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El mar se tiñó de rojo: Masacran a 180 ballenas por brutal ritual en Europa que escandaliza al mundo

Publicado: 17.08.2018
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Al norte de Europa, por allá en el pequeño archipiélago del Atlántico Norte, entre Escocia, Noruega e Islandia, el mar se tiñó de rojo por la sangre de 180 ballenas que fueron masacradas en las Islas Feroe.

El país autónomo dentro del Reino de Dinamarca, que no pertenece a la Unión Europea, tiene una superficie de 1.393 km² y poco menos de 50.000 habitantes, protagonizó unas postales que recorren el mundo por la brutalidad de lo que revelan, ganándose el repudio generalizado.

En las costas de dicho territorio se sigue llevando a cabo un antigua tradición que consta de que los habitantes del pueblo de Sandavágur en la isla de Vágar asesinen a los cetáceos como parte de una tradición estival, cuyas víctimas anuales son de las variedades conocidas como piloto y zifio.

Durante siglos se ha mantenido inalterable esta carnicería que es una preparación para los crudos meses de invierno, donde la carne de las ballenas es salada, cortada en bistecs y la grasa fileteada y consumida cruda.

Si bien este ritual se viene practicando desde muchísimo tiempo, causaron revuelo internacional luego de que Alastair Ward, un estudiante de 22 años de la universidad de Cambridge, visitara el archipiélago y sacara fotos de lo que ahí pasaba.

Ward comentó al Daily Mail que «estábamos caminando a lo largo de la bahía cuando una familia de residentes se nos acercó para decirnos que se aproximaba una ballena». Pensando que se trataría solo de un animal, se acercaron a verlo, pero «más y más botes seguían apareciendo en el horizonte». Pero lo peor y más crudo estaba por venir.

Todo el pueblo salió corriendo a recibirlos con ganchos y machetes, «y allí fue cuando comenzaron a mutilar a los animales», detalló el estudiante.

«Incluso los niños participaban, al saltar sobre los cuerpos sin vida de las ballenas«, subrayó Ward, quien sinceró que «simplemente nos sentamos allí sin poder decir una palabra, tristes pero a la vez no podíamos dejar de ver lo que sucedía».

«Los chillidos de las ballenas eran espantosos», describió el joven que vio como «ponían ganchos dentro de sus espiráculos para arrastrarlos a tierra y luego los troceaban con cuchillos. No murieron de una forma digna».

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