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#RankingBabel | La discografía de Pearl Jam

Por: El Desconcierto | Publicado: 03.04.2020
Con el lanzamiento de «Gigaton», álbum número 11 de la banda de Seattle, editado en momentos muy complejos para el planeta entero, el debate sobre cuáles son sus mejores trabajos se abrió nuevamente. En Babel quisimos entrar en aquella discusión y, a casi 30 años de la edición de su debut en 1991, hicimos el ejercicio de ordenar todos sus discos de estudio a la fecha.

La razón por la que queremos tanto a Pearl Jam es porque fueron los encargados de hacer la necesaria reactualización del rock clásico a los códigos estéticos y éticos de las generaciones posteriores al baby boom. Es cierto que Kurt Cobain puede haber jugado un papel más importante para la cultura rock en ese sentido, pero al haberlo hecho desde una propuesta más cercana al punk, es difícil pensar que su grado de convocatoria podría haber sido tan amplio en el largo plazo como el de Eddie Vedder y compañía. Desde la vereda del rock clásico, Pearl Jam contribuyó fuertemente a cambiar el lema del sexo, las drogas y el rock n’ roll por algo de tono más intimista y menos intimidante, manteniendo la figura del héroe de la guitarra y el frontman magnético, pero despojándolos de ese retorcido aura de macho alfa. Tan simple e importante como eso.

Entre los puntales de lanza de la generación del grunge, fueron los únicos que siguieron tocando y editando música casi ininterrumpidamente por los siguientes 30 años, sin cambios abruptos de alineación y sin que su vocalista se quitara la vida. En vivo son una máquina orgánica inapelable, pero discográficamente han vivido lo suficiente para pasar de héroes a villanos de vez en cuando, como casi cualquier acto longevo en el rock. Todos los discos de Pearl Jam –sin excepción– tienen algo que atesorar y aportan con algo a sus dinámicos e impredecibles setlists en vivo. Sin embargo, no hay duda de que el camino se puso más irregular con el tiempo.

Los más radicales sitúan el momento de inicio de sus traspiés discográficos en No Code (1996), cuando la banda comienza a explorar la arquitectura que de ahí en adelante le daría a sus discos. Hay otros que podrían decir que Pearl Jam, como emblema del rock de los 90, no sobrevivió al cambio de década y ya en Binaural, con la llegada de Matt Cameron (su último y definitivo cambio de baterista) y el primer receso de Brendan O’Brien en la producción, empezaría el problema. Finalmente, hay quienes consideran que la primera década del nuevo siglo aún nos ofrece un Pearl Jam que oscila entre buenos momentos creativos y enérgicos, y que el problema real vendría en 2009, coincidiendo con el retorno de Brendan O’Brien a las perillas y la creación de su propio sello Monkey Wrench, en el cuestionado Backspacer.

Con el lanzamiento de Gigaton, su álbum número 11 editado en momentos muy complejos para el planeta entero, el debate se abrió nuevamente. El álbum pilló a parte importante de sus fanáticos encerrados en sus casas, muchos haciéndose preguntas trascendentales acerca de la situación extrema a la que nos ha llevado el capitalismo como forma de coordinar el orden social, un tema que de alguna forma Pearl Jam ha tocado desde hace tiempo en sus canciones y que en Gigaton no es la excepción. Lo cierto es que hay cierta sensación de satisfacción entre una parte no menor de los fanáticos, y en Babel quisimos entrar al debate. A casi 30 años de la edición de Ten, su debut en 1991, hicimos el ejercicio de ordenar sus 11 discos de estudio a la fecha.

¿Cuáles son los favoritos de ustedes?

11| Backspacer

2009, Monkey Wrench
Producción: Brendan O’Brien

Backspacer es el álbum de Pearl Jam que cuenta con el inicio más enérgico desde Vitalogy, con cuatro guitarreras composiciones de beat acelerado que podrían haber sido el sueño de cualquier fan de la vieja escuela de la banda. El problema es que ninguna de las cuatro alcanza la intensidad punk que otrora el quinteto podía alcanzar y el canto de Eddie Vedder se escucha sintético, fiestero y sin rabia. No obstante, Backspacer se sostiene sobre las canciones melódicas y épicas del lado B, y mal que mal, tiene el mérito de haber parido el último clásico de la banda: la acústica y hermosa ‘Just breath’. Felipe Godoy.

10| Lightning Bolt

2013, Monkey Wrench
Producción: Brendan O’Brien

El décimo disco de Pearl Jam encontró a una banda en pleno proceso de resignificación y de redescubrimiento, rasgo especialmente evidente en este disco. A pesar de cortes brillantemente originales como ‘Infallible’ o ‘Pendulum’, la dupla Ament y Gossard parece haber agotado esa chispa de sus predecesores. ‘Mind your manners’, el single debut del disco, ya nos recuerda constantemente a ‘Spin the black circle’ de 1994. Lightning bolt es un disco que, a pesar de escucharse completamente honesto y con la clara intención de regresar a sus orígenes, se mantiene rezagado como uno de los más débiles de su discografía. Gabriel Chacón.

