Este lunes, un hombre de 46 años llamado George Floyd fue detenido por un oficial de policía mientras intentaba hacer una transacción con un billete falso de $20 dólares, un episodio que terminó generando una escalada de violencia de proporciones en Estados Unidos.
Todo comenzó en Minneapolis, donde el afroamericano fue sometido brutalmente por el uniformado, quien incluso se atrevió a asfixiarlo presionando su rodilla sobre su cuello, dejándolo inconsciente a pesar de sus gritos de desesperación. «No puedo respirar», suplicaba momentos antes de morir a causa de la presión que se ejerció sobre él.
Lo que vino después fue la impotencia y la indignación de una ciudad que decidió salir a la calle en masa a exigir justicia. El martes, el miércoles, el jueves y también el viernes en una oleada de manifestaciones que ha ido incrementando tanto en cantidad de personas como el episodios de violencia que han dado la vuelta al mundo.
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En las imágenes que llegan desde Estados Unidos, abundan las postales anaranjadas donde el fuego es uno de sus principales protagonistas. Se han visto arder estaciones de policía y supermercados, se ha visto el hambre de justicia en un clamor que ha redundado en actos tan conmovedores como irracionales que permiten apreciar niveles crecientes de devastación de una ciudad cansada del abuso. Sobrepasada hasta la impotencia máxima, algo que Floyd seguramente nunca imaginó.
Padre de una niña de escasos seis años, este hombre era un ex guardia de seguridad que, de acuerdo al testimonio entregado por su hermana Bridgett, le tenía bastante respeto a Dios, de quien incluso era temeroso.
«Todos tenemos nuestros defectos, todos cometemos errores, nadie es perfecto», ha salido a decir ella en medio de la gran afectación que le produce el crimen de George, quien es originario de la ciudad de Houston, amante del baloncesto y también del fútbol.
Floyd llegó incluso a hacerse de un nombre en la industria del hip-hop, pese a que nunca alcanzó tanta fama. Entre los trabajos que se le conocieron, se sabe que también ofició de guardia de seguridad en Harbour Light, un refugio para personas sin techo dependiente del Ejército de Salvación, en Minneapolis.
«Es cruel como murió, se lo han robado a mi hija», declaró al Houston Chronicle, tan triste como furiosa Roxie Washington, la mamá de la pequeña de seis años.
«No tengo dudas de que George, como muchos otros trabajadores de albergues en nuestra comunidad, tenía un corazón que se preocupaba por las personas y nuestra comunidad» dijo Brian Molohon, director de la organización benéfica en la que trabajó Floyd, quien cultivó una gran amistad con el ex jugador de la NBA, Stephen Jackson, quien también lamentó el crimen de quien llamaba ‘twin’.
«Me enfurece tanto que, después de todas las cosas por las que pasaste y de que te comportaste lo mejor posible, te sacaron así», dijo en una especie de catarsis en su cuenta de Instagram mientras las protestas no sólo se multiplican en Minneapolis, sino que amenazan con llegar a muchas otras zonas del país liderado por Donald Trump, como ya ha comenzado a pasar en Houston, Nueva York, Atlanta, Dallas y Los Ángeles, Denver y Washington.