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Jugar a ‘El que no salta es paco’: El estallido de niñes y adolescentes

Por: Johanna Watson, periodista @jowapa | Publicado: 18.10.2020
Jugar a ‘El que no salta es paco’: El estallido de niñes y adolescentes |
Hoy se cumple un año desde que Chile alzó la voz. Hace 365 días el país cambió para siempre su forma de ver, pensar y exigir sus derechos. En la conmemoración del primer aniversario de ese día –que ha sido bello pero también duro en muchos aspectos– quisimos saber cómo vivieron niñes y adolescentes chilenos el proceso y qué piensan y sienten un año después del 18 de octubre del 2019.

Martina Nigro, 13 años: “No nos volveremos a dormir”

Soy Martina, el 18 de octubre del 2019 tenía 12 años e iba en un bus camino a mi casa después de una actividad extraescolar en la comuna de San Joaquín. Nos habían hecho salir media hora antes por los niños que se iban en Metro, alcancé a escuchar que algo había pasado y que estaba peligroso. Eran las 6 de la tarde, hora de taco, en especial un viernes, pero el bus iba particularmente más lento de lo usual. Aún así no estaba alarmada, todo era normal y el conversar con mis compañeros me mantenía distraída, pero en un momento recibo un mensaje un poco raro de mi abuela: «¿estás bien?, cualquier cosa que pase tírate al piso».

Martina

Llamé a mi mamá para preguntarle qué estaba pasando, me dijo que mi abuela exageraba, que todo estaba bien. Confié en ella, tenía razón, no había nada en la calle que pudiera hacerme daño o a mi grupo. Aún así el mensaje me había dejado un poco alarmada. Continué hablando con mis amigos, pero luego uno de los niños más grandes gritó: «¡Hay un basurero incendiándose!» Miramos y había  4 basureros afuera de una estación del Metro completamente prendidos, en llamas, formando una fogata gigante.

Nuestra primera reacción fue hacer chistes, estábamos asombrados e intrigados por la situación, veíamos a los encapuchados correr de los guanacos y tirando cosas en llamas. Desde ese momento no nos despegamos de la ventana, mientras hacíamos chistes sobre apocalipsis o que íbamos a morir.

Recuerdo ese momento con mucho cariño, ninguno de nosotros tenía miedo. Lo que veíamos afuera no era “gente haciendo destrozos”, nosotros entendíamos la pelea en la que éramos espectadores.

Parece que todo eso hubiera sido ayer, pero fue el comienzo de una lucha que vivimos hasta hoy y que lleva ya un año presente. Han pasado muchas cosas desde ese 18 de octubre, y en mi corazón siempre lo veré con orgullo, de mi país y de cómo como pueblo nos unimos cuando lo necesitamos. El estallido fue algo que como muy bien dice la frase popular “hizo despertar a Chile”, y mientras estemos unidos no importa que sedante nos quieran dar, no nos volveremos a dormir.

Gaspar Olsen, 11 años: “Quiero que mis tatas reciban una pensión digna”

Gaspar

Soy Gaspar, vivo cerca de la rotonda Grecia, tengo 11 años y tenía 10 el 18 de octubre. Para mí fue muy difícil vivir el estallido, ya que no vi a la familia de mi papá por un mes, paré de jugar fútbol que es lo que más me gusta hacer y todos los días me costaba respirar porque a 2 cuadras de mi casa la gente quemaba micros y lanzaban bombas molotov.

Las primeras horas no sentí tanto miedo, estaba en el cumpleaños de un tío en Puente Alto y pensé que sólo eran manifestaciones, pero fueron aumentando y no podíamos salir porque era peligroso. Pasaron las horas hasta que el Gobierno declaró toque de queda, volvimos a casa a las 04 am con mis abuelos y sus amigos. En ese trayecto sentí miedo, porque vi en la rotonda 3 micros quemadas, personas indigentes protegiendo sus carpas de las llamas y había un olor muy fuerte que me hacía toser y llorar.

