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Norma Mor, la drag queen chilena que brilla en el soft porn y en el Museo Reina Sofía

Por: Diego Bravo Rayo | Publicado: 01.07.2020
Norma Mor, la drag queen chilena que brilla en el soft porn y en el Museo Reina Sofía |
Con casi un año en Cataluña, su propuesta la ha llevado a uno de los principales centros de arte hispanoamericanos para denunciar los abusos de poder en Chile y a participar en un filme de la renombrada directora feminista Erika Lust. Aquí Feña Celedón Pérez (30) nos cuenta el origen de su personaje multifacético, su agitada vida en España, sus críticas a una generación drag chilena “clasista, racista y aspiracional”, junto con desvelar mitos de la pornografía. Hoy se presenta en el Museo Reina Sofía.

Le tocó estar indocumentada durante la pandemia en España, aunque vivió la coyuntura sanitaria de forma privilegiada: sus jefes en el bar queer en que trabaja, el Candy Darling, le pagaron el seguro de desempleo. Fue un golpe de realidad que recibió a gusto, lo que indefectiblemente la lleva a comparar con su pasado. “La precarización de la economía y la frustración para los artistas de la disidencia sexual en Chile depende de la misma cultura. Allá pensaba que para hacer una performance necesitaba un abogado, además de que la paga era poca y, por lo tanto, no podías vivir”. Lo que se encontró en Barcelona y Madrid aún le resulta asombroso, casi intangible: “Que el museo Reina Sofía pague por mi performance aún no lo puedo creer, porque esto te lleva a verte a ti misma y preguntarte por qué a esta gente les interesa una travesti que viene del fin del mundo”.

¿Cómo debo llamarte?, ¿Fernanda?

– No, Feña, porque es el neutro de Fernando o Fernanda

Su identidad sexual es transgénero no binario: «A veces me visto como mujer pero llevo mi barba. Vivo con naturalidad mi femineidad y mi masculinidad, aunque son términos que evito utilizar, ya que el hacerlo aporta a una lógica binaria que debería abolirse. El binarismo de género violenta a los cuerpos y los somete a códigos estrictos que muchas veces frustran las verdaderas identidades de las personas».

– ¿Cómo es el proceso de buscar la mujer a la cual representar?

– Eso es lo que les pregunto a quienes se quieren iniciar en el travestismo. Tienen que buscar referencias de mujeres a las que representar, en mi caso le añadí recurrir a feminismos. Es que en la medida en que busco a la mujer que quiero ser también me cuestiono a qué tipo de mujer estoy representando, y para mí es importante hacerlo desde la crítica consciente. Por eso fue imperioso al momento de travestirme no hacerlo como una payasa o pecar de banalidad. El travestismo también fue la búsqueda de mi identidad.

– ¿Y cuál es el perfil de Norma Mor?

– Norma Mor es feminista, política, reivindica la identidad cultural, nuestra piel y color.

Sus grandes referentes son Frida Kahlo y Pedro Lemebel, cuya influencia se expresa en mantener su cabello negro y su color de piel al momento de ser Norma Mor. «En la estética drag normalmente se ven chicas super blanqueadas, de narices respingadas, rasgos europeizados. Pero para mí el drag es político y lo tomo así para tener más propiedad sobre la práctica».

[El término “Drag” es el acrónimo inglés de Dressed as a girl (vestido como chica), intepretación que no se ciñe a una opción sexual: pueden ser hombres e incluso mujeres heterosexuales quienes den vida a una figura Drag. Tal vez la diferencia notoria con el travestismo radica que este último no implica indefectiblemente una escenificación: se puede travestir siendo periodista, mecánico o médico. En tanto la diferencia del ‘dragueo’ con el transformismo es más tenue debido a que, según la misma Feña, radica en la estética y en sus influencias: las drag queens exageran mucho más el rol femenino que quieren representar. Tanto el travestismo, el transformismo y el dragueo, pueden ser practicados por personas de cualquier orientación sexual].

– ¿En qué momento Feña es esa mujer?

