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Estados Unidos, Turquía y el pueblo kurdo, los protagonistas del nuevo conflicto que estalla en medio de la guerra de Siria

Publicado: 26.01.2018

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El ejército turco y sus milicias sirias aliadas llevan siete días bombardeando Afrin, el enclave bajo control kurdo ubicado al noroeste de Siria. Según Naciones Unidas, en total ya son 126.000 personas las desplazadas por el conflicto sin que, por ahora, ni Rusia ni sobre todo Estados Unidos, sus grandes apoyos durante la guerra contra el Daesh (Estado Islámico), hayan hecho nada para evitarlo.

Las motivaciones de la operación militar de Turquía ordenada por el presidente Recep Tayyip Erdoğan y del silencio de Rusia y Estados Unidos forman un entramado complejo en el que cada uno de los países implicados saca un beneficio a costa del pueblo kurdo, con el gobierno sirio de Bashar Al Assad como beneficiario en segundo término.

Las tropas turcas han invadido territorio sirio, pero Damasco ni las ha atacado ni está en condiciones de hacer nada que no decida Moscú. Eso, pese a que los kurdos de Siria, representados por las milicias YPG o Unidades Protección Popular y su rama política el PYD, han mantenido un régimen de colaboración y de no enfrentamiento con el régimen de Bashar el Asad durante toda la guerra. De hecho, a lo largo del último año han sido la fuerza clave para derrotar al Estado Islámico en el este del país, expulsándolo de su capital, Raqqa.

Hace unas semanas Washington hizo saber que formaría una especie de guardia de fronteras kurda en las fronteras de Siria con Irak y con Turquía, pero en este último caso sólo en la franja del este del país, en la región de Rojava. EE.UU. nunca mencionó el cantón de Afrin, en el extremo oeste de la frontera turca, para este proyecto. Pero ese plan ha sido la excusa de Erdogan para reaccionar, afirmando que EE.UU. apoya a “terroristas” ya que para el Gobierno turco, las YPG y el Partido Kurdo de los Trabajadores (PKK), a quien clasifica como grupo terrorista, son una misma cosa. Eso, pese a que a diferencia del PKK las YPG no están consideradas terroristas por EEUU ni los gobiernos europeos.

La ofensiva de Afrin permite al ejército sirio avanzar en la provincia de Idlib, sobreponiéndose a las Fuerzas Democráticas Sirias, integradas por EEUU, los kurdos y los rebeldes sirios. Idlib es el último reducto de los yihadistas, y facilita a Rusia sus planes sobre Siria en connivencia con Al Assad. Es en este punto donde se habría producido el intercambio de intereses entre los países implicados. Los estadounidenses no se oponen a la estrategia, a pesar de que el secretario de Estado, Rex Tillerson, sostiene que el mandatario sirio tiene que dejar el poder.

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