas; los aliens con los ratones están en la calle, así que no ven el show.

En el Cine Arte Normandie, en plena Alameda, se proyecta el Joker, pero pasa algo extraordinario, la película ocurre afuera del cine. La turba quema todo a su paso, destruye los símbolos del mercado, hay rabia contra los ricos, contra las máquinas, contra la Máquina, contra el sistema. Los ratones no han visto la película, pero saben que si no se rebelan lo que les espera es una muerte lenta. Se están quedando sin agua, porque el presidente y Thomas Wayne (que a veces son la misma persona) se la está vendiendo a la agroindustria y a las transnacionales de extracción minera, a las que le regala el mineral a cambio de propinas. Entretanto, han comenzado las mesas técnicas, estrategia ya conocida, inventada por una señora que estuvo antes en el gobierno diciendo que era socialista: frente a cualquier problema instauraba una mesa técnica, y por arte de magia el problema desaparecía, quedaba en el olvido. Pero los ratones están aprendiendo a no olvidar, están viendo sufrir a todos los animales, y están entendiendo que el agua va a volver a los ríos cuando luchen juntos, y eso es lo que están haciendo. Tal vez es eso lo
que significa el patrón rítmico: cuando se caen las instituciones corruptas, sólo queda la manada; cuando la manada luche junta volverá el agua a los ríos. Y lo repiten insistentemente, para que a nadie se le olvide: negra, negra, corchea, corchea, negra.

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