Finalmente llegamos bien a nuestros hogares. Al día siguiente salimos tempranito y nos asustamos muchísimo, porque veíamos gente que tiraba piedras, carabineros que lanzaban agua, gente incendiando estaciones de Metro, y pensé que iba morir, que nos iba a llegar alguna bomba.

Días después ya no sentía miedo, porque sabía que la gente lo hacía con un propósito: que las personas mayores tengan una mejor pensión, que los profesores sean escuchados y valorados, que los derechos se respeten y que pare el machismo. Debido a eso, con mi mamá fuimos a un cacerolazo en la Plaza Ñuñoa.

Pienso que el estallido social sirvió mucho para que la gente y el Gobierno cambien, pero también pienso que una nueva Constitución no cambiará todo. Lo que sí quiero es que mis tatas reciban una pensión digna como se merecen y dejen de vender en la calle y exponer su salud.

Carito Oliva, 9 años: “En el colegio jugábamos a ‘El que no salta es paco’

carito

Me llamo Carolina, tenía 8 años cuando estaba pasando todo eso. Supe del estallido por la tele y después busqué noticias por internet. En mi colegio hablaban poco de eso, pero sí jugamos a ‘El que no salta es paco’ y nadie quería ser paco.

Lo que más recuerdo es que le dispararon a personas en los ojos, me dio rabia y pena, debe doler mucho, los pueden matar y dejar ciegos. Fueron pacos, ellos disparaban “lagri algo” y herían a la gente. Me preocupaban las personas que estaban protestando.

Estuve en una marcha cerca de mi casa, me gustó, era divertido, nos acompañaban perritos, había música y caminábamos todos juntos. Me gusta y es bacán porque es emocionante, la gente estaba contenta, eran todos como amigos. Me daba susto que llegaran los pacos, pero no vi ninguno.

Pienso que el estallido ha servido, hay muchas personas que lo han apoyado, hasta en Francia, porque están defendiendo personas que necesitan ayuda para vencer a los pacos. Me gustaría haber participado en más marchas, en “La marcha más grande de Chile” con el Sensual Spiderman y la Tía Pikachú y conocerlos, pero vivía lejos y no pudimos. Amo al Negro Matapacos, yo creo que los que protestan lo deben extrañar mucho, hubiera sido bacán conocerlo. El aniversario del estallido se debería festejar como el 18 de septiembre, con fonda.

Luciano González, 12 años: “Los pacos casi se meten a mi colegio”

Luciano

Cuando comenzó el estallido social tenía 11 años y estaba con mis papás comprando en una pequeña tienda cerca de nuestro edificio. Desde las teles del negocio veíamos manifestaciones en Plaza Dignidad, terminamos de comprar rápidamente y nos fuimos a nuestra casa, se escuchaban cacerolazos mientras caminábamos por una solitaria vereda. Parecía una película.

Uno de los días más potentes del estallido estaba con mi papá en Plaza Ñuñoa, me subí a la pérgola de la plaza y canté ‘La voz de los 80’ junto a un chico que estaba en el lugar.

Al día siguiente fuimos a la plaza y mi papá llamó a los exintegrantes de su antigua banda Santo Barrio y solo por ese día se reagruparon para tocar.

También recuerdo haber ido a una manifestación muy dura con mi padre a Plaza Dignidad, pude ver a los pacos persiguiendo manifestantes. La situación fue tan tensa que nos tuvimos que ir.

Siempre que salía de clases mis compañeros mayores hacían barricadas, por eso siempre había pacos afuera y un día casi se meten al colegio.

Lamentablemente hubo más malos momentos, como la pérdida de visión de muchas personas, el abuso policial, la muerte de manifestantes, etc. Luchamos por una causa justa, que se acaben las injusticias y la corrupción. El manejo del estallido fue pésimo, muchos han muerto y el Gobierno poco ha hecho. Espero que jamás se repitan las injusticias de este Gobierno.

