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De Violeta Parra a Amy Winehouse: Artistas que han denunciado y vivido violencia de género homenajeadas en un libro

Por: Tania Encina, Directora de Das Kapital Ediciones y Glück libros | Publicado: 22.09.2020
De Violeta Parra a Amy Winehouse: Artistas que han denunciado y vivido violencia de género homenajeadas en un libro |
“Teoría de una práctica amorosa”, el octavo libro de Jessica Atal, reúne 46 poemas dedicados a distintas mujeres artistas que han vivido y denunciado violencia de género. Con fotografías de Isabel Skibsted, para la autora este libro tiene como propósito la denuncia.

26 femicidios han ocurrido en lo que va el 2020, año de pandemia, estado de excepción, toque de queda, y de uno de los hitos más importantes en la historia reciente de Chile por ocurrir: el plebiscito por una nueva Constitución. 

El tema del abuso contra la mujer y su rol en la sociedad ha tomado una relevancia fundamental. La trascendencia mundial de El violador eres tú del colectivo Lastesis, la convocatoria más grande y transversal para la marcha del día de la mujer, los casos de femicidio y el aumento de la violencia intrafamiliar en pandemia, han generado y propiciado una discusión sobre el feminismo y la violencia de género que también ha sido abordada en el ámbito cultural y literario. 

Hace algunas semanas se generó una discusión entre escritoras chilenas, respecto a la construcción de autorías, el uso de las nuevas plataformas de redes sociales de comunicación, lenguaje inclusivo, espacios de paridad en concursos culturales gubernamentales, entre otros debates que logran ampliar la estrecha vista de nuestro panorama literario. 

Un grito de alerta

Es en este contexto que Jessica Atal, escritora y crítica literaria chilena, acaba de publicar su libro Teoría de una Práctica Amorosa (Ediciones Bonnefont). 46 poemas dedicados e inspirados en mujeres artistas, escritoras, cantantes y actrices de todo el mundo que han tenido una relación con la violencia de género, a través de su denuncia o vivencia. Maria Schneider, Violeta Parra, Amy Winehouse, Maria Luisa Bombal, Toni Morrison, Mary Shelley, Carmen Berenguer, Virginia Woolf y Alejandra Pizarnik son solo algunas de las mujeres que aparecen al inicio de cada poema.

La escritora Jessica Atal

 “Este libro surgió desde la urgencia, desde la necesidad imperiosa de continuar denunciando una realidad que en Chile es monstruosa: aquella del abuso y del maltrato de un hombre hacia una mujer, tanto física como psicológicamente. Desde su espacio revolucionario, la poesía puede y debe actuar sobre las personas. Debe producir un impacto, una reacción. Mi intención es que la poesía —y también la fotografía de la talentosa Isabel Skibsted—, despierte la conciencia de mujeres y hombres. El arte como un grito de alerta frente a esta herida que debemos sanar urgentemente en Chile y el mundo. Coincide la aparición de este libro con un momento crítico: sabemos que durante los meses de pandemia el abuso puertas adentro ha escalado a niveles impensables”.

-¿Qué piensas sobre el panorama de violencia hacia la mujer, hoy en Chile, a propósito del movimiento feminista y del cambio cultural que implica?

-El panorama es crítico. Es un tema pendiente a nivel político, social, cultural. Creo que toda acción realizada en pro del movimiento feminista significa un logro en el camino a conseguir la paridad de género, la libertad y el respeto, entre tantos otros derechos de la mujer. Lamentablemente, estamos muy atrasados si nos comparamos con países desarrollados. Pero, bueno, tenemos significativamente menos historia que ellos.

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-En las últimas semanas se ha mantenido un intenso diálogo entre distintas intelectuales chilenas, el que se inicia a propósito de un tweet de una autora y que trasciende a una serie de artículos publicados en la revista Palabra Pública y otros medios. Lina Meruane, Lorena Díaz, Lorena Amaro, entre otras, debaten sobre la construcción de la autoría y de una nueva apertura del campo cultural en el país, ¿qué opinas sobre esto?

-Es tremendamente positivo que por fin se estén abriendo espacios para cuestionar y escribir sobre temas tan importantes como la construcción de la autoría y la deuda que tenemos con el arte de mujeres. ¿Cuántas escritoras se conocen y se leen? Aún existe una relación muy desigual entre escritores y escritoras. Estas últimas llevamos una desventaja tremenda, porque la escritura ha sido un universo vetado para la mujer, condenada al plano doméstico. La crítica literaria ha sido otro espacio liderado por hombres, quienes muchas veces se han encargado de ningunear a las mujeres o de simplemente ignorarlas. Para qué hablar de los concursos literarios: el Premio Nacional de Literatura se ha otorgado 55 veces y han sido solo 5 las escritoras galardonadas.

Apoyo todo acto que visibilice y a valore la escritura de mujeres. Si bien, “la autofiguración”, puede ser riesgosa, como advierte Lina Meruane. Ella habla de “una manera acaso irreflexiva de responder a las condiciones de feroz competencia y de exclusión que el capitalismo patriarcal nos ha puesto encima”. En este sentido, estamos siendo valientes y luchadoras, a pesar de las sombras, a pesar de los peligros, a pesar de la eventual aparición de otras formas de exclusión y condena.

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 -¿Te parece que ha cambiado la situación de la mujer, como creadora respecto a su posicionamiento y visibilidad en el mundo de la literatura?

-Creo que sí, pero sin duda falta un camino inmenso por recorrer. Para muchas, escribir es aún un “lujo”. Está lejos de posicionarse en primer lugar en la lista de prioridades: primero somos madres, trabajadoras, dueñas de casa, en fin. En ese escenario, el cuarto propio de Virginia Woolf se divisa a lo lejos, perdido en un tupido bosque, encontrado en esas horas muertas que siempre escasean. Nunca voy a olvidar un comentario que me hizo una tía durante el lanzamiento de uno de mis libros: “Ay, no sé de dónde saca tiempo esta niñita para escribir poemas”. Aún me dan ganas de vomitar cuando lo recuerdo. Hay mujeres que, frente a otras mujeres, siguen teniendo una actitud brutal, despectiva y a veces más machista que los propios hombres. No le contesté nada esa vez. Pero sí, me quedé con las ganas de decirle que el tiempo no lo saco de ninguna parte. Prácticamente me lo invento.  

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