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Vivir en la calle en toque de queda: “Hasta para ir al baño hay que pedirle permiso a los milicos”

Por: Fotos y texto: Matías Castro, periodista | Publicado: 21.10.2019
Vivir en la calle en toque de queda: “Hasta para ir al baño hay que pedirle permiso a los milicos” Foto 4 |
Desde que Javier Iturriaga –general del Ejército a cargo del estado de emergencia en la Región Metropolitana– decretó el toque de queda en la ciudad el sábado 19 de octubre, miles de personas que viven en la calle han desobedecido la ley porque no hay un plan del gobierno que los considere. Aquí recogimos algunos testimonios de aquellos que no tienen donde ir y de los que nadie parece reparar.

“Ahora sí que no le importamos a nadie”, dice Gustavo Lagos (40), quien hace tres años vive en el Parque Balmaceda, a metros de Plaza Italia, el lugar con las protestas más masivas durante estas jornadas de descontento social. La pequeña carpa gris, que comparte con su amigo Alex, está a un costado de Avenida Providencia y desde el viernes 18 de octubre Fuerzas Especiales de Carabineros ha mojado sus pertenencias diariamente.

 

Solo en este sector del parque viven aproximadamente 20 personas (una de ellas en silla de ruedas), las que pese al toque de queda impuesto en la Región Metropolitana desde el sábado 19 de octubre, pasan la noche incumpliendo la ley y expuestos a los militares y carabineros, los únicos que recorren la ciudad durante esas horas.

Si bien en el Ministerio de Desarrollo Social existe el programa Noche Digna, que “entrega alternativas de alojamiento temporal y servicios básicos destinados a la superación de la situación de calle y la protección de la vida de las personas”, el Plan Invierno ya se acabó, y el call center de los Centros para la Superación no está funcionando. “Por motivos de seguridad y para resguardar la integridad de nuestros trabajadores, nuestros servicios se mantendrán sin atención durante el día de hoy”, anuncia una grabación.  

–¿Ha tenido problemas con los militares?

–No, pero igual tenemos miedo acá, porque si nos pillan en la calle y nos quieren llevar, ¿qué les decimos? Si estamos en situación de calle, que nos den una solución ellos o que el Estado se preocupe de nosotros, porque los albergues terminaron el mes pasado y el Hogar de Cristo es para los más viejos.

–¿Y cómo pasa la noche?

–Encerrado en la carpa nomás, si hasta para ir al baño hay que pedirle permiso a los milicos. Así que salgo despacio, les digo que necesito ir al baño y me voy a los matorrales.

–¿Conseguir comida ha sido más difícil?

–Todos los lugares donde nos dan comida cerraron. Aquí en Condell unas monjas nos daban almuerzo y desayuno, pero desde la semana pasada que no están abriendo. Ayer uno cabros se metieron a un OK Market y nos regalaron unas galletas, pan y hasta unas chelas.

Por la ribera del río Mapocho, a metros del Puente Loreto, viven tres personas en un improvisado refugio de cartones y maderas. Prefieren no dar sus nombres ya que al ser extranjeros (uno es cubano y los otros dos son peruanos) creen que podría afectar su permanencia en el país. Ellos también cuentan que ha sido más difícil conseguir comida durante el fin de semana, pero un grupo de jóvenes les regaló arroz, fideos y aceite durante los saqueos del fin de semana.

Además de las complicaciones de vivir en la calle, de la presencia de militares y el tema de la comida, muchas personas sin casa trabajan durante la noche recolectando cartones, latas, cachureos y comida de los basureros de los locales comerciales. Pero con el toque de queda, esto no ha sido posible. Es el caso de Carmen Gloria, de 72 años. Hace un año y medio que vive en la calle y duerme afuera de la sede del Banco Estado en calle Huérfanos. “No he podido trabajar estos días por el peligro que hay. Así que me tapo bien tapada y me duermo así nomás”, explica.

La situación de cada persona que vive en la calle es muy distinta. Hay niños, adolescentes, adultos y gente de tercera edad. Para algunos es solo una etapa, para otros una situación permanente. Algunos tienen adicciones a drogas y al alcohol, o enfermedades mentales. De hecho, tres personas que viven por el sector de Plaza de Armas no son capaces de decir su nombre, apenas hablan y solo indicaron saber que el sector de la Alameda estaba peligroso en la noche y que era mejor evitarlo.

En los alrededores de La Vega duermen cerca de cien personas cada noche. Ahí se sienten seguros y tienen fácil acceso a comida o algún trabajo por el día. “Ellos nos cuidan La Vega a nosotros”, cuenta un guardia privado del lugar, demostrando la cercanía que existe con ellos.

Alex Gutiérrez (47) vive hace 27 años en la calle y durante los últimos meses se instaló en las afueras de este mercado. “Todo normal acá, lo de siempre nomás”, dice mientras almuerza porotos con riendas en una botella plástica de Coca Cola, que cortó para usar como plato. Cuenta que los militares pasan por el sector, pero que “ni nos miran, tampoco existimos para ellos. Mejor así, igual si esto sigue voy a ver algún albergue”.

Juan Cisternas hace un año y dos meses que llega a las 10:30 de la mañana a La Vega con su camioneta roja, cargando tres fondos de 70 litros de porotos con riendas para repartir. “Hoy día (lunes) está medio alzado el lote este, porque hay otros hermanos que dan comida antes que yo, pero como no vinieron no hay platos, no hay cucharón, no hay nada. Mira po, si hay más de 200 personas en la fila”, detalla. Sobre el toque de queda y la presencia de militares, dice que las personas a las que ayuda no le han comentado malos tratos, pero “claro que me preocupa, porque se está complicando para que puedan tener una comida digna”.

Desde el poder ejecutivo han desplegado la “Información oficial del Gobierno de Chile con las medidas para enfrentar la situación de emergencia”. Aquí invitan a la ciudadanía a informarse de las medidas de contingencia en educación, transporte, seguridad y trabajo, que el gobierno ha dispuesto para la Región Metropolitana como para el resto de regiones en estado de emergencia. No hay ninguna información para la gente que vive en la calle, que según el último estudio del Ministerio de Desarrollo Social (presentado en agosto de 2017) son más de 10.600 personas en el país y están expuestas a los malos tratos de parte de militares y carabineros hacia civiles que se han viralizado en redes sociales.   

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