«La gente pregunta si estamos preocupados de que ISIS venga a buscarnos porque Rob salió a luz público. Yo digo que pintaré un gran blanco en la puerta de mi casa y decir: ‘vengan, atrápenos’.» La operación que acabó con la vida del líder de Al Qaeda se llevó a cabo en el 2 de mayo del 2011 en Pakistan, donde estaba escondido junto a un grupo de fieles.
El excomando contó al periódico que durante la operación contra Bin Laden en 2011, él se encontraba segundo en la posición de ataque. Al aparecer Bin Laden, su compañero en la primera línea habría errado el tiro.
«Bin Laden estaba ahí parado, tenía sus manos sobre los hombros de una mujer, y la empujaba hacia adelante», relató O’Neill.
Pese a la oscuridad de la habitación, pudo ver claramente su rostro con la mira de visión nocturna y disparó. Supo que estaba muerto al ver su cráneo partido.
Un encuentro con los familiares de las víctimas de los atentados contra el World Trade Center de Nueva York en 2011 acabó por convencerlo de que debía contar al mundo la operación que culminó con la muerte de Bin Laden.
«Los familiares me dijeron que les ayudó, de a alguna manera, a hacer un cierre», dijo O’Neill al Post.
O’Neill señaló que la decisión de abandonar el ejército fue porque después de su “exitosa” misión, el único puesto que le ofreció la división de los marines fue como repartidor. Aunque suena poco “agradecido” el trato que recibió el hombre que acabó con el líder de Al Qaeda, algunas fuentes señalan que luego de la operación O’Neill alardeaba sobre haber matado a Bin Laden, esto en bares y diversos sitos, actitud que le causó reprimendas por parte de sus superiores.