La historia del doctor Dong Tian conmueve. Como muchas por estos días, en medio de la compleja sobrevivencia en tiempos de pandemia. Algunos tienen mejor suerte que otros, aunque algunas familias podrán contar con orgullo que uno de los suyos trabajó incansablemente para derrotar al COVID-2019.
Este relato lo protagoniza un anestesista que durante más de un mes, específicamente 35 días, puso todo su expertise al servicio de decenas de pacientes diagnosticados con el virus. Antes de ser trasladado al hospital, el 3 de marzo último.
El joven profesional de 29 años cuyo testimonio de compromiso por la salud de su población da la vuelta al mundo, fue declarado muerto en un hospital en Hubei, el sábado por la mañana, luego de ser tratado en la Unidad de Cuidados Intensivos durante 19 días. Su deceso se produjo una semana antes de cumplir 30 años, deja una viuda y a su padre enfermo en soledad.
Dong había estado cuidando a su progenitor en momentos en que se ofreció para regresar a trabajar cuando enero estaba a punto de expirar, lo que coincidió con el explosivo brote de coronavirus, que se extendió por la provincia de Hubei, su antiguo epicentro en China.
Lamentablemente, para él el descanso llegó demasiado tarde. Se lo otorgaron el 29 de febrero, cuando habían transcurrido más de 30 jornadas de trabajo ininterrumpido para el facultativo. El último día del mes pasado, fue aislado tras sentirse mal y tumbarse en el piso. Los requisitos de la cuarentena lo obligaron a parar. Pero ya no había vuelta atrás. Sufrió un dolor de cabeza repentino y empezó a perder el habla.
Un derrame cerebral terminó poniendo fin a su vida. Él no lo supo, pero tuvo una despedida de héroe, a la altura de su compromiso humano. El doctor Dong se fue siendo aclamado en su ciudad natal, Dangyang, en la provincia de Hubei.
«Bienvenido a casa al héroe anti-coronavirus, Dong Tian», decía una pancarta en medio de su funeral.
El Hospital Popular de Zhijiang, donde trabajaba, anunció su muerte el 21 de marzo con un sentido mensaje.
«El camarada Dong Tian fue eficiente y proactivo en su trabajo. Respetaba a los líderes y era amable con sus colegas», dijeron en el momento del adiós, mientras en la facultad de medicina a la que pertenecía, se refirieron a él como un destacado representante de los «médicos milenarios. Usó su vida para expresar su benevolencia y amor como médico, sacrificó su juventud y pasión por su carrera médica».
Es la historia de otro de los héroes desinteresados que deja la comunidad médica internacional en su intensa lucha contra la pandemia que amenaza a la humanidad.