Políticas públicas y normativas para empresas buscan acelerar el camino de Chile hacia una economía circular

Por: El Desconcierto | Publicado: 25.11.2020
Políticas públicas y normativas para empresas buscan acelerar el camino de Chile hacia una economía circular / Pixabay
Sellos de ecoetiquetado, leyes que se fortalecen y asociaciones de consumidores conscientes configuran esfuerzos para impulsar el cambio hacia una economía circular en Chile.

Cuando tiras algo a la basura, seguramente sea el fin de tu vínculo con ese artículo. Pero no lo es para el medio ambiente ni para las comunidades que conviven día a día con los desechos que se generan en las ciudades. Incluso desechos como los que generaste pueden volver a tu organismo en forma de micro plásticos. El impacto de la economía lineal y los residuos que genera masivamente, impulsa a los países a transitar hacia una economía circular. Chile, el país que más basura por persona genera en Sudamérica, no es la excepción.    

La economía circular busca cerrar el circuito entre los productos que se crean, su uso y su disposición, para que los productos se diseñen de una forma que genere menos residuos, se utilicen y reutilicen, y los desechos se conviertan en materias primas para otros productos. Se trata de un proceso que involucra a empresas, consumidores, recicladores de base y valorizadores de residuos que son parte de un engranaje que necesita del esfuerzo conjunto.

Economía circular en el mundo público y privado

“Antes, las empresas que se preocupaban de esto eran “buenas personas”. Ahora las empresas entendieron que la economía circular es un modelo económico que optimiza sus recursos al sacarles mayor provecho al menor impacto posible, entendiendo que también hay leyes que están exigiendo avances con respecto a esto”, comenta Carola Moya, directora de la asociación de consumidores Circular.

En los últimos años, Chile ha avanzado en políticas públicas que buscan generar un cambio hacia la economía circular. La ley de gestión de residuos, responsabilidad extendida del productor y fomento al reciclaje (Ley REP), fue un primer impulso que ya lleva cuatro años operando y se ha modificado recientemente para aumentar las tasas de reciclaje. Ahora, el Ministerio de Medio Ambiente (MMA) está elaborando una hoja de ruta de economía circular, para definir entre academia, sector público, privado y sociedad civil, los pasos a seguir en ese rumbo.

Ante este impulso, las empresas comienzan a tomar acciones para liderar el cambio y que no les tome por sorpresa. Testigo de eso ha sido Triciclos, la primera empresa B de Latinoamérica, que comenzó en la gestión de residuos y ahora también trabaja en soluciones para aplicar la economía circular en distintas etapas del modelo de negocio de las empresas.

Han trabajado con clientes como Sodimac con la reciclabilidad de sus envases, o Entel con talleres de reparación de celulares. “Van a venir normativas que van a exigir empresas sustentables, y van a venir consumidores también exigentes. Pero además los efectos del cambio climático ya empiezan a pegar más fuerte y una empresa que no mira estos aspectos, no está mapeando un factor de riesgo importante”, resume Verónica de la Cerda, gerenta general de Triciclos.

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Sello y ecoetiqueta

Otro ejemplo de la actitud proactiva que ha tomado últimamente el mundo privado, es el sello Elijo Reciclar; un piloto masivo de eco etiqueta que da información a los consumidores sobre la reciclabilidad de distintos envases de productos que se consumen masivamente en supermercados. Se trata de una iniciativa liderada por el MMA, la SOFOFA, el SERNAC y otras instituciones públicas, privadas y de la sociedad civil. El piloto de dos años ya suma a 37 empresas que están etiquetando sus productos, y busca generar experiencia para futuras políticas públicas. Marcas como Coca Cola, Tottus o Bimbo son parte de la iniciativa, además de tres pymes.

Las empresas valoran poder ser parte del proceso y del piloto, antes de tener que enterarse después cuando salga una ley. Lo que estamos haciendo ahora es construir en conjunto y llevamos a la fecha más de 900 tipos de envase evaluados”, destaca Ignacio Cobo, ingeniero de proyectos de Desafíos públicos soluciones privadas, de SOFOFA.

El sello informa a los consumidores sobre tres criterios: la reciclabilidad de los envases, su separabilidad (la cual también incide en la reciclabilidad) y por último la demanda, lo cual significa que hay valorizadores que están solicitando los materiales de ese envase para generar materias primas. Para tener un sello, las empresas deben empresas deben evaluar sus envases con una de las cuatro certificadoras validadas por el programa.

La experiencia generada a partir de esta iniciativa ha servido para desafiar ciertos límites de la capacidad del país para reciclar. En la economía circular tenemos varias veces problemas del huevo o la gallina. Hay envases reciclables, que los valorizadores están recibiendo, pero falta infraestructura para que los consumidores puedan reciclarlos. Pero para que eso pase tiene que haber más consumidores llevando esos envases a puntos limpios. Eso es lo que buscamos con la eco etiqueta».

Cambio de cultura

El círculo de esta nueva economía tiene un eslabón que no puede faltar, y es donde reside uno de los mayores desafíos para impulsar el cambio. “El cambio cultural en los consumidores es el gran vacío. Si bien desde el estallido y la pandemia se han comenzado a cuestionar más los estilos de vida, tener un consumo consiente implica tener información disponible y herramientas para lograrlo. Existe una corresponsabilidad, en que todos los actores tienen que facilitar que la ciudadanía tome un rol activo, porque si no lo hace no va a haber una transformación”, reflexiona Carola Moya.

El desafío de la educación es una mención constante entre quienes se involucran en el tema. Para esto, a veces es el alumnado quien contacta por ejemplo a Circular para hacer cursos y talleres. Sin embargo, se está discutiendo dentro de la hoja de ruta de economía circular, integrar esto en programas educacionales para todos los niveles. 

Desde el proyecto de Elijo Reciclar, el eco etiquetado contempla tanto un sello como una etiqueta con información de cómo disponer adecuadamente de los residuos. “Si tú haces un producto con eco diseño, pero el consumidor no entiende cómo gestionar ese residuo correctamente, el esfuerzo es en vano. Para eso también se están haciendo campañas de difusión sobre el sello, tanto institucionalmente como desde cada empresa”, indica Ignacio Cobo.

Este también es uno de los objetivos de Triciclos. “La gracia de los puntos limpios es generar una conversación con el consumidor, para mostrarle los impactos que tienen sus hábitos de consumo en el medio ambiente y ayudar no solo a mejorar los hábitos de separación y reciclaje, sino a consumir mejor”, sostiene Verónica de la Cerda.

Para acelerar este cambio, uno de los factores necesarios son los incentivos y posibilidades de financiamiento. “Ahora en Chile hacer las cosas mal, no genera mayores costos. Pero para hacer las cosas bien, con comercio justo, con economía circular, hay que pagar. Eso hace que lamentablemente el emprendimiento no pueda entrar en este mercado porque no tiene acceso a financiar y pagar este tipo de cosas. Se podrían entonces generar bonos para quienes hacen las cosas de mejor manera y que los que tengan que pagar sean quienes continúan con prácticas que tienen externalidades negativas”, propone Carola Moya.

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La presente nota se enmarca dentro de la campaña Vitrina Verde, de El Desconcierto, plataforma de visibilización y venta directa de productos on-line para personas interesadas en conocer empresas comprometidas con la implementación de procesos de producción amigables con el medioambiente, desarrollados bajo lineamientos de comercio justo, economía del bien común y economía circular.

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