Las autoridades iraníes han reaccionado con indignación y furia ante el reciente ataque que ha destruido su consulado en Siria, dejando un saldo de al menos ocho muertos, incluidos dos altos generales de la Guardia Revolucionaria.
El embajador de Irán en Siria, Hossein Akbari, declaró a la televisión estatal iraní desde Damasco que Teherán responderá con «dureza» a Israel, a quien responsabilizan del ataque.
Según relató el diplomático, el consulado fue blanco de un violento asalto ejecutado con cazas F-35 que dispararon seis misiles contra las instalaciones iraníes.
El ministro de Exteriores iraní, Hosein Amir Abdolahian, calificó el ataque como una «violación de todas las obligaciones y convenciones internacionales» y culpó al régimen israelí por sus consecuencias.
El Observatorio Sirio de Derechos Humanos ha reportado al menos ocho fallecidos en el devastador ataque, incluyendo siete ciudadanos iraníes.
Entre las víctimas se encuentran el general de brigada de la Guardia Revolucionaria Iraní Mohamed Reda al Zahedi y su asistente, el general Mohammad Haji Rahimi. Akbari, quien salió ileso del incidente, indicó que el número de muertos podría aumentar una vez que se retiren los escombros.
Este ataque representa uno de los episodios más sangrientos contra fuerzas iraníes en Siria durante el año 2024, subrayando la tensa relación entre Irán e Israel en la región.
Ambas naciones mantienen una rivalidad profunda, marcada por una serie de enfrentamientos directos e indirectos en territorios como Siria, donde Irán ha desempeñado un papel clave como aliado del régimen de Assad.
El conflicto entre Irán e Israel no es nuevo, y se ha caracterizado por ser una lucha encubierta que abarca desde ataques cibernéticos hasta acciones militares directas.
Esta hostilidad prolongada refleja una competencia por la hegemonía regional y una lucha por la supervivencia entre dos potencias rivales en Oriente Medio.