Tipos Móviles

Leonel Lienlaf, poeta: «Cuando niegan la categoría ‘mapuche’ de la poesía, están negando al pueblo mismo»

Por: Belén Roca Urrutia | Publicado: 19.01.2018
Leonel Lienlaf, poeta: «Cuando niegan la categoría ‘mapuche’ de la poesía, están negando al pueblo mismo» leonel-lienlaf-iC |
El reconocido poeta mapuche (Alepue, 1969) acaba de editar una antología bilingüe titulada «La luz cae vertical», bajo el sello Lumen. Su obra destaca por reflejar modos de pensar que son comunes a todo su pueblo, y refractarlos hacia distintos aspectos de su vida personal: la incidencia de los sueños en decisiones importantes o el protagonismo de la naturaleza en el destino humano. Descrita por Elvira Hernández como «Plena escritura de este tiempo», El Desconcierto conversó con el autor sobre esta otra mirada.

Ñi kuwv feipienew
Mapu
Pepi wirigelay

(«Mi mano/ me dijo que el mundo/ no se podía escribir»)

—Leonel Lienlaf, Rebelión

– ¿De qué se habla cuando se habla de la «oralidad mapuche»?

– La oralidad es un concepto. Todas las lenguas son orales. Pero en el caso de la literatura, o la poesía mapuche, la oralidad es fundamental porque mucha de la poética mapuche está ligado al canto. A diferencia del castellano, donde la mayoría del trabajo poético se analiza desde la perspectiva de la escritura. Existe la poesía mapuche en tanto existe un pueblo mapuche. Ahora, cuando te niegan la categoría «mapuche» de tu poesía, están también negando al pueblo mismo.

– ¿En qué idioma piensas las imágenes que se te vienen a la cabeza para hacer poesía?

– Yo soy bilingüe. Hablo mapuzungún y también trabajo, indistintamente, los dos idiomas. Mis textos son elaborados en ambos idiomas. No son traducciones. A veces, la parte en mapuzungún es una continuación del castellano; o al revés.

– ¿De dónde viene el interés por relatar parte de tu forma de ver el mundo en este formato? ¿Por qué ser un poeta y no un pintor, por ejemplo?

– Entré a la poesía gracias a mi abuela. Ella me llevó al tema de la poesía en el mundo mapuche. Luego conocí los clásicos del género. Uno llega a la poesía. No sabría si llamarlo vocación o algo por el estilo.

– ¿Cómo ves tú el interés del Estado por el patrimonio cultural mapuche, por un lado, enfrentado a la represión política que sufre el pueblo, tanto en Chile como Argentina?

– Los estados chileno y argentino están en un esfuerzo conjunto para hacer desaparecer al pueblo mapuche. No deja de ser anecdótico el hecho de que es el pueblo mapuche el único enemigo común a Chile y Argentina. No es sólo la machi Linconao, sino todos los presos políticos, los asesinados en ambos lados de la cordillera. Esta política binacional no es roducto del azar. Lo que se busca, más allá de la erradicación de un pueblo, es generar un clima de terror, de amedrentamiento que nos impida sentirnos seguros en nuestros propios territorios. Sí, es contradictorio, de acuerdo a tu pregunta. Pero en este país, muchas cosas son contradictorias.

– Pero, frente a la intención de los organismos culturales por darle importancia a la «cultura ancestral», ¿No existe el riesgo de ser folclorizado, vaciado de contenido político?

– Eso depende de la disposición que tiene uno respecto de esas contradicciones. Yo no me resto de los espacios, ni tampoco me victimizo. Por el contrario, creo que mi rol es estar ahí, en la tensión. En el arte, sobre todo, es una tensión que tiene que ver con disputas de poder. De hecho, esa es la labor del arte: poner entre las cuerdas al poder.

– En la poesía mapuche, desde sus primeros exponentes hasta autores más recientes, como Daniela Catrileo, se advierte un patrón relacionado con imágenes de la naturaleza para referirse a estados emocionales particulares, pero no es un acercamiento del tipo ecologista, sino mas bien pensando en estas fuerzas a la par o superiores al espíritu humano. ¿Es coincidencia?

– La literatura mapuche es amplia. Yo diría que es, incluso, más variada que su contraparte chilena. Está, por ejemplo, David Añiñir trabajando con ser un «mapurbe», un mapuche en la ciudad; Jaime Huenún, cuyas reflexiones son más sesudas; María Isabel Lara… hay tantos nombres. Mi trabajo, en particular, es con el paisaje y el territorio. El paisaje es una forma de mirar. Ser mapuche condiciona tu mirada frente a cualquier tema del que quieras hablar.

– En otras entrevistas mencionas que el mapuzungún, al ser un idioma mucho más plástico, te permite pensar las cosas en otro orden. Tú lees a través del paisaje. ¿Puedes explicarlo en castellano?

– Es muy difícil. Expresar mi relación con el paisaje, en este idioma que hablamos ahora, es complicado. Por lo mismo es que mi medio es la poesía. Quizás es la única manera en que puedo hacer estos pensamientos «traducibles», aunque el ser bilingüe marca una distinción clara entre esos dos mundos, esos dos lenguajes.

– ¿Hay alguna palabra en mapuzungún que sea imposible de contener en castellano?

– Varias. El mapuzungún es un idioma de las ideas. En cambio, el castellano es mucho más conceptual: cada palabra tiene un deber. En el mapuzungún hay partículas que verbalizan, o adjetivan… se puede jugar con su sintaxis. Ahora, los lingüistas pretenden construir un mapuzungún escrito bajo los parámetros del castellano y dudo que eso sea posible.

– Existen distintas grafías del mapuzungún. ¿Por qué todavía no existe una convención sobre cómo representar el idioma según el alfabeto occidental?

– Es un drama de orden más político que técnico. Ningún grafema logra representar fideidignamente el sonido de las palabras en mapuzungún. Hay mucho idealismo en esa intención de utilizar el alfabeto para obtener la imagen escrita más fiel al idioma. Lo que se debe hacer, en este caso, es estandarizar, llegar a algún acuerdo.

La luz cae vertical
Leonel Lienlaf
Lumen
198 páginas
Precio de referencia: $15.000

Déjanos tus comentarios
La sección de comentarios está abierta a la reflexión y el intercambio de opiniones las cuales no representan precisamente la línea editorial del diario ElDesconcierto.cl.