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Carlos Villalón, fotógrafo: De Kachemira a Plaza de la Dignidad entre el humo y la multitud

Por: Elisa Montesinos | Publicado: 27.12.2019
Fotógrafo documental radicado hace más de dos décadas en Colombia, Villalón estuvo en Chile para presentar su libro «Coca, la guerra perdida» (Ocho Libros) y aprovechó de escaparse con su cámara al epicentro de las protestas. Ha cubierto para CNN, New York Times, Wall Street Journal, Newsweek y la revista VICE desastres naturales y crisis sociales. Aquí parte de las fotos que tomó durante una semana en la Plaza de la Dignidad.
Más que corresponsal de guerra, me defino como fotógrafo documental, trabajo en situaciones más fáciles de prever con el tiempo. Luego de volver al mismo lugar tantas veces llega un momento en el cual, más o menos, puedes prever ciertas situaciones y simplemente esperas a que sucedan para fotografiarlas. Lo de Plaza de la Dignidad fue una sorpresa, hacía años no cubría levantamientos sociales, lo hice en Haití, México, Chile, Pinochet pasando a ser senador, y Kachemira.

©Carlos Villalón

Antes de llegar imaginé varias opciones, cómo cuidarse de los atropellos por carros policiales, cubrirse los ojos y la cara. Lo que nunca antes había visto fue la sevicia (o maldad) con la que la policía trataba a los manifestantes pacíficos, la cantidad de bombas lacrimógenas con las que la policía intentaba disuadir a manifestantes que no estaban causando daños. Estuve en Chile dos semanas y tan sólo trabajé siete días en La plaza de la Dignidad. La experiencia fue riquísima, me llenó de mucha energía, me llenó de orgullo de ser chileno por primera vez en 45 años.

©Carlos Villalón

©Carlos Villalón

Me impactó mucho la sensación de paz que había en la plaza, la solidaridad, a pesar de que a una cuadra a la redonda la pelea era frontal, brutal, pero en la plaza había apoyo y respeto mutuo entre todos los presentes, gente de muchos lugares diferentes de Santiago, gente luchando por un bien común, por sus derechos. Vi gente devolviendo billetes caídos en el piso, vi jóvenes pidiéndome perdón por haber mojado mis cámaras, nunca vi violencia entre manifestantes, algunos chicos hasta me daban consejos de seguridad cuando intenté llegar a la primera línea. La organización dentro del caos, era grandiosa. Primera línea defendiendo manifestantes pacíficos, segunda línea llevando piedras a la primera, tercera ofreciendo agua con bicarbonato para los afectados por lacrimógenas, cuarta línea: los voluntarios médicos y, por fin, voluntarios ofreciendo comida, como en Maidán, Ucrania (no estuve allí, solo lo menciono por el parecido que tiene con Chile).
El primer día que fui a trabajar –había ido un día antes solo a observar, a entender la situación– me encontré a este ser con un cuasi traje de combate, con la nueva bandera chilena, usándola como chaqueta antibalas,  como un Vikingo moderno, antena de TV en la mano a la usanza de escudo, arengando a otros a resistir, me parece impresionante, aunque claro, entre el caos, fue imposible conocer sus historia, porque, como así de rápida la arenga, así de rápida fue la respuesta de la policía, con lacrimógenas y balines. Nunca volví a ver a este señor, desapareció entre el humo y la multitud.

©Carlos Villalón

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