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Caminar la ciudad como resistencia

Por: Vólker Gutiérrez, profesor y periodista, fundador de Cultura Mapocho, director Letra Capital Ediciones | Publicado: 22.02.2020
Caminar la ciudad como resistencia Ilustración: Marcelo Escobar |
El 2003 Vólker Gutiérrez fundó junto a otros colegas Cultura Mapocho con el objeto de dar a conocer la ciudad, su historia, patrimonio y personajes. Desde entonces han realizado cientos de recorridos gratuitos por los rincones de Santiago. Transcurso en el cual, Gutiérrez ha ido escribiendo crónicas sobre el pasado, presente y futuro de la capital chilena. Parte de ellas se reúnen en el libro La ciudad que me habita. En este texto especialmente escrito para El Desconcierto, nos cuenta qué lo motivó a caminar escribiendo y vice-versa.

La ciudad que me habita es un libro viejo y nuevo a la vez. Lo primero, porque se trata de una serie de textos que fueron publicados a lo largo de más de diez años en diversos medios. Y lo segundo, porque dichos textos fueron seleccionados y reunidos en 2019 en una sola obra por Letra Capital Ediciones, en formato libro de crónicas urbanas. Por tanto, cada artículo nació por sí solo, según diversas motivaciones que tuve al momento de escribirlo, aunque siempre en función de las algunas de las temáticas públicas que me apasionan y que orbitan en torno a la ciudad, la historia y el patrimonio. No existió un plan preconcebido de hacer un libro. Cuando se constató que hubo buena recepción a esas crónicas (y discusión también), entonces con la editorial decidimos seleccionar las más pertinentes y que permitieran una unidad temática a la obra a publicar. Después invitamos al destacado ilustrador Marcelo Escobar a que hiciera algunos dibujos relacionados con los textos. Así nació La ciudad que me habita

Ilustración: Marcelo Escobar

Desde mi condición de profesor de historia y periodista, siempre he planteado que me gusta comunicar aquellos aspectos que me agradan o que me provocan desasosiego. No se trata de contar por contar. Por ejemplo, me gusta que la gente pueda disfrutar de aquellos rincones de las ciudades que usualmente no son muy conocidos, pero que expresan bonitos sueños de quienes los crearon o de quienes los habitan, como ocurre con la Población de Policías en Santiago, cerca de calles Balmaceda y General Bulnes. O me complace dar cuenta de historias urbanas ligadas a personajes, famosos o no, que deambularon y marcaron presencia en los mismos lugares en que nos movemos en la actualidad, como Manuel Robles, el autor de la música del primer himno nacional. También me es de mucho gusto dar cuenta de mitos atávicos que repetimos sin cuestionar, tal cual ocurre con eso de que Santiago fue fundada por Pedro de Valdivia arriba de un cerro. 

Vólker Gutiérrez

Pero, lo que más me motiva al momento de escribir y de hacer animación cultural en la vía pública (como hacemos con Cultura Mapocho desde hace más de una década), es incitar a los habitantes de las ciudades a conocerlas de la forma más profunda posible, a recorrerlas por sus espacios públicos haciendo mapas mentales de lo que observamos, y a intervenir en el debate sobre cómo queremos que ellas sean. Para lograr aquello considero indispensable salir a callejear, en el buen y bonito sentido del término. Caminar, recorrer, no es solo saludable para el cuerpo, sino también un contundente nutriente del espíritu ciudadano. En el reencuentro con los otros, en el callejeo, además, somos capaces de generar entornos protectores y disminuir así el radio de acción de quienes desean mantenernos confinados en nosotros mismos, en nuestros interiores. Por ello, como señala David Le Breton, caminar hoy en día es también una forma de hacer resistencia al modelo individualista que se nos quiere imponer.

La ciudad que me habita, entonces, es una invitación al diálogo activo y constructivo, a conversar en movimiento, a conocer para querer y cuidar. Como señalo a mis estudiantes en los cursos de ciudad que imparto, la idea es transformarnos en ciudadanos con opinión para que el debate urbano respecto a lo que nos molesta, nos agrada o deseamos proyectar, no quede restringido a los especialistas de siempre, pues todos los urbanitas, los habitantes de las ciudades, tenemos algo que decir y proponer. Si después de la lectura de La ciudad que me habita una sola persona se anima a recoger el guante, pues ahí nos sentiremos contentos de haber hecho el esfuerzo (que no de otra forma se puede catalogar lo que hacen las editoriales independientes en Chile) por publicar este libro. Vale.

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