Tipos Móviles

Estallido social y coronavirus en la mirada del filósofo Sergio Rojas: “Imaginar una forma de vida mejor no implica solo soñar un mundo sin neoliberalismo”

Por: Sebastián Herrera, periodista | Publicado: 29.03.2020
Estallido social y coronavirus en la mirada del filósofo Sergio Rojas: “Imaginar una forma de vida mejor no implica solo soñar un mundo sin neoliberalismo” |
El 18 de octubre explotó todo. Con la revuelta, entre las marchas, en la academia, márgenes y en las profundidades de la web –en sus foros, columnas, medios y veloces publicaciones–, emergieron una serie de intérpretes que han intentado analizar, explicar o buscar descifrar ciertas claves que entrega el campo social. Hay también quienes han seguido atentamente el curso y, desde la distancia, intentan pesquisar la veloz corriente y flujos de información, contingencias y acciones de los acontecimientos que se encuentran en crisis; entre ellos el filósofo Sergio Rojas, doctor en Literatura y académico de la Facultad de Artes de la Universidad de Chile, quien, a cinco meses del inicio del estallido, observa y analiza los nuevos cambios que ha producido el nuevo actor en escena: el COVID-19.

 “En este momento el COVID-19 es un problema real, de una magnitud inimaginable, al punto que Jean-Luc Nancy ha dicho que el concepto de biopolítica deviene algo ‘ridículo’. Claro, porque no se trata simplemente de la política ingresando en el orden de la vida, sino que es la vida misma la que en una pandemia desborda la política haciéndola colapsar. La vida humana es amenazada por otra forma de vida, se trata de un acontecimiento interespecies, la manera en que nos representamos la vida tendrá que cambiar”, dice de entrada el filósofo, un agudo lector del proceso que hoy tenemos frente a los ojos. 

Cerca de dos mil casos confirmados, cinco fallecidos; la aparición de nuevas formas de interacción, como el teletrabajo; aplazamientos de demandas urgentes, como el plebiscito; la paralización de las industrias deportivas, artísticas y eventos masivos; postergaciones que hace un mes parecían impensadas, como el otorgado a las pymes; y el paso desde el fact checking de las escenas del movimiento social al de la pandemia planetaria; son algunas simples consecuencias de un virus que estalla en medio de un estallido. “El COVID-19 es ocasión para preguntarnos cómo actuaríamos en condiciones extremas. Creo que hoy ya podemos comenzar a imaginar esas condiciones extremas al modo de un experimento mental: ‘¿cómo actuaría si…?’. Me enteré de que, en lo que va de la cuarentena, en los tribunales han disminuido los delitos habituales, pero han aumentado los casos de violencia intrafamiliar, especialmente la agresión a niños. Ha venido en estos días a mi memoria un libro que en los 80 publicó el sociólogo Pablo Hunneus acerca de lo impensable de un conflicto nuclear: “cuando pidamos ayuda, nadie responderá, porque desde todos lados estarán pidiendo ayuda”. Esto no va a suceder ahora, pero es un pensamiento que nos confronta con una situación límite tan inquietante que luego, desde nuestra intimidad, podría tener alguna incidencia en la necesaria repolitización del país iniciada en octubre pasado”.

Mantenerse con vida

La histórica marcha de más de un millón de personas en Santiago, los hechos inéditos que vivimos en un país absolutamente convulsionado, urgente de respuestas, convocatorias, manifestaciones y nuevas preguntas, hicieron pensar durante todo este proceso que la calle era la herramienta más efectiva para hacer visible las demandas, generar presión e incluso respuesta a ellas. Sin embargo, en pocas semanas, más de 1.600 científicos, decenas de políticos, médicos y un país acontecido con el virus, exigen hoy algo vital: por redundante que parezca, su exigencia es mantenerse con vida. La cuarentena y el encierro pusieron a prueba, nuevamente, las formas en que la disputa se hace visible: “El país tuvo que abandonar la calle, las personas regresaron a sus casas para enclaustrarse y cuidar cada uno su vida y la de los suyos. Todo contacto humano se volvió un potencial peligro. La pandemia es algo que en cada caso le ocurre a cada uno, en su cuerpo particular; en el país los medios informan el aumento de los enfermos uno a uno, sabemos en cada momento cuántos casos se han dado en cada comuna. ‘Estoy vivo, luego, estoy en peligro’, este es el presentimiento que nos envió de regreso a nuestras casas, pero no solo desde la calle, sino también desde el lugar de trabajo, desde la escuela o la universidad, desde el café o el restaurante, desde el paseo dominical, etc. El espacio público no es solo la calle. Pareciera que ese binarismo que de alguna forma había capturado el imaginario político, entre la calle insubordinada, promesa de comunidad, o la doméstica intimidad resignada en su individualismo, también queda ahora en cuestión. Tal como ocurre en las crisis económicas de escala planetaria, aquí tampoco existe una solución acertada y muchas equivocadas; solo existen medidas. Acaso descubramos que el lugar político del individuo es más bien el desplazamiento entre lugares y que solo en ese desplazamiento, en ese ‘entre’, hay encuentros”.

