Un atentado explosivo dejó al menos diecinueve muertos y cincuenta heridos en Manchester, durante un concierto de Ariana Grande, al que asistieron unas veintiún mil personas.
«Oí una fuerte explosión y luego temblaron los cristales de mi casa», explicó a la BBC Pedro, un vecino que vive frente al Manchester Arena, recinto donde ocurrieron los hechos.
Por su parte, un portavoz de la artista, muy popular entre los adolescentes, aseguró al mismo medio que la cantante «se encuentra bien», pese a que la explosión se produjo en el vestíbulo del estadio.
La policía, en tanto, confirmó que el incidente se está trabajando como si fuera un atentado terrorista. En una primera medida las estaciones aledañas del tren subterráneo fueron cerradas y evacuadas, ante el temor a nuevos ataques.
«Hubo una explosión y luego caos», dijo a The Guardian una mujer de diecinueve años que se identificó como Megan Ryder.
El mismo periódico dijo que un joven de dieciséis años describió la explosión como «un gran tiro». «Mis padres lo escucharon desde el hotel», agregó.
El incidente ocurre a sólo semanas de que otro atentado concitara la atención de la policía y el MI5, el servicio secreto inglés. En marzo, de hecho, cuatro personas fueron asesinadas en Westminster, en el cetro de Londres, por un atacante solitario.
El líder laborista, Jeremy Corbyn, expresó su apoyó a las víctimas vía Twitter. «Mis pensamientos están con los afectados y nuestros servicios de emergencia», escribió.
«Es horroroso y chocante», agrego el líder liberal Tim Farron.
Irónicamente, el ataque ocurre cuando el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, realiza un viaje por Oriente Medio en el que acaba de decir que cree que la paz en la zona es posible en la zona.