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Bruno Gelber, uno de los mejores pianistas del S. XX, en la pluma de Leila Guerriero

Por: Tomás Henríquez, escritor | Publicado: 01.12.2019
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«Opus Gelber. Retrato de un pianista» es el libro más reciente de Leila Guerriero. Publicado en Chile por Ediciones UDP, puede leerse como una entrevista, una novela, pero también como un perfil, una biografía, un reportaje novelado, o un largo diálogo sostenido durante más de un año en numerosos encuentros entre la periodista y el que rápidamente se transformaría en su amigo: Bruno Gelber (1941-), pianista argentino de fama mundial, considerado uno de los cien mejores del S. XX. De esta forma, describe la carrera musical de Bruno, desde su infancia de niño genio hasta hoy, cuando en el otoño de su vida, y pudiendo vivir en cualquier lugar del planeta, ha preferido para tal efecto un modesto barrio de Buenos Aires.

Lejos de toda presunta objetividad, la cronista se vuelve un personaje más dentro de un relato que avanza rápido sostenido por capítulos cortos, sin estridencias, de prosa cuidada y lleno de humor. Así, revisa sus apariciones en la prensa, coteja cómo lo ha tratado la crítica, conversa con su hermana, sus alumnos, sus escasos pero fieles amigos, y termina construyendo el ambicioso retrato de un personaje en apariencia cansado de elogios, pero que en el fondo pareciera estar buscando suplir una insatisfacción que a toda costa evita comentar.

Para descifrar ese enigma, Guerriero debe sortear un obstáculo no menor: el pianista carece de un archivo personal de sus presentaciones y, salvo contados casos, no graba discos ni conciertos. Todo en su vida es un gran relato aprendido de memoria: la poliomielitis que sufrió de niño, su fanatismo por la actriz Laura Hidalgo, sus innumerables viajes y sus siempre discretos pero apasionados encuentros amatorios. Por eso con el tiempo Bruno se ha preocupado, sobre todo, de cuidar su aspecto, marcado por un cuidadoso amaneramiento, tal vez fruto de una naturaleza tan tempestuosa como genial. Dios es poco democrático, dice Gebler, pues reparte talentos de forma muy discriminada. Asumiendo ser un privilegiado, se ha resignado a la que considera una obligación de todo buen pianista: ser un vehículo para transmitir emociones, para hacer vibrar a los demás. Y aunque todo esto bien podría hacerlo parecer una señora conservadora, caprichosa e insoportablemente siútica, la autora se esmera en cuidarlo. Rulito —como Bruno la llama— derrocha generosidad por su protagonista. A pesar de no conocerlo en detalle, quizás encantada por sus misterios, nos lo muestra en toda su complejidad llegando a parecer, al cabo de estas páginas, dueño de una personalidad fascinante, seductora e incluso profundamente sensata.

Podríamos decir que la autora se va a la segura. En sus manos tiene un personaje atractivo, que aparte de ser musicalmente incuestionable, es una máquina de contar historias. Una tras otra todas fluyen con la espontaneidad y la elocuencia, propias solo de quien ha sabido valerse en innumerables instancias sociales alrededor del mundo. Gran anfitrión, el pianista es un reconocido socialité que conoce al dedillo protocolos, itinerarios y ritos de diverso tipo. Porque Bruno ha sido siempre el centro de la fiesta. Es regio, divino, elegante. Y sus anécdotas, modeladas al filo de la repetición, nos recuerdan lo que parece obvio: en nuestra memoria coexisten errores deliberados, matices y detalles que parecen corregirse con el tiempo, omisiones que borran a veces de forma involuntaria gestos, nombres y rostros, todo con el objetivo de hacer del propio recuerdo un relato digno de contar. Y la mayoría de las anécdotas de Gelber son geniales, tanto que él mismo lo confiesa como uno de sus grandes tesoros: “no tengo sentido de la propiedad, tengo recuerdos”.

Pero entonces, ¿qué misterio esconde Bruno Gelber? ¿Qué es lo realmente atractivo en su personalidad? Ese es quizás el gran mérito del libro: sostener de principio a fin una pregunta que le cuelga al lector como un delicado enigma por resolver. Y aunque la autora no dramatiza ni pone énfasis en su búsqueda, bien se atreve a ensayar eventuales respuestas. Pues de alguna forma, pianista y entrevistadora, dada la afinidad y admiración mutua, han firmado un pacto tácito de no agresión con el que ambos ganan. Por un lado, Bruno sella la inmortalidad de su figura, más allá de lo humano y lo divino. Por otro, Leila confirma su jerarquía desplegando una escritura que fluye acaso como si estuviera sostenida por el largo aliento de una sonata para piano. Y lo que le resulta es una novela inmensa, en la que finalmente parece que no haber misterio alguno. Aquí solo basta una buena prosa para inventar un enigma. El Opus de Guerriero nos permite constatar que a veces vivir del recuerdo, no solo es una forzosa y quizás desesperada manera de hacerle el quite al olvido, sino también una muy sensata forma de intentar evadir la proximidad de la muerte. 

Opus Gelber. Retrato de un pianista

Leila Guerriero

Ed. UDP, 2019

438 Páginas.

Precio Referencial: $14.000

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