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Dos escritoras del fin del mundo

Por: Roberto Ibáñez, escritor | Publicado: 23.06.2020
Dos escritoras del fin del mundo |
Dos escritoras han publicado recientemente sus primeros libros: ambos textos retratan el sur austral de nuestro país. Mariana Camelio ha elegido Isla Riesco como puerta de entrada al territorio, integrando una visión general del paisaje junto a un panorama íntimo. Por su parte, Paula López, en relatos fuertemente psicológicos, explora el territorio a través de mujeres enfrentadas a la soledad y enormidad del paisaje.

Dos libros publicados recientemente por editoriales chilenas tienen como escenario y protagonista el paisaje del sur Austral de Chile. Animales Extintos, de Paula López, es una colección de cuentos cuyos personajes contemplan y padecen el territorio. Isla Riesco, de Mariana Camelio, es un poemario cuyo discurso íntimo o intimista va abandonando el espacio de la casa hasta convertirse en una declaración sobre un territorio completo. Ahora, lejos de agotarse en las relaciones que establecen con el territorio austral, también se sitúan en el permanente y fructífero diálogo con otras escrituras, referidas tanto al sur de nuestro país como a diferentes latitudes. Paula López cita a Coloane como una lectura fundamental, en tanto le da una forma literaria al sur de Chile. Le interesa como escritor chilote, por su uso de palabras propias de ese lugar, de su territorio. En Isla Riesco, Emily Dickinson, Elizabeth Bishop, Gabriela Mistral y otras lecturas se cuelan como citas y reescrituras.

Femicidios y pueblos extintos

© Victor Rojas

Los cuentos de Animales extintos (Cuarto Propio, 2019) abren con una cita del escritor Francisco Coloane: “Hasta los pájaros se vuelven fieras en esta tierra maldita, dijo la mujer del puestero”. Paula López Wood (Santiago, 1987) es directora audiovisual, licenciada en Estética de la Universidad Católica de Chile y Máster en Escritura Creativa por la Universidad de Nueva York. Este es su primer libro. En cinco poderosos cuentos, distintas protagonistas se relacionan con el paisaje austral a través de recuerdos, oficios y traumas. “Cuerpos recorridos por la tensión que emana del paisaje”, anota la escritora Diamela Eltit en la contraportada.  En “La estancia de los caiquenes”, por ejemplo, Ana se muda junto su esposo a la casa de su suegra recientemente fallecida, para hacerse cargo del hermano menor de él, Ignacio, quien es autista. El relato está rodeado y asediado por el vuelo de los caiquenes. Al igual que la protagonista, Paula López estableció su relación con este paisaje como una foránea. Originaria de la capital, hace casi una década se dedica a la escritura de crónicas de viajes, interesada especialmente por la zona Austral de Chile, las regiones de Aysén, Magallanes e incluso la Antártica.

“Ese territorio me fascinó por sus horizontes eternos, su geografía intrincada, el aislamiento que vivían ciertas comunidades. De Chiloé al sur, Chile se quiebra en miles de islas y archipiélagos, un laberinto de canales donde vivieron indígenas canoeros, donde andan los pescadores y navegantes. Mis cuentos están inspirados en ese territorio, pero, sobre todo, en la atmósfera que me produjo acceder a ese lugar. Hay mucha belleza, pero también una gran brutalidad en los paisajes y en la historia”, cuenta la narradora.

En el cuento que da título al libro, Ángela, una taxidermista, se hace preguntas sobre su oficio y la memoria, mientras fabrica la ilusión de vida a través de huesos y cuerpos muertos. Esta tarea supone continuar con el trabajo de su padre, un investigador preocupado por la preservación de los animales en peligro de extinción en la zona austral, entre ellos, los murciélagos. Esta herencia, que nunca terminamos de comprender si es una especie de destino ineludible, acecha a la protagonista: “El único problema serían los recuerdos, pensó, los cabos sueltos”. Cuentos donde no solo hay una contemplación del paisaje, sino un paisaje vivido, un paisaje que se psicologiza y actúa en y a través de los personajes. Consultada al respecto, Paula señala que el estudio del Romanticismo alemán ha sido clave en su forma de pensar el territorio en tanto en esa estética el hombre se enfrenta a una naturaleza “más salvaje” y hay una idea de lo sublime en lo natural que sugiere superación humana y de conquista sobre el territorio. Pero, “los personajes de Animales extintos no tienen un afán de victoria o conquista ante la naturaleza”, explica.

