Uno de los testigos estrellas de la Fiscalía de Estados Unidos en el juicio contra Joaquín «El Chapo» Guzmán es Alex Cifuentes, un narcotraficante colombiano que declaró que el cartel de Sinaloa sobornó al ex presidente Enrique Peña Nieto en octubre de 2012, dos meses antes de que asumiera el poder.
Aunque Cifuentes aseguró que no recuerda con exactitud el monto entregado al exmandatario del PRI, señaló que podría rondar entre los 100 y 250 millones de dólares. La acusación fue rechazada por el vocero del ex presidente mexicano en noviembre pasado, cuando le realizaron acusaciones similares
El testigo de la justicia aseguró que el propio Guzmán le comentó la situación del soborno, un testimonio que se basa en declaraciones y fotografías enviadas a su teléfono, ya que no presenció el supuesto pago. La operación se habría desarrollado con «maletas repletas de dinero».
Cifuentes es considerado uno de los hombres más cercanos al conocido narcotraficante: de hecho, vivió con él en la serranía de Sinaloa durante dos años, desde el otoño de 2007. Ante el juez Brian Cogan, en enero de 2016, el colombiano dijo que habían sido 250 millones de dólares. Luego, en abril del mismo año, aseguró que eran 100 millones de dólares. Sin embargo, en septiembre de 2018 abordó el caso del soborno como único tema y señaló que estaba confundido con las cantidades.
Según el narco, las imágenes de la transacción las recibió de una mujer llamada Andrea Vélez Fernández, quien trabajaba para Juan José Rendón, un estratega político venezolano que trabajó con el PRI en la campaña de 2012 que llevó a Peña Nieto a la presidencia. En su testimonio, aseguró también que «El Chapo» le encargó sobornar con 10 millones de dólares a un general mexicano «para que le dejara en paz».
Además, el testigo aseguró que en noviembre de 2017 Peña Nieto contactó a Guzmán para darle un mensaje: «No necesitaba esconderse», le habría recalcado el ex presidente, supuestamente interesado en trabajar con él. Según su declaración, el político pidió a Guzmán 250 millones de dólares, pero el capo contraofertó 100 millones.
El cooperante de la Fiscalía declaró que los policías mexicanos eran corruptos, al igual que los funcionarios. Desde el PRI, su presidenta Claudia Ruiz aseguró que la historia le suena «inverosímil» y señaló que los testigos protegidos acostumbran a inventar cosas para obtener beneficios.