Este martes, Boy Scouts of America (BSA), la organización juvenil con más de 70 años de historia, se declaró en quiebra para, según la propia ONG, «atender equitativamente» las numerosas demandas por abusos sexuales que han sido presentadas contra miembros de la agrupación.
Ante estas demandas, y el masivo éxodo de afiliados, la BSA presentó una declaración de bancarrota, con lo que quedan suspendidos todos los litigios civiles en su contra, los cuales se resolverán bajo el Código de Bancarrotas estadounidense.
La BSA se acogerá al Capítulo 11 de dicho código legal, con los objetivos de: «compensar equitativamente a las víctimas que fueron dañadas durante su permanencia en los Scouts y continuar cumpliendo su misión en los años venideros».
En un comunicado, la organización enfatizó que «BSA tiene la intención de utilizar el proceso del Capítulo 11 para crear un fideicomiso de Compensación de Víctimas que proporcionaría una compensación equitativa a los afectados».
En esa línea, los responsables de BSA agregaron que pretenden continuar con sus programas de «exploración, reuniones, actividades y otras aventuras, además de los innumerables proyectos de servicio» durante «muchos años».
En tanto, según medios estadounidenses, la organización cree que más de 7.800 de sus exlíderes han estado presuntamente involucrados en abusos sexuales a más de 12.000 niños, en el transcurso de 72 años.