9| Gigaton

2020, Monkey Wrench
Producción: Josh Evans y Pearl Jam

Gigaton es dos cosas positivas y una negativa a la vez. Positivo es la apuesta y la exploración, un terreno que siempre ha sido incómodo para la banda de Vedder y resistido por sus fans, pero curiosamente termina funcionando. Positivo es también el espíritu más rabioso y juvenil, que no escuchábamos hace un largo período. Muestra del riesgo es ‘Dance of the clairvoyants’ y del coraje es ‘Quick escape’. El saldo negativo es que no logra mantener la tensión con que inicia, desvaneciéndose en potencia y propuesta conforme avanzan los tracks. Pese a necesitar más de una escucha, se alzó tan rápido como lo mejor que ha entregado la banda en la última década que, quién sabe, tal vez con los años envejezca bien y nos continúe convenciendo, escalando todavía más en nuestras preferencias. No sería la primera vez que sucede con un álbum de Pearl Jam. Cristofer Rodríguez.

8| Pearl Jam

2006, J Records
Producción: Adam Kasper y Pearl Jam

El conocido como “disco de la palta” salió meses después de su primera visita a Chile. El dato no es menor, ya que luego de cumplido el sueño jammer, se renovaron los votos hacia la banda, logrando que el disco fuera ampliamente tocado en radios. Aparte de los singles ‘World wide suicide’, ‘Life wasted’ y ‘Gone’, temas como ‘Big wave’, ‘Come back’ y ‘Comatose’ también se colaron en algunas programaciones. ¿Solo fanatismo? La verdad es que Pearl Jam, luego del ecléctico Riot Act y de la inclusión de Kenneth “Boom” Gaspar en los teclados, se mostró inspiradísimo como nadie se lo esperaba en aquella temporada, y entregó un álbum que impresionó por la vitalidad de canciones, que rememoraba sus mejores tiempos en los 90. César Tudela.

7| Riot Act

2002, Epic
Producción: Adam Kasper y Pearl Jam

Un mes después de la tragedia del Festival Roskilde de Copenhague, que ocasionó la muerte de nueve personas y dejó a la banda a punto de separarse, Eddie Vedder apunta los primeros versos de ‘I Am Mine’. De esta manera, la banda iniciaba un proceso de cicatrización que les tomará casi dos años de retiro de los escenarios. Con este precedente, Pearl Jam crea un disco grabado prácticamente en vivo y suma desde ese momento a “Boom” Gaspar en los teclados. A través de esta catarsis, canciones rabiosas como ‘Save you’, espontáneas como ‘1/2 Full’ e introspectivas como ‘All or none’ dan indicios de la intensidad de un disco profundo y de lecturas tan diversas que pudo desconcertar a los nuevos auditores. Gabriel Chacón.

6| No Code

1996, Epic
Producción: Brendan O’Brien y Pearl Jam

La tríada ‘Hail, hail’, ‘Lukin’ y ‘Habit’ perfectamente podría ser elegida como la más potente de su catálogo. Pero el rasgo medular de No code fue ser el primer disco de Pearl Jam cuya columna vertebral fueron sus canciones de tono más acústico y pausado, forjando el molde de lo que serían sus posteriores entregas. Ahora bien, pese a contar con al menos seis canciones que muchos grupos de rock se quisieran en su repertorio, el afán exploratorio del disco -y las fricciones internas que casi los llevan a la disolución- lo torna algo errático y poco consistente en algunos pasajes, algo que hasta ese momento no había ocurrido. Debido a todos estos claroscuros, No code no es de los mejores discos de Pearl Jam, pero sí es uno absolutamente clave. Felipe Godoy.

5| Yield

1998, Epic
Producción: Brendan O’Brien y Pearl Jam

Saliendo del camino cuesta arriba que Pearl Jam decidió tomar a mediados de los 90, Yield carga con el peso de los años de experimentación y hastío de No code, pero con un espíritu más triunfante y decidido, mostrando convencimiento sobre el principal potencial de la banda: las canciones. Momentos furiosos como el arranque con ‘Brain of J.’, experimentales como ‘Red bar’ y ‘Push me, pull me’ e incluso maniáticos como ‘All those yesterdays’ revelan colores que oscilan entre el desmadre y la falta de respeto a una industria en la que no confiaban. Himnos como ‘Do the evolution’, ‘Wishlist’ y ‘Given to fly’ suenan como los singles de una época inspirada y señera, sin caer en la complacencia de las masas. Mismo leitmotiv de otros tesoros perdidos del catálogo PJ como ‘In hidding’, ‘MFC’ y ‘Faithful’. Cristofer Rodríguez.

