VOCES| Corazón de quiltro

La intuición de los publicistas es digna de consideración. Están obligados a captar lo que está en el aire que afecte –bien o mal– a los destinatarios de sus mensajes, demostrar empatía con esa gente –en tanto consumidora más que ciudadana– que finalmente compone su “nicho de mercado”, su “target”, su “público objetivo”. En otras palabras, el mensaje del creativo publicitario, vía estrategia de marketing, debe sintonizar con quienes puedan comprar el producto que se publicita; ponerse en el lugar de los consumidores que deben interesarse por el producto que se quiere vender: ser más simpático que la competencia. En cierto sentido, el mensaje del publicista debe connotar que siente lo que el otro siente y necesita.

Digo esto a propósito de una publicidad de gas licuado, que tiene a un perro por mascota (me refiero obviamente al simpático “perrito de Lipigas” y no al antipático “guatón de Gasco”, de perfiles tan distintos que favorecen o perjudican la marca que representan; esto, sin pretender opinar sobre calidad y precio del producto que ofrecen). En este caso se trata de un quiltro que vuelve –“resucita”– en un spot con un discurso comprensivo de la adversidad que vive la familia chilena en tiempos de crisis sanitaria y económica: «Porque Chile es como un quiltro, nunca sabe lo que le va a pasar, pero a lo que venga, le pone el corazón, el corazón de quiltro». Es curioso este personaje humanizado que nos habla desde el cielo. En “schileno”, remedando el habla popular. En efecto, el mito urbano cuenta que el perro original –llamado “Spike”–  falleció de un infarto a los 14 años en el año 2016. Este “líder de opinión” fue descubierto en una feria de Lo Prado y habría participado en más de treinta comerciales.  

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@ Tina Fuentes

En el comercial de estos días es, literalmente, un perro muerto que aparece entre las nubes. En medio de la pandemia que ha cobrado miles de muertos, el spot –más melancólico que chacotero– promueve la solidaridad entre la gente sencilla, llama a compartir, a tener  –en tiempos difíciles– “corazón de quiltro”. Faltó poco para que hiciera un llamado a organizar ollas comunes.  Cuando “lo popular chileno” no se representa en una persona u otra imagen emblemática en nuestro universo simbólico está el quiltro, el mejor amigo del hombre que acompaña en las buenas y en las malas. No solo el de la publicidad, sino el de siempre; el vagabundo callejero, el del estadio, el que se cruza en la parada militar, el que abriga a los niños de la calle.

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En el proceso que detonó el llamado estallido social, es elocuente el rescate del perro callejero como símbolo de la lucha popular, con el liderazgo simbólico del “Negro Matapacos”. Además de la presencia viva de perros con pañoletas en las manifestaciones, en sus múltiples representaciones gráficas refleja diversos estados de ánimo: es un perro mítico, un lobo que le aúlla a la bandera enlutada; un dibujo gracioso en decenas de chistes; un perro con rabia, amenazante; un perro con alas de ángel; un perro patriota, llevando la bandera chilena; es un vagabundo tierno bailando con Tevito, la creación de Carlos González, que reúne varias historias. Vuelve el recordado quiltro upeliento que bailaba música de Víctor Jara, por ejemplo, en la ilustración de Tina Fuentes y en la de su mismo autor original para apoyar la opción “Apruebo” en el próximo plebiscito. ¿Por qué quiltros y ya no jaguares? Los quiltros representan al perraje, a los de abajo, a los de la calle, a los sin casa. En esta línea, reviso otra de las viñetas que circularon en las redes sociales –dibujada por Guido “Kid” Salinas– que representa al escudo nacional: al centro hay una olla escoltada por un quiltro y un Condorito, ambos con mascarilla están revolviendo la olla común. En la resignificación del escudo el lema dice “Solo el pueblo ayuda al pueblo”, lejos de la solemnidad del Estado y sus emblemas oficiales, con la bandera enlutada surgida durante el estallido social. La pobreza, la calle, la solidaridad, tiene una síntesis cariñosa en la frase “corazón de quiltro”.