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Carmen Berenguer: “No necesitamos la mirada masculina sobre nuestras letras”

Por: Elisa Montesinos | Publicado: 08.06.2018
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Recibe en su escritorio. Junto a fotos familiares, están las amigas y amigos de su generación, entre ellos Las Yeguas del Apocalipsis. El brasero, el mate, los diálogos entre su madre y su tía en las pensiones en que habitaban, el ruido que se cuela desde la plaza santiaguina, resuenan en su conversación

Cruzando el puente Pío Nono, a la hora en que los trabajadores regresan a casa, Plaza Italia es un enjambre de gente que cruza en todas direcciones. Ahí, en medio de la batahola, vive la escritora Carmen Berenguer. Desde su ventana ha visto pasar y se ha mezclado en las manifestaciones, marchas y protestas de los últimos 30 años, se ha encontrado con amigos y conocidos en el parque, y le han tocado el timbre quienes pasaban por ahí, entre ellos su entrañable compinche Pedro Lemebel.

La autora de Bobby Sands desfallece en el muro, Huellas de siglo y A media Asta, entre otros libros, fue la primera chilena en ser reconocida con el Premio Iberoamericano de Poesía Pablo Neruda, y una de las pocas mujeres en presidir la Sociedad de Escritores de Chile. Ya sea en el taller literario que da en el living de su casa, presentando un libro, leyendo y bailando su poesía acompañada al teclado por su hija Carola Jerez, la poeta hace gala de una oralidad que mezcla distintas hablas y donde siempre está presente el humor. Pronto saldrá una antología de toda su obra poética en Cuarto Propio, “eso está terminado, entregado y sacramentado”, dice riendo. Después publicará el libro Crónicas en transición con la Universidad de Talca. Con la misma universidad ha estado trabajando como editora en un volumen de crónicas de Lemebel.

Chaqueta de leopardo, cabello tomado y zapatillas, recibe en su escritorio. Junto a fotos familiares, están las amigas y amigos de su generación, entre ellos Las Yeguas del Apocalipsis. El brasero, el mate, los diálogos entre su madre y su tía en las pensiones en que habitaban, el ruido que se cuela desde la plaza santiaguina, resuenan en su poética y en la conversación:

Plaza Italia

Diría que un tópico importante de mi poesía ha sido urbano. Vi transformaciones en la ciudad, se transformó el modo de vida, eso me llamó mucho la atención. Antes era la pura micro nomás. Entonces esto ya con metro, a pesar de que era un pura sola línea, igual modificaba. Eso influyó bastante en mi poesía; las formas del ruido, la rapidez de la ciudad y observar cómo se transformó la gente en su caminar o en su esperar. Porque antes había sillones acá y ahora cambió a esta plaza que es solo el tránsito, no permite sentarse más que en la hora de la espera, la hora del encuentro, que es desde las 7 en adelante. A la hora de almuerzo también se quedan de juntar, ah, ya, en la Plaza Italia, todo en la Plaza Italia. Aquí hay mucho tráfico, de amistades, de influencias, jaja.

La literatura es macha

Hay parámetros conductuales, si se puede decir, masculinos para analizar los textos que son solamente masculinos. Hay un canon que se acepta como canon oficial y generalmente es masculino. Es muy raro que haya una autora analizada por la manada literaria chilena, y a todas nos ha costado. A partir del congreso de literatura del 80 (se refiere al Congreso Internacional de Literatura Femenina Latinoamericana) surge una crítica literaria feminista. Entonces desde esa perspectiva, hay lecturas feministas, entonces ya no necesitamos la mirada masculina sobre nuestras letras. Si la hay, bien, pero no era algo importante.

Sociedad de Escritores de Chile

La SECH no cambia, no porque estén ahí dos o tres mujeres va a cambiar. Esto tiene que ser radical. Cuando haya paridad y haya la misma cantidad de mujeres, y que las mujeres aprendan también porque hay algunas que son más machistas que los hombres, porque fortalecen la masculinidad, en el sentido que lo que dice un hombre tiene un espacio autorizado: autor-izado. Lo que dice una mujer no es autorizado, porque obviamente que había una desigualdad. Te digo antes de los 80, no había un campo polar feminista que pudiera decir algo acerca de la literatura. Simplemente eran los hombres nomás que podían decir algo. Y ahora que hay, tampoco están los medios para hacerlo, no hay una recepción en ese sentido. Entonces la literatura feminista está más en el margen todavía, ¿por qué?, porque la sociedad es desigual. La mujer gana menos, tiene menos espacios. Imagínate en la Sociedad de Escritores que debería ser miti mota, hay tres mujeres, con cueva.

El congreso feminista

Fue una forma de escenificar un corpus de textos escritos por mujeres, esa fue una primera fase. De ahí en adelante leer textos de mujeres, que no es lo mismo que leer textos de hombres. Son claves que te dan luces. Tuvimos un año de seminarios para leernos a nosotros y para reconocer las claves que pudieran tener esas escrituras (entre otras escritoras participaron también Diamela Eltit, Lucía Guerra, Eliana Ortega, Ida Vitale y Nelly Richard). No porque hable de una mujer, un texto es feminista. Hay ciertas claves de ruptura de patrones, ruptura de lenguaje, unas maneras de decir. Son lecturas. Escribir es leer y leer es escribir.

Los jóvenes

Yo creo que soy jovial. De alguna manera he sido lectora de la producción de poéticas de una época, he leído todo eso y a veces les he escrito unas cosas. A veces le llama la atención a la gente joven lo que uno escribe porque no es una escritura con muletas. Es una literatura que todavía camina, como sea, pero camina. Son los chicos que se acercan a una. No hace mucho me dijo uno, mira Carmen lo que hice con tu poesía: era un rap.

La poesía y la música

A mí me gusta mucho la música. Me he rodeado toda la vida de música, toda la música, no soy exquisita, soy muy abierta y me gusta mucho además. La Carola tiene un oído privilegiado y yo voy hablando tacatacata y ella me va siguiendo. Y se va dando ahí en la improvisación misma y como ya lo hemos hecho varias veces, se da bien. Lo hacemos bien, nos gusta, lo pasa bien ella y lo paso bien yo. Pero es una cosa que surgió sola porque en la casa todos tocan instrumentos, yo la guitarra, Carlitos la batería, Carlos toca la trompeta o vientos y la Carola también tocaba la flauta traversa y se pasó a la pianola. Todos tocamos, toda la vida de cuando eran chicos. Aquí no había quien no hiciera sonar las maracas. O el kultrún yo. Era como parte de nuestra vida cuando nos juntábamos con amigos, yo diría que es parte de la vida chilena. Ahora tengo un libro que es El rap de la poesía chilena. Voy escribiendo cosas desde: Lenin te acordai cuando me diste un beso, hola Marx, jajaja.

Al salir, 7.30 P. M. se cumple lo que anuncia la poeta, Plaza Italia punto de encuentro. Los jóvenes se sientan en los escalones de cemento a esperar. Anochece. Como se titula uno de sus poemas, Santiago punk.

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