En una charla TED de hace unos 5 años atrás, Bill Gates habló que las nuevas guerras no serían nucleares, sino bacteriológicas; hace un par de semanas, el filósofo surcoreano, residente en Alemania, Byung-Chul Han, analizaba la gestión de países asiáticos ante la crisis; Chomsky ejemplificaba cómo esta daba cuenta del fracaso del mercado; y Franco “Bifo” Berardi, escribió sobre la dominación del terror en los imaginarios en construcción. ¿Dónde se fue el malestar y en qué lugar quedó el estallido?, es una pregunta que parece rondar: “El artículo de Byung-Chul Han se refiere al enorme poder disciplinante sobre las personas que existe en China, algo que Han remite a un autoritarismo y obediencia que sería propio de ciertos países asiáticos, y donde actualmente la vigilancia digital es un recurso esencial para el control de la población, prácticamente sin ninguna conciencia crítica respecto a esos recursos tecnológicos. La escala del poder que se genera a partir del explosivo acoplamiento de capital global e informatización digital borra esa diferencia orientadora “Oriente / Occidente”. Lo que hoy entra en un proceso de crisis y acaso de catástrofe es la hegemonía mundial. El filósofo y activista ‘Bifo’ Berardi sugiere que a raíz del COVID-19 hace síntoma una desmovilización general, de tal manera que antes de que el cuerpo enfermara, ya la mente estaba afectada por lo que Berardi denomina psicodeflación: una humanidad humillada y rendida desde hace ya un tiempo debido a la impotencia de sus decisiones. Pero, como lo veo, no se trata de la simple pasividad que consiste en quedarse con los brazos cruzados mirando por la ventana y lamentando las soluciones que no llegaron, sino que también ocurriría esa psicodeflación cuando ya no somos capaces de pensar que es posible otro mundo, y nos entregamos a una especie de narcisismo herido de muerte que cree que lo único que queda es ver hundirse el mundo, incluso colaborando con la destrucción. Pienso que, como decía Heidegger, preguntarse si uno es optimista o pesimista ante lo que viene es no estar a la altura de lo que está sucediendo”.

En referencia al proceso que vive Chile, Rojas detalla lo siguiente: “Expresiones como despertar y estallido son solo figuras retóricas para señalar por ahora ese acontecimiento inédito, porque se trata también de un proceso cuya dirección no está garantizada. Es necesario elaborar políticamente el curso de lo que viene. Sin duda que en los meses pasados hubo una especie de entusiasmo por las acciones de transgresión en un sector importante de la ciudadanía, y la palabra evadir se hizo también de alguna manera emblemática. Pero creer que a través de esas acciones –lo que algunos denominan ‘la revuelta’– el país se estaría sacudiendo el yugo del neoliberalismo es a mi juicio un malentendido. Imaginar una forma de vida mejor no implica solo soñar un mundo sin neoliberalismo, y tampoco es suficiente representarse qué habrá en lugar de ello, sino que es necesario pensar el proceso que nos conducirá hacia allá”, culmina el filósofo, justo en tiempos donde el rumbo que toma el país no solo debe tener en consideración el estallido social, sino que, además, reaccionar a una pandemia que avanza exponencialmente. 

Déjanos tus comentarios
La sección de comentarios está abierta a la reflexión y el intercambio de opiniones las cuales no representan precisamente la línea editorial del diario ElDesconcierto.cl.