El pasado sábado se celebró en todo Chile el Día Nacional del Teatro, en conmemoración del natalicio del director Andrés Pérez. Máscaras, materiales reciclados, marionetas gigantes y la performance de numerosos actores y actrices se tomó la Alameda a partir de las 17 horas, tiñendo el centro de la capital de colores y música en vivo.
El pasacalle y carnaval callejero organizado por la Red de Estudiantes de Teatro -que convocó a 15 escuelas del país- se realiza desde hace tres años. La fiesta cada vez contempla a más invitados: curiosos, familias, adolescentes, niños y niñas que se suman a la columna que avanza desplegando arte para reflexionar, para empatizar y encontrar un lugar en el mundo.
Esa es la invitación del teatro: un empujón a analizar las vivencias de otros y de uno mismo, una caricatura y a la vez un espejo donde se proyecta la realidad social, emocionándonos para bien y mal. Un desafío a la indiferencia y a la desidia, una expresión de arte que nos ayuda a despertar en colectivo. Una disciplina provocativa, como el trabajo de Andrés Pérez, y que cada día suma a más interesados a la fiesta callejera, donde el teatro despliega su vocación popular y se convierte en un rugido contra la realidad.