– Norma Mor sí quiere ser una mujer. Hay una gran cantidad de elementos lingüísticos que se exponen: usa tacos, vestido, pelo largo, entonces lo que se busca es precisamente ser una mujer, una super mujer. Pero en mi cotidiano no soy una mujer ni tampoco un hombre: simplemente soy Feña y trato de aceptar lo masculino y lo femenino que me constituye.

 

Partir del dolor

En Chile no sufrió agresiones ni discriminaciones directas más que en «alguna pega que no me dieron por ser muy maricón». Reconoce su privilegio en varios ámbitos, partiendo por el apoyo y amor incondicional de su familia. En su casa la trataban como la niña o la artista. Vivió mucho tiempo alrededor de Plaza de Armas, en Santiago, y llegaba tarde y travestida luego de caminar desde el barrio Bellavista, donde trabajaba. Era intencional: «Me gusta vestirme así y caminar a esa hora era una forma de militar, de visibilizar que existimos más allá de un escenario, que comemos y tenemos necesidades tales como el afecto. Eso es uno de mis grandes motores para el personaje de Norma Mor».

Titulada de Teatro en la Universidad Finis Terrae y con un posgrado en Pedagogía Teatral y en Arte en la Universidad de las Américas, quiso hacer una carrera artística como drag queen. Hace cuatro años tuvo un pololo que terminó la relación cuando ella se empezó a travestir. “Ahí empezó mi rabia con respecto a la norma. Me pregunté por qué no me deseaban como yo quería, por qué esta normalidad». Normalidad, normatividad, normas, norma. El brío del dolor decidió orientarlo al arte. «Muerte a la Norma fue una manera de concretar eso que ya pensaba», explica.

– ¿Cómo transformaste el dolor en esto?

– Fue un empoderamiento muy lindo porque fue aceptar todo eso femenino que la sociedad rechaza, porque lo marica no se te puede notar. Gran parte del activismo homosexual en Chile quiere pertenecer a un sistema, que es muy distinto a querer cambiar el sistema. Todas las políticas que se están impulsando las oenegés por la liberación homosexual, no están ligadas al propio cuestionamiento de lo normados que ellos pueden estar.

Esto fue un impulso para que Feña se distanciara del discurso de la diversidad sexual y se acercara más a la disidencia sexual: «Estar con los racializados, con los migras, con todas las identidades trans, con los más excluidos. Ellos necesitan más atención aún en cuanto a la militancia. De un tiempo a esta parte, la comunidad homosexual ha estado cómoda, sea porque ha sido más aceptada o porque han tenido menos problemas, debido a que se han normado. ¿Por qué entrar en la norma si venimos de fuera de ella?».

Los once meses que tiene en España son tiempo y distancia que, en aleación, le dan una perspectiva también positiva de sus pares artísticas en Chile: «Hay una colectiva disidente muy hermosa, el nivel de la drag en Chile es muy alto y en el extranjero está bien considerado. Somos profesionales, meticulosas y conscientes de nuestra precariedad, ya que la confección de nuestra indumentaria es cara. Hay muchas que no les basta con verse bonitas sino que han politizado su puesta en escena, porque el contexto país lo pide».

Una de sus preocupaciones actuales es la amenaza de la ola fascista. «Está creciendo y de nada va a servir que estemos bonitas porque si no estamos organizadas nos van a matar. El fascismo es así y la realidad se pone más extrema cada vez, con la connivencia de la policía». Estuvo en una de las movilizaciones antirracistas que se efectuaron en Barcelona cuyo símbolo fue el rechazo a la estatua de Cristóbal Colón erigida al final de la Rambla, una de las avenidas más icónicas de la ciudad. «Cuando algunas no binarias se jactan de ser modernas, digo ¡no, mi amor! El no binarismo estaba en América mucho antes de la llegada del hombre blanco europeo, si no ve el caso de las Muxes en México».

