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¿A qué se debe la alta percepción de inseguridad de los chilenos?

Por: Vanessa Vargas Rojas | Publicado: 14.11.2013

En el estudio del PNUD, que abarcó un total de 18 países, Chile se destaca por tener la tasa de homicidios más baja, al igual que sus cifras de victimización por robo. Sin embargo, la percepción de inseguridad que poseen los ciudadanos es la más alta de América Latina, superando incluso a Honduras, el país con peores índices delictuales.

¿De dónde surge esta sensación de inseguridad?

«Una representación que encontramos de forma muy recurrente es que la pobreza es merecida. Si los pobres se encuentran en esa condición y no han podido superarla es porque tienen faltas de carácter que lo impiden (…)»

Carla Azócar, antropóloga y coautora junto a Alberto Mayol  de «El Chile Profundo», recientemente publicado, expone algunos elementos que permitirían entender el fenómeno: «existe una relación entre la falta de integración y las características de la identidad chilena. No conocemos a nuestros vecinos ni a la gente que nos rodea«. Además, afirma que los prejuicios operan de manera importante: «asumimos que el chileno tiene ciertos aspectos negativos: la irresponsabilidad, el desorden, la corrupción, la tendencia a la estafa de poca monta. En la calle, el ciudadano que se enfrenta a un otro genérico, desconocido, asume que éste tiene dichas características, y por tanto que puede ser peligroso».

Por otro lado, los niveles de desigualdad en el país son abrumadores. Los chilenos son conscientes de esta realidad y, tal cual plantea Azócar, le atribuyen ciertos rasgos a cada clase social: «Una representación que encontramos de forma muy recurrente es que la pobreza es merecida. Si los pobres se encuentran en esa condición y no han podido superarla es porque tienen faltas de carácter que lo impiden. La delincuencia está dentro de estos rasgos de debilidad moral característicos y se considera en directa relación con la falta de educación».

Pero las significaciones socioculturales del hombre se construyen mediante la conjunción de múltiples factores. Entre ellos están los medios de comunicación, ya que el aporte que supone la prensa al imaginario colectivo de las personas es enorme. En ese sentido, las pautas programáticas resultan decidoras para la percepción de la realidad, tomando en cuenta que el 68% de los chilenos ve televisión todos los días (según cifras de la Encuesta Nacional de la Universidad Diego Portales 2009).

En los noticieros centrales, el exceso de crónica roja, muchas veces de la mano de tratamientos sensacionalistas y alarmantes, se encarga de introducir una sensación de inseguridad y miedo hacia la población.  Para el año 2009, cuando Chilevisión era propiedad del entonces candidato a la presidencia Sebastián Piñera, este formato era el recurso principal de Chilevisión Noticias. La primera media hora de cada edición central de noticias estaba marcada por una seguidilla de robos, asaltos, asesinatos y ataques brutales en la vía pública.

PNUD Campaña de Piñera contra la delincuencia

Campaña de Piñera contra la delincuencia

Por otro lado, los períodos electorales siempre traen consigo promesas que apuntan a acabar con la delincuencia, hablando de ella como si se tratase de un problema prioritario. Sin embargo, esta idea se aleja de la situación real que vive el país, tal como de la posibilidad de resolver el problema rápidamente, con «medidas».

Al igual que Sebastián Piñera en tiempos de campaña, Evelyn Matthei habla de poner fin a «la puerta giratoria», haciendo alusión a un sistema judicial supuestamente ineficiente, que permite a delincuentes comunes salir en libertad sin un debido proceso.

Lucía Dammert, socióloga experta en temas de seguridad y crimen, desmiente este dato que históricamente ha sido una bandera de lucha de la derecha y los sectores  más conservadores de la Concertación: «El sistema carcelario está en crisis y para mejorarlo hay que fortalecer las instituciones. No es real que los jueces en este país sean demasiado garantistas, decir eso es poco prudente porque Chile tiene una de las tasas más altas de encarcelamiento en la región.»

Lucía Dammert

Lucía Dammert

Según cifras del Instituto Latinoamericano de las Naciones Unidas para la Prevención del Delito y el Tratamiento del Delincuente (ILANUD), Chile tiene un promedio de 318 presos por cada 100 mil habitantes (la mayor en América Latina). Es decir, no existe la puerta giratoria tal cual se nos presenta.

Por estos días, las personas creen que viven en un país donde reina el peligro y la vulnerabilidad de quienes no pueden defenderse. Es cierto, a principios de los 90, la preocupación de la población por actos delictuales alcanzó el 60%, según el informe de Violencia y Delincuencia de la Fundación Paz Ciudadana. Ahora bien, la tasa de criminalidad en Chile ha tendido solo a bajar hasta nuestros días.

¿Es la sensación de inseguridad resultado del posicionamiento mediático de una idea por parte de ciertos grupos dominantes? Lo cierto es que un país atemorizado es fácil de someter, y tal cual menciona el IDH: «el delito, la violencia y el temor limitan profundamente las capacidades y las libertades de las personas, la manera como constituyen vida en sociedad y su relación con las instituciones del Estado».

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