4| Binaural

2000, Epic
Producción: Tchad Blake y Pearl Jam 

Fue el disco con que la banda entró al siglo XXI, en plena época de reconversión del rock mainstream hacia el nü metal, siendo PJ el único sobreviviente de la generación de Seattle. Con Binaural, por primera vez no se alcanzaban las expectativas comerciales propuestas y los fans fueron críticos e incrédulos ante un álbum que mostraba el envejecimiento de la banda. A 20 años de su lanzamiento, ese es justamente su valor, ser uno de los discos que mejor ha envejecido, provocando cientos de reconversiones en los seguidores y la crítica. El sonido más atomizado que propició Matt Cameron en batería (en reemplazo de Jack Irons) llevó al grupo por un camino más clásico y setentero, cercano al punk y el rock de autor de Neil Young, perfecto para que Vedder cante canciones tan emotivas como ‘Light years’, ‘Nothing as it seems’ y furiosas como ‘Grievance’ y ‘Evacuation’. Pero donde la banda se ve en mejor forma es en ‘Insignificance’, una especie de cátedra en medio de la nueva sabia del rock n’ roll. Cristofer Rodríguez.

3| Vs.

1993, Epic
Producción: Brendan O’Brien y Pearl Jam

 

La expectativa por la secuela de Ten era enorme. Dos nominaciones Grammy, cuatro MTV Video Music Awards y 13 millones de copias vendidas, precedían a lo que será la antítesis de ‘Ten’. Asumiendo una postura más radical, Vs. presenta a una banda más desprejuiciada, que se atreve a experimentar desde la sensibilidad de la balada, hasta la agresividad del punk; desde la crudeza en la afinación de la batería (que ahora es asumida por Dave Abbruzzese), hasta el uso de guitarras acústicas. Con la mayoría de sus canciones surgidas luego de improvisaciones en el estudio, Vs. es espontáneo y demarca gran parte de los límites estéticos en los que Pearl Jam desarrollará su carrera. Gabriel Chacón.

2| Vitalogy

1994, Epic
Producción: Brendan O’Brien y Pearl Jam

“Toda la rabia: jóvenes rockeros enfadados como Pearl Jam dan voz a las pasiones y los miedos de una generación”, tituló la revista Time a portada completa a fines de 1993. Esa rabia se siente desde el inicio en este LP con ‘Last exit’ y ‘Spin the black circle’, de inequívoco espíritu punk, que luego repiten con algunos cambios de ritmos en ‘Whipping’ y ‘Satan’s bed’. En medio de ese caos, emergen algunas de las mejores canciones que hayan compuesto, como las más melódicas ‘Not for you’ y ‘Corduroy’, que muestran a la banda más contenida y mostrando su lado más zeppeliano. O las baladas grunge ‘Nothingman’, ‘Better man’ e ‘Immortality’, que terminaron siendo himnos inamovibles de sus setlist. Vitalogy, compuesto luego de varias jam sessions en el estudio, significó ese paso trascendental de la banda adolescente que se presta a convertir en leyenda. César Tudela.

1| Ten

1991, Epic
Producción: Rick Parashar y Pearl Jam

 

La encomiable labor de Pearl Jam, de generar la transición entre el moribundo hard rock de los 80 -que llevó al extremo todas las caricaturas del estilo- y un nuevo rock clásico para los 90 y la posteridad, no se grafica de forma más nítida en ningún otro disco de Pearl Jam que su debut. Ten es un álbum que a veces algunos se tientan a desmerecer, por su facilidad para enganchar con audiencias amplias y la ausencia de elementos vanguardistas en su propuesta. Lo que hereda Ten a su generación es la recuperación de la confianza en el rock en su estado más prístino, físico, muscular y orgánico, suspendiendo cualquier vocación cerebral heredada por el rock alternativo del underground de los 80. Pero para que los heroicos y grandilocuentes solos de guitarra de ‘Even flow’ y ‘Alive’ pudieran calar hondo en la vida de las nuevas generaciones, fue necesario que estos musicalizaran historias de traumas de adolescencia, conflictos no resueltos con los padres, o una triste crónica de implacable bullying en la escuela estadounidense. Todo en la voz de un cantante que proyectaba un perfil taimado e introvertido antes que sensual y ganador. Ten contribuyó a que el rock clásico continuara siendo interesante en los 90, no fuera escuchado solo como un ejercicio de nostalgia, y permitiera a los jóvenes identificarse con él. Felipe Godoy.

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