El estallido social chileno en el Reina Sofía 

Sexyliades, la presentación de Norma Mor en el Museo Reina Sofía de Madrid este miércoles 1 de julio a las 13:00 de Chile continental, puede ser no solo un hito en la escena drag queen nacional sino que en las artes performativas chilenas. Compartirá escenario con artistas de la disidencia sexual tales como Zony Gómez, Mama Lynch (Brasil), Ariel Blanco (Argentina) y House of Tupamaras (Colombia). Su muestra contendrá material audiovisual del estallido social chileno con énfasis en el abuso de poder perpetrado por militares y carabineros, llevando como título Tiempos Mejores, el lema de la última campaña presidencial de Sebastián Piñera. Narrará el conflicto en territorio mapuche con la nueva militarización, la colusión del gran empresariado y la mercantilización de los derechos básicos. Norma Mor cerrará con música electropop junto a TransLocura, con quien interpretará dos temas de su autoría.

Soft porn: sexo liberador 

En los meses que lleva en España, ha incursionado en una amplitud de artes y el de este miércoles en el Reina Sofía no es el único hito en su carrera. Le propusieron interpretar un personaje en una película, pero desistió: tenía que hablar en inglés y no lo maneja con la fluidez requerida para el cine. Sin embargo insistieron y aceptó: le dieron un papel dentro de una orgía. Se trataba de una escena de una película de ‘soft porn’ dirigida por Erika Lust, la renombrada directora feminista de esta categoría de porno que busca un disfrute más consciente de la afectividad y las emociones mutuas. Lo primero que pensó Feña fue la oportunidad estratégica que se le presentaba: «Esta oferta me podía abrir una infinidad de puertas y me sirvió para valorar mi trabajo y lo que he hecho para llegar adonde estoy».

Fue también la ocasión en que conoció a dóminas y a la BDSM, prácticas sexuales que incluyen bondage, sadomasoquismo, dominación y sumisión. Fue una experiencia en la que pudo conocer algo nuevo de otros y de sí misma: «Me sentí muy cómoda en la escena ya que tengo una relación particular con el sexo. Todo el mundo cree que soy una máquina del sexo dado mi trabajo como performista hipersexualizado, pero no es así. Me pude encontrar con madámes y dóminas que son super sensibles y mágicas, ya que tienen un nivel de tacto y empatía con el cuerpo del otro que parecen brujas».

En el set, Feña compartía espacio con un hombre perro al que estaban sodomizando, una pareja que estaba coqueteándose y una chica en una hamaca a la que le suministraban dolor con una herramienta. Tras esta experiencia cree que el porno feminista de Erika Lust aporta nuevas formas de ver los cuerpos, así como el uso de narrativas más elaboradas y de cámaras de cine que hacen más refinada la experiencia erótica tanto para el espectador como para sus protagonistas.

– ¿Cómo se vive el placer haciendo una escena en este porno?

– Era raro igual, porque era una sesión con mucha más gente. Aunque los tiempos fuesen pensados para una película, en lo concreto el placer no se puede actuar, porque es real, yo le estoy dando con el látigo al otro y ese otro se está erotizando o algo le está pasando. Es muy bonito porque estás guardando registros de una experiencia que es propia y estás aportando al imaginario del deseo del espectador.

– O sea, se tiene placer al actuar.

– Exactamente. Bueno, de repente un orgasmo o un quejido fingido ayudan a que la escena tenga más erotización y placer (para el espectador), pero lo concreto es que es todo real, lo cual se aumenta con estas prácticas de infringir dolor. Ahí preguntas «de 1 a 10, ¿cuánto te duele?», se llega hasta que no se puede más y bajas.

– En la industria del soft porn, ¿hay discriminación también por los cuerpos? ¿Hay parámetros estéticos establecidos?

– Sí la hay, hay una norma fuerte ahí. Ante eso el porno alternativo, only fans, es una excelente opción a la industria del porno, porque allí son personas comunes y corrientes que venden su material. Esto es super potente porque abre a nuevos públicos que están aburridos de ver cuerpos normados, de penes grandes y hombres musculosos, y relaciones tan inconscientes. Hay otro porno, el posporno, que incluye a minusválidos y mutilados, quienes merecen estar en el plano de lo sexual. Ahora, hay que saber que esta industria es muy grande y no va a cambiar de la noche a la mañana.

 

 

 

 

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