Según Le Monde, el Papa Bergoglio fue obligado a cambiar de postura ante la iglesia chilena debido a las declaraciones del Cardenal Sean Patrick O’Malley “uno de los principales ministros del Papa” quien lo contradijo al manifestar “el gran dolor” provocado por sus propósitos (del Pontífice) “a los sobrevivientes de agresiones sexuales por miembros del clero o por otros agresores”.
Le Monde cita las primeras declaraciones del Papa Bergoglio “en vísperas de su visita a Chile en febrero” cuando éste afirmó que “no habia ninguna prueba” contra el obispo de Osorno Juan Barros, el discípulo de Karadima. Y, agrega Le Monde, que en ese momento el Papa no dudaba en imputar “las calumnias” a los “izquierdistas” (los “zurdos”). Fueron estas declaraciones de Bergoglio las que motivaron la reacción del Cardenal norteamericano Sean Patrick O’Malley.
Así como se hizo la limpieza en el Arzobispado de Boston hace algunos años habría que hacerla en Chile como un ejemplo al resto de la Iglesia fue la posición que ganó al interior de la Curia Romana. Y el caso chileno se prestaba para ello debido al carácter de asociación mafiosa de la jerarquía y al silencio de los curas de base que nunca se sublevaron públicamente.
Incómodo era para la Curia Romana el hecho de que fueron los mismos abusados y víctimas de sectores altos los que hubieran asumido la ofensiva. Curas, progresista, de izquierda, de derecha y de extrema derecha han estado implicados desde hace años, ya sea en el accionar abusivo o en el encubrimiento, junto con aceptar la ley del silencio. Posiblemente algunos hayan hecho llegar sus quejas por conducto interno, pero nunca se plantaron abiertamente contra la jerarquía chilena.
El Editorial del prestigioso vespertino francés Le Monde titulada “Pedofilia: La culpabilidad de la Iglesia” publicada este 19 de mayo comienza así: “Cinco años después de su elección el 13 de marzo de 2013, el Papa Francisco intenta salir de la crisis más violenta que ha tenido que enfrentar en lo que respecta a los escándalos de pedofilia que han sacudido al clero chileno estos últimos años”.
En su exposición y comentario el editorial subraya que: “El viernes 18 de mayo en un gesto sin precedente desde hace dos siglos, treinta y un obispos chilenos, convocados por el pontífice argentino en Roma luego de un informe abrumador de 2300 páginas que revela «numerosas situaciones de autoridad y de abusos sexuales» encubiertas por la Iglesia Católica, han entregado su dimisión. Este “affaire” ensombrece la imagen de un Papa que ha puesto el acento sobre la defensa de los más débiles y desfavorecidos frente a los poderosos, pero que hasta ahora ha sido menos vigilante que su predecesor Benedicto XVI sobre los escándalos de pedofilia”, añade Le Monde.
Y el periódico de referencia concluye:
“Si no hay rápidamente sanciones y reformas — como la creación de un tribunal encargado de juzgar a los obispos que fallaron, la suspensión del secreto pontifical en los procedimientos canónicos en caso de agresiones sexuales, la abolición del plazo de prescripción —, la dimisión de los obispos chileno sólo será un golpe de sable en el agua que dejará intactas la vergüenza de la Iglesia y el dolor de las víctimas.”