Como una «vulneración de su dignidad» calificó la Sexta Sala de la Corte de Apelaciones de Santiago la actitud tomada por la Pontificia Universidad Católica (PUC) ante la denuncia por acoso sexual de una estudiante contra el sacerdote y profesor de Teología, Rodrigo Polanco Fermandois.
El fallo dictado el pasado 15 de febrero acoge el recurso de protección presentado por la estudiante de Teología K.H.M. en contra de la casa de estudios, además de invalidar el sobreseimiento del académico y ordenar un nuevo sumario.
El tribunal apuntó a los errores cometidos por el plantel universitario al adjuntar en la indagatoria 10 fotografías de la estudiante y su hijo que fueron extraídas de redes sociales, con el objetivo de argumentar que el niño es producto de una relación con un exacadémico de Teología, según informó La Tercera.
En el fallo, el tribunal señala que dicha acción no es «un mero intento de investigación celosa, sino una evidente intención de influir en las autoridades que debían decidir sobre su conclusión de que no había mérito para establecer el hecho denunciado y obtenerse así el sobreseimiento de la denuncia».
Además, los jueces resolvieron que la estudiante no tuvo «derecho a la imparcialidad» y cuestionaron la actitud de la investigadora María Donoso, quien «muchas veces no se trepida en descalificar a la denunciante, como una forma de desacreditar esta clase de denuncias con el fin último de desincentivarlas».
En este sentido, el tribunal destaca que «resulta ser un deber y una obligación de toda mujer hacer estas denuncias, por sí, por sus hijas, hermanas y por qué no decirlo, por sus madres o abuelas que no tuvieron la oportunidad de develar esta clase de hechos sin ser sometidas a humillaciones». Además, recuerda que por eso es grave «permitir que esta clase de prácticas pudiere materializarse en una investigación formal, dispuesto en una universidad que se estructura en base a ciertos valores de la humanidad».
Por último, la justicia estableció que «sociológicamente dentro de una sociedad como la nuestra, por regla general se invisibilizaba la violencia de género, contribuyendo notoriamente a ello -precisamente- la forma indigna en que son tratadas algunas mujeres que se atreven a denunciar la violencia y acoso sexual».
En su denuncia, la joven relata los hechos ocurridos entre 2015 y 2017, cuando Polanco se frotó contra su cuerpo, así como la vez en que tocó su cuello y deslizó su mano por debajo de la ropa hasta tocar su espalda. La acusación incluso contempla una broma del sacerdote, quien le dijo frente a otros que «qué clase de favores le hacía al profesor Fernández y por qué esos favores no se los hacía a él».