El Comando Central de Estados Unidos reconoció este jueves que, en medio de un bombardeo que llevó a cabo el pasado 17 de marzo en Mosul, Irak, terminó con la vida de 105 civiles y concretó uno de los ataques más letales en ese país desde que comenzó la guerra contra Saddam Hussein.
Según informó BBC, el ataque se realizó con «municiones guiadas de precisión» (bombas inteligentes) que tenían como blanco a dos francotiradores del denominado Estado Islámico.
Sin embargo, el bombardeo detonó los explosivos que los extremistas habían puesto en el edificio, donde se refugiaba más de un centenar de familias.
Tras la explosión, el edificio se derrumbó y murieron 105 personas que se encontraban en su interior, además de cuatro civiles que se encontraban cerca del lugar. Otras cifras indican que la cifra total de muertos es de 141, ya que hay 36 personas que aún se encuentran desaparecidas.
El informe indicó que un avión de combate de la Fuerza Aérea estadounidense liberó una bomba de 226 kilos, dirigida a dos militantes de EI que estaban posicionado en el techo del edificio, que era considerado una de las estructuras más fuertes de la zona.
Según el Pentágono, quienes lideraron el ataque «no pudieron haber anticipado la presencia de civiles en la estructura antes del combate».