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DOCUMENTAL| “Estallido social en Chile”: Una lucha que superó a todas las instituciones establecidas

Por: Iván Ávila Pérez, periodista, escritor y guionista. | Publicado: 21.07.2020
Piensa Prensa se ha convertido en uno de los más activos grupos de trabajo periodístico independiente de nuestro país, incluso desde antes del estallido social. Un colectivo identificado con la izquierda más radical, pero en ningún caso propagandístico ni proselitista, que no ha parado de hacer denuncias de todo tipo y que el 10 de julio liberó un documental recopilando cientos de registros de lo ocurrido desde el 18 de octubre de 2019, en aproximadamente una hora y veinte minutos de lo que denominaron simplemente como «Estallido social en Chile».

Desde diferentes puntos de vista realizar un documental sobre procesos recientes y que aún no concluyen es complejo. Bueno, técnicamente ningún proceso social tiene un momento de inicio y término específico, sino que hitos. Así ocurrió el pasado 18 de octubre con la evasión masiva del Metro de Santiago, abriendo paso a las movilizaciones sociales que remecieron a nuestro país, tan acostumbrado a dormir sobre sus laureles autorreferentes, tan asiduo a creer sus propios mitos soberbios (desde los «jaguares»  de Latinoamérica, hasta el “oasis” de Piñera) y rechazar las verdades que están a plena vista (corrupción, machismo institucional, pobreza, desigualdad y un largo etcétera), con el fin de inventarse e inventarnos un “superyó” –o “súper país” en este caso– que se acomode más a las expectativas megalómanas de retorcer la historia para convertirla en propaganda, instaladas en la dictadura de Pinochet y que se han extendido hasta nuestros días.

Por eso, la tarea que enfrentaba el equipo de Piensa Prensa al momento de realizar un documental sobre este tema era arriesgada y a la vez titánica. Este medio se ha convertido en uno de los más activos grupos de trabajo periodístico independiente de nuestro país, incluso desde antes del estallido social. Un colectivo identificado con la izquierda más radical, pero en ningún caso propagandístico ni proselitista, que no ha parado de hacer denuncias de todo tipo y que el 10 de julio liberó un documental recopilando cientos de registros de lo ocurrido desde el 18 de octubre de 2019, en aproximadamente una hora y veinte minutos de lo que denominaron simplemente como Estallido social en Chile.

Asumo que es una obra que intencionalmente no tiene créditos para convertirla en un trabajo colectivo y colaborativo, ya que buena parte del material corresponde a los miles de chilenos y chilenas que se jugaron el pellejo registrando lo que ocurría en las calles de diversas ciudades, con énfasis especial en la represión por parte del Estado y sus brazos armados y obedientes al punto de vulnerar a conciencia y con extrema violencia los derechos humanos de miles de compatriotas que ocuparon las calles de Chile en protesta por un país más justo y equitativo. 

El relato está construido en base a una acotada voz en off que explica el contexto y las causas del movimiento que comenzó con las acciones en contra del alza de tarifas en el Metro y que en menos de 24 horas se había extendido como un reguero de pólvora a los centros urbanos más grandes de Chile. Las imágenes y reflexiones, voces, gritos y cánticos en vivo, captados en el mismo momento de marchas y manifestaciones, son protagonistas de esta historia; entre esta seguidilla de secuencias se intercalan algunos testimonios en primera persona, tan conmovedores como brutales, de los salvajes atropellos de las Fuerzas Armadas y de Orden.

Más de 235.200 visitas en nueve días confirman el interés por conocer este documental cuyo tratamiento, si bien es honesto, adolece de una línea argumental sólida, cuestión que por momentos lo convierte en una secuencia de denuncias sin pausa y sin contexto que termina por agobiar e incluso por naturalizar lo que vemos en pantalla, perdiendo el impacto que busca generar.

Dicho esto, no creo que los 10 mil “no me gusta” y la desactivación de comentarios del video se deban a sagaces críticas nacidas desde el conocimiento del lenguaje audiovisual, sino desde el odio instalado en aquellos que no quieren ver ni oír lo que pasó y pasa en las calles de Chile, alejándose de los discursos comunicacionales cómplices de la represión e instalados en los medios tradicionales; personas que todavía consideran, con fe fundamentalista, que cada una de esas grabaciones es un “montaje de la izquierda”… Usted siéntase en libertad de completar esa frase con la teoría conspirativa que más le acomode.

En el plan de asumir un punto de vista crítico respecto de la estructura del documental, también es necesario destacar dos cosas que me parecen fundamentales. La primera es la enorme cantidad de registros recopilados, los que dan cuenta no solo del profundo impacto de las manifestaciones en todo el país, sino también de personas que perdieron el miedo a registrar y denunciar. Eso ya es mérito suficiente para ver Estallido social. Pero para mí el segundo punto es mucho más importante, incluso por sobre la crítica audiovisual: este es un registro cuyo valor quizás no seamos capaces de mesurar en este momento. La premura tiene riesgos y ventajas y una de ellas, en este caso, radica en el relato vivo de los protagonistas anónimos de este capítulo de nuestra historia. Aquí no vemos ni autoridades ni expertos ni líderes de opinión; es el pueblo, en carne propia y en primera persona, el que encuentra su voz entre las imágenes, algunas de ellas manifiesto explícito y doloroso de la violencia de los agentes estatales; en otras, de la más explosiva alegría y compromiso con una lucha que superó a todas las instituciones establecidas y se instaló como una cruzada de la gente y para la gente como nunca antes habíamos visto en Chile.

El registro de una época posee una cualidad que creo todavía no comprendemos a cabalidad. Cada foto y video tiene un valor que traspasa el sentido original con que es realizado y pasa a convertirse en patrimonio de todos y todas. Y si bien Estallido social dista de ser un documental estructurado y novedoso en su propuesta, sí tiene esa gran ventaja y virtud: la de hacernos sentir protagonistas de esa historia en la que estamos inmersos, representando a los millones de chilenos y chilenas, con voces y rostros, que coparon y que, me imagino, volverán a copar las calles en busca de justicia social. Y eso ya es mérito suficiente para atesorar el trabajo del equipo de Piensa Prensa.

 

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