Una empresa neozelandesa decidió imponer una jornada laboral de cuatro días después de probar esta fórmula durante dos meses.
Según los índices de la empresa, bajo este nuevo modelo «la productividad aumentó mínimamente, pero el nivel de estrés disminuyó«, según indicó el gerente general de la firma Perpetual Guardian, Andrew Barnes.
La experimentos para este nueva fórmula comenzaron en marzo de este año, momento en que la empresa impuso este horario laboral a sus 240 trabajadores. La prueba fue supervisada por un grupo de investigadores de la Universidad de Auckland, quienes evaluaron el impacto de la medida.
Otro de los beneficios que ha generado esta nueva jornada es que los trabajadores se sientan con un mayor compromiso con la empresa y tengan mayor satisfacción en el trabajo.
El ejecutivo señaló al New Zealand Herald que los niveles de estrés de los empleados disminuyeron en un 6% después de la prueba, mientras que la estimulación, el compromiso y la sensación de empoderamiento en el trabajo mejoraron en un 5%.
Barnes afirmó que quedó demostrado «que reducir las horas de trabajo no repercute en al producción semanal» y agregó que, «lo que hemos visto es un aumento masivo en el compromiso y la satisfacción del personal sobre el trabajo que realizan, un aumento masivo en la intención del personal de continuar trabajando con la compañía y no hemos visto una caída en la productividad».