A través de Twitter, la jugadora argentina Macarena Sánchez llamó a sus colegas a revelar las problemáticas del fútbol femenino. «Si sos jugadora o en algún momento lo fuiste, te invito a que respondas este tuit contando alguna situación de desigualdad o mala experiencia que hayas vivido en tu club», escribió la futbolista.
El pasado 22 de enero, Sánchez fue despedida de UAI Urquiza a mitad del torneo de primera división, dejándola sin posibilidades de seguir en otro club. Esto provocó que la jugadora denunciara las irregularidades del club y cómo «las jugadores del fútbol en Argentina son sistemáticamente vulneradas en sus derechos como trabajadoras en el deporte, por la simple razón de ser mujeres».
Su publicación se difundió rápidamente y obtuvo diversas historias de mujeres que han vivido la discriminación y la desigualdad en el deporte: «Tener que ir una hora antes de la citación al club a limpiar los vestuarios porque la CD solo los limpiaban cuando jugaba la primera masculina de Puerto Nuevo. Ellos jugaban en la D, nosotras en la A», relató una futbolista.
El problema de las canchas, que generalmente son cedidas y priorizadas para los conjuntos masculinos, la falta de recursos económicos para aspectos básicos como viajes y alimentación, tener que pagar por la ropa para jugar o la falta de interés de un DT por entrenarlas. Las mujeres fueron sumando sus relatos de exclusión en el fútbol, dando cuenta de los obstáculos que se les interponen a la hora de practicar un deporte que muchos siguen defendiendo como un terreno exclusivo de los hombres.
«Cortarme los ligamentos en pleno partido y me mandaron a casa a ponerme hielo en la rodilla», contó otra de las jugadoras y otros testimonios del mismo estilo, en lo referente a lesiones, dan cuenta de un descuido sistemático. «Te juro, se lavan las manos todos los clubes con las lesiones en el FF!! A mi me desviaron el tabique en un partido dentro del club. Llamaron la ambulancia y bien gracias, arreglate», escribió una de las futbolistas.
«No nos prestaban la cancha auxiliar del Club para que no arruinemos el pasto, cuando ahí jugaban todas las inferiores e infantiles» o «el último ‘ dt’ que estuvo 4 meses nos hacía jugar todo el entrenamiento mientras miraba el celular». Este tipo de relatos da cuenta de una realidad que debe cambiar y que las propias jugadoras ya están sacando a la luz.