“¿Por qué hay tan pocas historias de mujeres en este lugar? ¿Qué le pasa a alguien que vive constantemente enfrentado a un clima así de hostil, así de brutal, como el de la Patagonia? ¿Qué significa el aislamiento, la soledad, en este territorio?”, fueron algunas de las preguntas que Paula López se hizo para poder conformar este libro. La lectura desde una perspectiva de género es una preocupación de la autora. Desde allí, se pueden universalizar estos relatos y cruzarlos con literaturas de otras latitudes como, por ejemplo, Alice Munro, canadiense ganadora del premio Nobel de Literatura, y cuya obra fue fundamental para Paula porque a través de su lectura pudo explorar el punto de vista femenino en sitios históricamente protagonizados por hombres. Estas preocupaciones que son situadas en nuestro país: “Aysén tiene la tasa de femicidios más alta del país, hay una invisibilización en el género que es similar a lo que ha ocurrido con los pueblos originarios como kawésqar, selknam y yaganes. Veo en la escritura, en la literatura que me interesa producir una posibilidad de saldar, o al menos, iluminar, esa deuda”.

María Olvido

“Isla Riesco está ubicada en la comuna de Río Verde, hacia los 53° latitud sur […] Mi bisabuelo compra hectáreas de tierra en un remate. Están más o menos a una hora hacia el interior de la isla desde el cruce del canal Fitz Roy. Las nombra estancia María Olvido. Ese es el nombre de mi abuela. Voy a su casa en Punta Arenas y la grabo con el celular. Le pregunto por la isla”. Es la última página de Isla Riesco (Jámpster Libros, 2019), primer libro de poesía de Mariana Camelio Vezzani (Punta Arenas, 1994), profesora de Lenguaje por la Universidad Católica de Chile y coordinadora general del Archivo Ronald Kay.

Los poemas de este libro se suceden como apuntes encabezados por ubicaciones, fechas, horas, lugares de la casa, latitudes y longitudes. Lo podemos leer como un intento de cartografía que superpone lo personal, lo íntimo, la casa de la memoria con el paisaje y el territorio, indivisiblemente. El recorrido por una casa invoca textos que recorren el territorio: laguna Cabeza del mar, seno Otway, Punta Delgada, Punta Dungeness, playa Buque Quemado. Algunos de los lugares no aparecen en Google Maps. A la vez, la flora y fauna austral se unen como testigos y herramientas de la labor de memoria y reconstrucción que emprenden los poemas:

“armar una ballena desde adentro

levantar costillas inmensas

sujetarlas con clavos de fierro

acostada en el suelo veo arriba

ensamblarse el armazón”

“Estos poemas nacen, en gran medida, de las ganas de dar cuenta de un territorio. Mientras escribía, el espacio de Isla Riesco empezó a operar como una ventana para mirar hacia el resto de la región. Esa ventana implicaba un lugar geográfico, pero también una serie de imaginarios desde los cuales enunciar. De chica, me crié muy de cerca de Olvido, mi abuela materna. Hablé ayer con ella por teléfono, la pandemia la pilló en Isla Riesco y se ha quedado ahí desde que comenzó todo esto —a 3 horas de Punta Arenas, es un lugar muy aislado—. Cuando corté el teléfono, pensaba que el lugar, la «locación» de las historias que de chica me contaba mi abuela fue casi siempre esa. Incluso en las historias que me contaba su mamá, mi bisabuela: aunque aparecieran, obviamente las calles y edificios de Punta Arenas, el relato de alguna manera siempre volvía a Isla Riesco”, dice Mariana.

Lo íntimo no tiene la carga de quedarse encerrado ni estático en el espacio de la casa, sino que se abre, a través de la escritura, a una discusión mucho más amplia y profunda sobre el territorio, es decir, es la ventana por donde se construye un mapa vivencial. El ejercicio de memoria y cartografía que se ejerce en Isla Riesco lo muestra como un texto que discute no solo con el paisaje como un recorte de una región, sino también problematiza la relación de lo humano y el territorio. “Me interesa mucho la forma en la que ciertos aspectos de la región —el clima y paisaje inhóspito, una cierta épica de las expediciones que recorrieron y documentaron la zona, la violencia colonial hegemónica y el genocidio, la aparición y prosperidad de las estancias, la relación de explotación de lo humano con lo animal— interactúan entre sí, y cómo a su vez estos elementos van ingresando en la escritura, aun cuando se pretenda abordar asuntos más personales”.

Mariana Camelio es muy hábil al momento de entrecruzar distintos discursos y variadas fuentes. No solo reescrituras y citas conforman el libro, sino también atentas lecturas de textos como El cementerio más hermoso de Chile de Christian Formoso, Herta Müller, artículos de Wikipedia e información enciclopédica sobre liebres y formación de glaciares. En palabras de la autora, le interesaba pensar cómo información científica “dura” podía convivir con una escritura literaria.

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