Mila Tolic, 12 años: “Con el Toque de Queda, me acordé de lo que había pasado con Pinochet”

Mila

El 18 de octubre tenía 11 años. Ese día, alrededor de las 19 horas estaban manifestándose, en ese momento lo sentía normal, porque para las fechas del 11 de septiembre y para el “Día del joven combatiente” había pasado algo parecido. Cuando empezó el cacerolazo me preocupé y me pregunté por qué estaban haciendo eso. Había sacado a pasear a mi perrita, subí a mi casa porque me estaba empezando a asustar.

Como era viernes mi mamá seguía trabajando y la llamé para saber cómo estaba, ella me contó que las micros no estaban funcionando, tuvo que caminar desde el trabajo hasta la casa y llegó como a las 11 de la noche. En ese momento empecé a entender que el asunto era más grave de lo que pensaba.

Al día siguiente me desperté por el ruido de las noticias, estaban mostrando que había muchos heridos. Ese mismo día mi papá me llamó para decirme que el lunes no fuera al colegio ya que era muy peligroso. Días después en mi Instagram estaba lleno de publicaciones de manifestaciones y gente herida, me asusté demasiado. Cuando empezó a haber “toque de queda”, me acordé de lo que había pasado con Pinochet, estaba muy nerviosa de que volviera a pasar.

Desde ahí que no volví a ir al colegio como por un mes o menos, entonces mi rutina cambió, pero en ningún momento tuve contacto con manifestaciones, siempre me resguardé en mi casa. En todo el proceso del estallido social estuve preocupada y nerviosa de que le pasara algo a mi familia, ya que había visto varios videos en donde los carabineros les disparaban perdigones en los ojos a los manifestantes, había veces en que ellos actuaban de forma pacífica y los carabineros les hacían daño igual. Eso me daba rabia, porque lo encontraba muy injusto, aunque tampoco me gustaba que los manifestantes destruyeran los bienes públicos.

Actualmente pienso que con todos los eventos que sucedieron a lo largo del estallido logramos hacer que nuestra voz se escuche. Ahora podemos aprobar o rechazar una nueva Constitución, tenemos el 10% de la AFP, etc. Ahora estoy más tranquila y gracias a Dios que mi familia está bien.

Fermín Solé, 13 años: “Nunca más volveremos a cerrar los ojos”

Fermín

Para el momento del estallido tenía 12 años e iba al colegio como cualquier otro niño de mi edad. Ese día estaba invitado a la casa de un amigo a dormir después de clases. Pasaba el rato con él hasta que su mamá nos avisó sobre lo que pasaba en Plaza Italia. Luego me llamó mi mamá para contarme, ella estaba en la periferia de Santiago trabajando. Con su relato terminé de comprender lo que sucedía, pero honestamente no le tomé el peso, yo pensaba que era solo una marcha más.

Pasé la noche en la casa de mi amigo y conversé todo el tiempo con mi mamá por WhatsApp. Ella tuvo que venirse a nuestro departamento en Providencia desde Pirque con una bandera blanca por la ventana, ya que había comenzado el primer toque de queda. Los militares habían llegado al lugar del concierto donde trabajaba mi mamá, por lo que tuvieron que cortar todo y volver lo más rápido posible a Santiago. Yo estaba preocupado por ella, el relato y las fotos que me enviaba eran apocalípticas, se veía fuego por todos lados, incluso en el Metro.

Pasaban los días y las marchas no paraban, empecé a darme cuenta que era una revolución social. Fue muy raro ya que escuchaba opiniones muy diversas, a mis amigos les daba igual, mis papás creían que era un cambio importante y mi abuela decía que eran delincuentes. Hasta que un día mi mamá me invitó a ir a una de esas marchas. Ese día fui por primera vez a Plaza Dignidad.

Una vez ahí fue impactante, vi varias realidades de Chile que no me podría haber imaginado: pobreza extrema, violencia policial y cosas que no entraban en mi cabeza. Hasta ese entonces era un niño que siempre vivió en Providencia, siempre fui en colegio particular, es por eso que el “Chile despertó” para mi tiene todo el sentido del mundo, porque realmente todos despertamos, aunque la policía intentó dejarnos ciegos, nunca más volveremos a cerrar los ojos.

 

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