Tipos Móviles

Cine de guerrilla en el norte de Chile o cómo hicimos Parío y Criao, una película de migrantes con presupuesto de cortometraje

Por: Jorge Donoso, director de cine | Publicado: 06.10.2019
Cine de guerrilla en el norte de Chile o cómo hicimos Parío y Criao, una película de migrantes con presupuesto de cortometraje Pario y Criao (5) |
Grabado en parte en un campamento de Antofagasta con bajísimo presupuesto, el largometraje Parío y Criao basado en historias reales de migrantes, se estrena este miércoles 9 de octubre en el Festival Internacional de Cine de Valdivia. Aquí un relato del director sobre esta particular experiencia.

Día 17 del rodaje de Parío y Criao. Después de grabar la última escena y de escuchar el último “¡corte!” junto con los aplausos, vítores y felicitaciones del equipo y los actores, me alejé del grupo y me fui a llorar a un rincón. Estaba cansado física y emocionalmente. Sabía que teníamos algo bueno entre manos, pero no tenía idea de lo que iba a pasar.

Jamás pensé que esa parte del proceso terminaría así, menos si vuelvo en el tiempo unos tres años, cuando comencé a sentir la motivación de hacer una película sobre los migrantes que vivían en los campamentos de Antofagasta. Más allá del tema específico, necesitaba relatar la experiencia de ver cómo otro ser humano, sin importar su nacionalidad, vive en condiciones complejas, difíciles de asimilar. Conocer eso a diario, sobre todo en una ciudad que ha crecido y se ha forjado a base de tomas o “invasiones”, como les dicen algunos, fue una de las cosas que gatilló Parío y Criao. Pero había otra razón.

Tengo una relación de amistad con Carmenza y su nieto Yorman. Son amigos de mi familia por años; Carmenza ayudó a cuidar a mis hijos y Yorman también era parte de eso, venía a la casa con su abuela y jugaba con mis niños; había una cercanía natural, de afinidad y amistad. Conocer dónde vivían, la historia familiar que traían desde su país de origen, comenzó a despertar en mí el interés de explorar todo eso en una pieza audiovisual.

Se sumó la aparición sorpresiva del título y una escena extraída de un microcuento escrito por Less Prieto. Con todas esas ideas e inquietudes me acerqué a Iván Ávila, el gran guionista que tenemos en Antofagasta y en el norte en estos momentos. Veníamos trabajando hace algunos años en varios cortometrajes y programas de televisión y le propuse escribir el guión. 

Fue un trabajo pesado, hubo mucha investigación previa antes de la escritura y después al menos nueve versiones del guión, aunque desde el comienzo tuvimos varias ideas claras: que la película estuviera basada en las historias de vida de Carmenza y Yorman, partir escribiendo desde las vivencias reales de los dos personajes principales, ficcionalizándolas para contar una historia de migrantes desde la cotidianeidad. La precariedad, lo negativo de la atmósfera que se vive en los campamentos  está implícito en la película, pero no quisimos que fuera el tema principal. Teníamos la necesidad de centrarnos en contar una historia de personajes.

En medio del proceso de escritura, ganamos un Fondo Nacional de Desarrollo Regional. La idea original con ese dinero era hacer un corto, sentí que la narración daba para más y decidí proponerle al equipo que hiciéramos un largometraje con el presupuesto. Fue difícil convencerlos. Yo estaba seguro que la historia era demasiado potente para dejarla en un corto, así que tomamos la decisión de hacer un largometraje con ingredientes de cine etnográfico.

No es fácil grabar en las tomas. Recuerdo el caso de Niñas Araña, que inicialmente contenía escenas grabadas en la toma de Peñalolén, pero al final tuvieron que construir los sets interiores por las distracciones e interrupciones en la locación original. Nosotros analizamos esa variable y tratamos de hacer un híbrido, una ficción con tratamiento documental; trabajamos con mucha luz natural incluso en interiores porque no podíamos desplegar todos los equipos en un campamento, partiendo por diversas problemáticas, entre ellas, disponer de energía eléctrica.

El equipo fue muy acotado, casi todos hacíamos dos funciones y eso implicó un desgaste tremendo, pero mientras grabábamos y veíamos cómo evolucionaban las acciones, sentíamos que estaba surgiendo algo que superaba nuestras expectativas.

Hacer una película es terriblemente complejo, sobre todo en regiones. No se hacen muchas en el norte porque es muy difícil en cuanto a financiamiento, estamos muy alejados del centro y todos los procesos requieren un doble y hasta un triple esfuerzo. Por eso es medio chistoso contarle a los colegas con cuánto dinero hicimos Parío y Criao; nadie lo cree porque nadie lo hace. Por lo mismo, sentía que era muy desventajoso para nosotros ir a competir con nuestra película, pues en Chile los largos se hacen con diez veces el presupuesto que usamos y pensé que teníamos todas las de perder.

Hicimos un montaje de guión muy rápido para poder participar del Work in Progress (WIP) en el Festival Internacional de Cine de La Serena (FECILS) el 2018. Era una versión de tres horas. Yo la veía y me dolía el estómago, la encontraba malísima. Pero ahí fue que nos encontramos con Danielle Fillios, una de las más grandes montajistas del cine nacional, que era parte del jurado. Ella vio el potencial de la película y me pidió montarla. Ganamos la posproducción de imagen, sonido y Master DCP. Sin ese premio, no podríamos haberla terminado.

Después quedamos en la sección Primer Corte de Ventana Sur (Argentina), entre otras seis películas iberoamericanas. Yo no podía creerlo, era un sueño estar en el mercado cinematográfico más importante del continente. Teníamos que ir a presentarla para buscar distribución, post producción y comercialización; ese fue otro espaldarazo a la credibilidad del proyecto, aún sin entender el mundillo del lobby. La sala estaba llena de distribuidores, de personas que estaban buscando proyectos para comercializar, fue una tremenda experiencia.

Ahora, después del cansancio, algunos llantos y los dolores de estómago, estamos a punto de estrenar Parío y Criao como World Premiere en uno de los festivales más importantes de Chile como es Valdivia. Estoy convencido de la calidad de la película. Es un logro histórico para el cine antofagastino, que hacía más de una década no tenía una película en competencia y este año tiene dos, sumando Perro sin Cola de Carola Quezada.

Tenemos que sacarle provecho en todo nivel, por eso va a ir buena parte del equipo y los actores. La gente debe saber que en el norte de Chile se está haciendo cine de calidad y con proyección internacional y ese es nuestro objetivo, demostrar que con las pocas lucas que teníamos, fuimos capaces de hacer esta película y que con mayores recursos podemos obtener un producto aún mejor.

Déjanos tus comentarios
La sección de comentarios está abierta a la reflexión y el intercambio de opiniones las cuales no representan precisamente la línea editorial del diario ElDesconcierto.cl.