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Míster Presidente está desnudo

Por: Ismael Rivera, poeta y editor | Publicado: 03.03.2020
Míster Presidente está desnudo | AGENCIA UNO
Delira en vivo el gerente de Chile, levantando una cortina en la que modernizar y dar más facultad a quienes han mutilado, torturado, violado y asesinado con mayor impunidad en estos cuatro meses es el antídoto a un descontento social que escapa a su comprensión. No comprende míster president que detener un cambio de esta envergadura es imposible.

Luces preparadas. El set armado. Míster president intenta disminuir sus espasmos con una pastilla que baja con agua mineral. Repasa las líneas. No escucha, no mira. Sabe bien lo que va a decir, está estudiado el libreto y los personajes secundarios están ahí para su exclusivo lucimiento. No habrá preguntas-daga, no. En cuatro meses solo se ha dirigido a su 6% y hoy está decidido a hacer un gesto importante con los descontentos de su gobierno. Míster president sabe mentir, no porque sea un gran mentiroso, sino por la capacidad que tiene de creer en sus propias mentiras. 

Delira en vivo el gerente de Chile, levantando una cortina en la que modernizar y dar más facultad a quienes han mutilado, torturado, violado y asesinado con mayor impunidad en estos cuatro meses es el antídoto a un descontento social que escapa a su comprensión. No comprende míster president que detener un cambio de esta envergadura es imposible. No entiende míster president que es solo un cuerpo con un ejército intentando detener un giro en el paradigma social. Es pararse frente a una ola esperando que esta no llegue a la orilla.

Lo que sí tiene claro esta noche el gerente de Chile es con quién debe negociar ahora. En un país conformado por capas sociales (encostradas ya), el mercader vuelca su discurso a quien paga. Les pide perdón en horario prime, prometiendo a la mafia que ahora sí que sí. Que no le corten la cabeza todavía, que ahora responderá con más sangre y más plomo. Le dará carne a los leones, porque esa es la violencia que le traerá el perdón. Los dioses piden sacrificios, más ojos en su altar y el mesías neoliberal hará lo necesario para congraciarse. Declara la guerra míster president, por segunda vez y alto rating, por las cámaras. Será implacable dice, dentro de los márgenes de la ley, dice. Miente porque puede. 

Se inventa un país próspero antes de octubre, olvidando el cierre de empresas y los despidos masivos que ya azotaban hasta septiembre. Miente nuevamente el mesías pontificando el temor, olvidando convenientemente los informes de quienes dice haber invitado a que admiraran su amor por los derechos humanos. Miente el charlatán al omitir las cifras que estos informes entregan. 33 muertes a la fecha, 4 ya atribuidas directamente a agentes del Estado, las otras en investigación. 445 heridas oculares,  34 de ellas con estallido o pérdida de la visión. 282 niñas, niños y adolescentes heridos en las manifestaciones. 197 denuncias por casos de violencia sexual cometidas por sus policías. 520 denuncias por torturas y tratos crueles. Más de 2.500 presos y presas entre adultos, niños, niñas y adolescentes. No hay ningún carabinero, PDI o militar muerto. Menos aún civiles heridos por los manifestantes. Los números parecen mostrarnos otra violencia que el míster president prefiere obviar. Cito a Norman Finkelstein y sus palabras sobre los ataques en Gaza: “No parece correcto llamarlo una guerra. Si buscan en el diccionario la definición, esta contemplará, como mínimo, dos bandos enfrentándose entre sí. Lo que pasa aquí no calza con eso. Cualquiera que buscase una palabra en el diccionario, hallaría que la única palabra que calza perfectamente es masacre.”  El mesías neoliberal silencia con pintura gris los muros como cubre de grises mentiras su propaganda. Sería inocente pensar que le habla a la calle. Sería iluso creer que le importan las demandas, a estas alturas, de público conocimiento. Mi sobrina hasta las enumera. El nefasto no se refiere a ellas. En su delirio, quienes se manifiestan son humanoides antidemocráticos, jamás un diagnosticado de cáncer condenado por el mejor sistema de salud del planeta, jamás una abuela con pensión de hambre, jamás un adolescente sepultado en el Sename.

Le miramos el poto a míster president, le rezamos a un sordo, como le rezaban al poto blanco de la virgen en Mapocho de Nona Fernández.  Olvidamos que no se le reza al frío del mármol. Y seguirán gritándonos que nos sacarán los ojos, porque el gerente de Chile tiene claro que los perros se le echan encima al que tiene olor a calle. Y seguirán culpándonos de la violencia que recibimos como sueldo y a las mujeres de que las violen. La brutalidad será su respuesta y seguiremos acumulando muertos que esta ola devolverá a la orilla de sus playas, una y otra vez, con la porfía de un cambio que no se detendrá. 

 

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